Apuntes sobre la situación de la escena musical en Palestina
Sagar Male Verdaguer
Viernes 18 de septiembre de 2009, por Revista Pueblos
Cuando en el Festival de Eurovisión del año 2009 Israel invita a Noa, ésta en su habitual pantomima de artista “pacifista y coexistente” exige la presencia de la cantante palestina Mira Awad. Con este gesto, Noa no pretende ni “visibilizar” la existencia del pueblo palestino, ni su sufrimiento, ni su música. Al contrario: es Israel el que a través de Noa activa su eficaz maquinaria propagandística, y se pone una máscara de credibilidad democrática para hacer olvidar a un precio muy barato la sangre de sus crímenes en Gaza. Mira Awad, como cualquier cantante palestina, es una absoluta desconocida y es además manipulada a favor de Israel. Este hecho muestra una doble dificultad en la que se mueve la música en Palestina: es una expresión artística desconocida y depende absolutamente del contexto político.
Los grupos y músicos palestinos que se conocen son casos aislados y provienen de escenas musicales muy específicas. En la música de laúd se conoce a Simón Shaheen o Abdel Salameh, pero no a Monein Adwan o Samir Jubran. En el rap se conoce el grupo Dam, pero no a Ramallah Underground. En la escena de la World Music se conoce tímidamente a Reem Kelani o Rim Banna, pero no a Karloma o a Shusmo. Además los artistas conocidos viven en territorio israelí o en otros países, pero no en Cisjordania, ni en Gaza o en Jerusalén, donde nunca se sabe si van a poder cruzar las fronteras.
La estrategia de la ocupación de Israel se basa en imposibilitar la vida normal en Palestina, controlando entre otras cosas la movilidad de la gente o deprimiendo su economía. Esto imposibilita el desarrollo de circuitos de producción y distribución de música, la organización de festivales… Israel también dificulta o impide el movimiento de los artistas palestinos en el extranjero (¡de hecho Israel deniega el paso hasta a enfermos terminales!).
Existen productoras como Yabus, o festivales como el de Jerusalén o el Festival Internacional de Danza en Ramallah. Lo mismo ocurre con las escuelas de música, que existen, y tienen un profesorado y un alumnado de gran calidad. Por ejemplo el Conservatorio de Música en Jerusalén, en Ramallah o en Belén ha sido activado por el músico Suhail Khoury, y de este centro han salido propuestas musicales interesantísimas como Oriental Music Ensemble. Además, genios del qanun como Ibrahim Attari, actual director del Conservatorio de Música de Ramallah, o el profesor de laúd Samer Totah, son unos desconocidos. También tiene su centro de creación musical en Belén y sus estudios de grabación en Jerusalén el mítico grupo Sabreen (actualmente inactivo), muy fuerte después de la Primera Intifada. Otro virtuoso del laúd de cierto prestigio, Khaled Jubran, fundó el Al Urmawi Center for Mashreq Music, que ha producido el primer álbum de otro virtuoso, el joven Nizar Rohana. Todo este contexto existe, pero estos centros y eventos funcionan como ONG con financiación externa. En la práctica no son epicentros de creación y difusión artística, y su impacto es escaso fuera de Cisjordania o Jerusalén.
Palestina también tiene sus propias dificultades estructurales para el desarrollo musical. Iman Hammouri, directora del Popular Art Centre (centro creado por la veterana compañía de danza El Funoun), comenta que en Palestina crece el sentimiento de que la cultura es una actividad de lujo. En décadas pasadas, por el contrario, el fortalecimiento de la cultura era parte del sentimiento identitario. Hay multitud de iniciativas que intentan trabajar contra esta tendencia con talleres de música o danza folklórica, como el centro Ibdaa de Belén.
Además, no existen referentes musicales palestinos entre la población. Por ejemplo, grupos que tuvieron una gran relevancia política durante la Primera Intifada y el periodo de los Acuerdos de Oslo, actualmente son desconocidos. Cantantes como Mustapha Al Kurd o Sabreen son escasamente conocidos, y mucho menos los vástagos de éstos como el pop de Darwish (hijo de Al Kurd) o el conjunto árabe de Wissam Murad. En cambio, es un auténtico representante de la resistencia palestina el cantante libanés Marcel Khalife. Finalmente hay que sumar a todo esto otros factores: la tendencia a las pugnas internas genera una falta de conocimiento entre escuelas, grupos o músicos que no facilita la creación de circuitos sólidos. Así pues, es cierto que la ocupación israelí condiciona toda la vida palestina, incluyendo el desarrollo de su música. Pero también hay que tener en cuenta otros factores internos, que muchas veces se derivan de los efectos de la ocupación.
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Sagar Male Verdaguer es representante del Servei Civil Internacional en Palestina y dirige la asociación Mapasonor. Este artículo ha sido publicado en el nº 38 de la edición impresa de Pueblos, especial Oriente Próximo, julio de 2009.
viernes, 25 de septiembre de 2009
La ocupación también impide el desarrollo y distribución de la música y danzas palestinas
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2 comentarios:
hey lu,
¿crees que sea posible contactar via meil a los muchachos de ramallah underground como para hacer una nota?
acá en Chile existe interés por saber lo que ocurre en palestina en términos de cultura, además que el rap pega súper fuerte desde hace años.
abrazos, hasta expulsar al invasor.
"el enemigo",
Pues no lo sé. No tengo idea.
Saludos
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