jueves, 18 de marzo de 2010

La tormenta sobre los asentamientos israelíes es tan irreal como el proceso de paz

Hasan Abu Nimah, The Electronic Intifada, 18 de marzo 2010

El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, se ríe con el presidente israelí Shimon Peres en Jerusalén, el 9 de marzo de 2010. (David Lienemann / Foto de la Casa Blanca)


Desde que Israel anunció otro nuevo asentamiento en la Jerusalén oriental ocupada durante la visita del vicepresidente de EEUU Joe Biden la semana pasada, Israel ha estado sometido a una tormenta de críticas de amigos y enemigos por igual. Biden estuvo en Jerusalén para mostrar el apoyo de EEUU a Israel y para lanzar "conversaciones indirectas" entre Israel y la Autoridad Palestina (AP) de Ramallah. En cambio, el anuncio de Israel le causó, a él personalmente y a la administración de EEUU, una profunda vergüenza, motivando que varios funcionarios la calificaran de "insulto" y "afrenta" e hiciera hablar de la peor crisis en las relaciones de Israel con EEUU en décadas.

Esto podría ser música para los oídos de que se sienten frustrados desde hace tiempo por el silencio americano sobre las constantes violaciones de Israel del derecho internacional, pero en realidad significa poco.

Justo antes de la visita de Biden, el enviado de EEUU George Mitchell había estado en la región para organizar las conversaciones indirectas. Parecía que se había eliminado el último obstáculo cuando la Liga Árabe dio cobertura diplomática al jefe de la AP, Mahmoud Abbas, para participar en las conversaciones durante un período limitado a cuatro meses. En ese momento, Israel dejó caer el bombazo del último acuerdo de asentamientos dinamitando todo el asunto.

El mecanismo de conversaciones indirectas ya era un asunto muy controvertido. Los escépticos señalaron que unos meses más de conversaciones indirectas no serían de ninguna utilidad cuando casi dos décadas de negociaciones directas con los gobiernos de Israel - aparentemente de menos línea dura - no habían producido absolutamente nada. Las conversaciones también se percibieron como una flagrante capitulación estadounidense e internacional a la intransigencia israelí, y no obstante eran una tapadera desesperadamente necesaria para cubrir el total fracaso de EEUU en conseguir que Israel aceptara la congelación real de los asentamientos como condición para reanudar las conversaciones directas. Todas las dudas fueron confirmadas por el anuncio de Israel de las 1.600 casas para colonos.

Habría sido un escándalo para los palestinos - incluso tan débiles y comprometidos como la autoridad de Abbas - el participar bajo tales condiciones. La AP expresó fuertes objeciones, exigiendo que el plan israelí se retirarse antes de volver a las conversaciones. Por lo tanto, parecía que estaba de vuelta al punto de partida.

Pero esto es sólo parte de la historia. Si se dinamitaron las conversaciones indirectas, fue por lo menos con tanta culpa de la administración de EEUU como de la de Israel. Recordemos la secuencia real de los acontecimientos. El 8 de marzo, justo dos días antes de la visita de Biden, Israel anunció la construcción de otras 112 unidades en el asentamiento de Beitar Illit, cerca de Belén - violando su propia moratoria declarada de 10 meses, fuera de lo que define como Jerusalén. El negociador jefe de la AP, Saeb Erekat, emitió una de sus declaraciones de rutina, pero no hubo amenazas por parte de la AP de boicotear las conversaciones.

Peor aún, los EEUU parece como si ofrecieran cobertura para la medida israelí; el portavoz del Departamento de Estado PJ Crowley dijo entonces a los periodistas que la decisión de Beitar Illit "no viola la moratoria que los israelíes anunciaron previamente", aunque admitió que "este es el tipo de cosas con las que ambas partes deben tener cuidado cuando sigamos adelante con estas conversaciones paralelas."

Netanyahu podría haber quedado - con razón - sorprendido la intensidad de la reacción de la retórica de EEUU más tarde, después del anuncio de Jerusalén (y la de la UE, la ONU y otros funcionarios internacionales que aportaron sus propias "fuertes" críticas sólo después de recibir luz verde de América). Ninguna de estas personas se ha preocupado mucho por la expansión de asentamientos con anterioridad. ¿Por qué ésta? ¿por qué ahora? Después de todo, ¡Israel nunca le dijo a nadie que congelaría la construcción de asentamientos en lo que define como "el gran" Jerusalén!

Pese a que Netanyahu negó conocer de antemano el anuncio, está claro que Israel estaba enviando un mensaje al coro del proceso de paz. En primer lugar, que la renovación de conversaciones no supondría ninguna desaceleración en los planes de colonización de las tierras ocupadas. En segundo lugar, que lo que Israel define como Jerusalén está fuera del alcance de las negociaciones. En tercer lugar, Netanyahu no necesita las conversaciones - para él son sólo una tapadera para la colonización - por lo que podía permitirse el riesgo de que las conversaciones se pusieran en peligro a sabiendas de que la reacción de EEUU quedaría limitada en el peor de los casos, a algunas palabras de crítica.

Netanyahu no obstante, admitió que fue un error de cálculo anunciar un nuevo asentamiento importante cuando Biden se encontraba de visita, precisamente para enfatizar el apoyo de EEUU a Israel. Pero para él, el error fue sólo en el momento elegido, no en la sustancia. De hecho, a pesar de todas las fuertes críticas de EEUU el fin de semana, Netanyahu anunció el lunes que la construcción de asentamientos en Jerusalén y en el resto de Cisjordania seguirá con tanta normalidad como lo ha hecho durante 43 años. Desde 1967, las carreteras para colonos y los asentamientos, en los que ahora viven medio millón de judíos de Israel, se han comido más del 46 por ciento de Cisjordania.

Durante los años de colonización que han estado acompañados constantemente por la agresión israelí, la confiscación de territorio y adicionales limpieza étnica y desplazamiento de palestinos, la comunidad internacional mostró poca o ninguna ira hacia Israel, que no fueran ocasionales y vacías declaraciones de desaprobación, y siguió haciendo negocios como de costumbre.

La Organización para la Liberación de Palestina y más tarde la Autoridad Palestina, también negociaron año tras año con Israel y firmaron acuerdos y convenios mientras la tierra estaba siendo colonizada abiertamente y el pueblo palestino era perseguido constantemente y brutalmente desarraigado. Los estados árabes por su parte han negociado y firmado tratados de paz mientras la ocupación se mantenía firme en el lugar y el proceso de construcción de asentamientos continuaba.

Así que durante 43 años ha habido ocupación continua que se ha acompañado de continua construcción de asentamientos, mientras la comunidad internacional mantenía un mortal y cobarde silencio, ¿por qué de repente este ruido por otras 1.600 unidades de viviendas? No es ni el primer proyecto, ni será el último. Y observen que, a pesar de todas sus quejas, los Estados Unidos, intencionadamente, no han exigido a Israel que cancelara el proyecto. Nunca se atrevería a hacer eso. En vez de ello, dentro de pocos días, EEUU presionará a la Autoridad Palestina para que regrese a las inútiles negociaciones, mientras prosigue la construcción de asentamientos.

¿Recuerdan el caso de Jabal Abu Ghneim, la colina boscosa cercana a Belén que Netanyahu decidió edificar en la década de 1990 en contra de las extenuantes objeciones estadounidenses e internacionales de que sería "destruir el proceso de paz?" Hoy los árboles han desaparecido y en su lugar sólo hay edificios de apartamentos de Israel. Sin embargo el falso, fraudulento "proceso de paz" sigue como si nada hubiera pasado. Esta tormenta teatral también se morirá lentamente y la construcción de asentamientos se mantendrá de manera constante.

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Hasan Abu Nimah es el ex representante permanente de Jordania ante las Naciones Unidas. Este ensayo apareció por primera vez en The Jordan Times y se vuelve a publicar con permiso del autor.



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