sábado, 12 de febrero de 2011

11 Febrero 11


Gran viñeta de Manel, en Público.



Palestinos Llaman a una Revuelta contra Mahmud Abbas en Facebook



Autor: Yusuf Fernandez - Almanar

Militantes palestinos han pedido en Facebook una campaña dirigida a expulsar del poder a la Autoridad Palestina y su presidente Mahmud Abbas.

Los eslóganes de esta campaña son: "Los pueblos tunecino y egipcio han dejado oír sus voces. Nosotros debemos también hacer lo mismo". Los organizadores de la campaña señalan que el pueblo palestino debe sublevarse "contra los asesinos de los resistentes y contra los liquidadores de la causa palestina".

Los eslóganes de la campaña de protestas han llamado igualmente a vengarse de los asesinos que han sido reconocidos culpables, según los documentos confidenciales difundidos por Al Yazira, del martirio de ciertos dirigentes de la resistencia palestina.

Los promotores de la campaña han fijado el viernes próximo como el inicio de su levantamiento y han pedido a los palestinos que se levanten. "Nuestra cita será el viernes. Nos rebelaremos contra la banda de corruptos que ha traicionado a la nación y vendido nuestra causa sagrada. Moriremos como mártires y con la cabeza alta. No es posible vivir bajo la humillación de estos traidores. Abbas y su grupo deben irse".

"Debemos sublevarnos contra los agentes de la ocupación en Ramala, que han torturado, asesinado a los resistentes y traicionado al pueblo palestino, en particular contra Mahmud Abbas, Mohammed Dahlan, Yasser Abed Rabbo, Saib Erekat, Nassir Yusuf y Ahmed Qurei, amigos del enemigo sionista y que colaboran con él firmando acuerdos", señala el comunicado de la campaña publicado el domingo en Facebook.

¡VICTORIA! ¡El pueblo egipcio echó al tirano!




Ahora queda lo más dificil, derribar también al régimen, del cual el ejército es arte y parte.

lunes, 7 de febrero de 2011

Ganadores y perdedores

Revuelta en el mundo árabe
Immanuel Wallerstein
La Jornada


La revuelta árabe de 1916 fue encabezada por Sharif Hussein bin Ali en pos de la independencia árabe del imperio otomano. Los otomanos fueron expulsados. Sin embargo, la gran revuelta fue cooptada por los británicos y los franceses. Después de 1945, gradualmente, los varios estados árabes se hicieron miembros independientes de Naciones Unidas. Pero en la mayoría de los casos su independencia fue cooptada por Estados Unidos, sucesor de Gran Bretaña como controlador externo, manteniendo Francia un papel menor en el Magreb y en Líbano.

La segunda revuelta árabe se ha estado cocinando por algunos años ya. El mes pasado obtuvo una inyección sustancial del exitoso levantamiento de la juventud tunecina. Cuando hay jóvenes valerosos que arriesgan su vida para levantarse contra un régimen autoritario y supercorrupto y logran, de hecho, deponer al presidente, uno tiene que aplaudir. Independientemente de lo que pase después, fue un buen momento para la humanidad. La cuestión es siempre, ¿qué viene después?

En realidad hay dos preguntas. ¿Cómo fue que este levantamiento prevaleció, cuando muchos otros intentos en muchos otros países no lo lograron? Y luego, ¿quiénes serán los ganadores y los perdedores en Túnez, en otras partes del mundo árabe, y en el sistema-mundo completo?

No es fácil rebelarse contra un régimen autoritario. El régimen tiene armamento y dinero a su disposición, y normalmente puede suprimir con facilidad los intentos de desafiarlo que ocurren en las calles. Actos simbólicos, como la autoinmolación del vendedor ambulante en un poblado tunecino remoto, Mohamed Bouazizi, en protesta contra los caprichosos actos de los agentes del régimen, pueden encender a otros a que protesten, como ocurrió en Túnez. Pero para que dicho acto conduzca al derrocamiento del régimen, éste debe tener fisuras.

En este caso, es claro que había tales fisuras. Ni el ejército ni la gendarmería estaban preparados para disparar contra los manifestantes, y le dejaron esta tarea a la guardia presidencial de elite. No fue suficiente, y el presidente Zine el-Abidine Ben Ali y su familia tuvieron que huir, y sólo lograron hallar refugio en Arabia Saudita. Que había fisuras en el régimen queda claro por el hecho de que al intentar sobrevivir a la tormenta, las principales figuras del partido de Ben Ali se aseguraron de arrestar a la figura clave de la maquinaria represiva de Ben Ali, Abdelwahab Abdallah, con tal de que éste no los arrestara a ellos. Recordemos cómo fue que, tras la muerte de Stalin, sus sucesores arrestaron de inmediato a Lavrenti Beria, por la misma razón.

Por supuesto, después de que huyera Ben Ali, el mundo entero aplaudió, con la sola excepción de Kaddafi de Libia y Berlusconi de Italia, que continuaron defendiendo las virtudes de Ben Ali. El principal respaldo exterior de Ben Ali, Francia, se avergonzó lo suficiente como para confesar sus errores de juicio. Estados Unidos, habiendo dejado a Túnez en las supuestamente seguras manos de los franceses, no sintió la necesidad de ofrecer unas disculpas semejantes.

Como todo mundo anota, el ejemplo de Túnez impulsó a que en las calles árabes de otras partes se siguiera un camino semejante; los ejemplos más notables al momento están en Egipto, Yemen y Jordania. Mientras escribo, es poco seguro que el presidente Hosni Mubarak de Egipto sea capaz de sobrevivir.

¿Quiénes son los ganadores y los perdedores? No sabremos en por lo menos seis meses, tal vez más, quiénes llegarán, de hecho, al poder en Túnez, en Egipto, en realidad en todo el mundo árabe. Los levantamientos espontáneos crean una situación como la de Rusia en 1917 cuando, según la famosa frase de Lenin, el poder está en las calles, y por tanto una fuerza decidida y organizada puede tomarlo, que fue lo que hicieron los bolcheviques.

La real situación política en cada uno de los estados árabes es diferente. No hay Estado árabe en la actualidad que tenga un partido radical, laico, organizado, como los bolcheviques, que esté listo para intentar tomar el poder. Hay varios movimientos liberales burgueses a los que les gustaría jugar un mayor papel, pero pocos parecen tener una base importante. Los movimientos más organizados son los islamitas. Pero estos movimientos no tienen un solo color. Sus versiones de un Estado islámico van de los relativamente tolerantes hacia otros grupos, como el que existe ahora en Turquía, a la severa versión de la sharia (como los talibanes ejecutan en Afganistán), con variedades intermedias como la Hermandad Musulmana en Egipto.

¿Pero qué pasa con los poderes externos, que están profundamente involucrados en intentar controlar la situación? El principal actor externo es Estados Unidos. Un segundo actor es Irán. Todos los otros –Turquía, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China– son menos importantes sin dejar de ser relevantes.

El gran perdedor de la segunda revuelta árabe es claramente Estados Unidos. Uno lo constata en la increíble vacilación del gobierno estadunidense en este momento. Estados Unidos (como cualquiera de las otras potencias importantes en el mundo) sitúa un criterio por encima de todos los demás: los regímenes que le son amigables. Washington quiere estar del lado de los ganadores, siempre y cuando el ganador no le sea hostil. ¿Qué hacer entonces en una situación como la de Egipto, que en el presente es virtualmente un Estado clientelar de Estados Unidos? Washington queda reducido a hacer llamados públicos en pos de más democracia, de que no haya violencia, y de negociaciones. Tras bambalinas, parecen haberle dicho al ejército egipcio que no avergüence a Estados Unidos disparándole a demasiadas personas. ¿Pero puede sobrevivir Mubarak sin dispararle a mucha gente?

La segunda revuelta árabe ocurre en medio de una caótica situación mundial en la que dominan tres rasgos: una caída en los estándares de vida de dos terceras partes de la población mundial, escandalosos incrementos en los ingresos actuales de un estrato alto relativamente pequeño y una seria decadencia del poder efectivo de la así llamada superpotencia, Estados Unidos. La segunda revuelta árabe, no importa cómo resulte, erosionará aún más el poderío estadunidense, especialmente en el mundo árabe, precisamente porque la única base segura de la popularidad política en estos países, hoy, es la oposición a que Washington se inmiscuya en sus asuntos. Aun aquéllos que normalmente quieren el involucramiento de Estados Unidos, y dependen de éste, encuentran peligroso continuar en esa postura.

El mayor ganador externo es Irán. Sin duda el régimen iraní es visto con considerable sospecha, en parte porque no es árabe y en parte porque es chiíta. Sin embargo, es la política estadunidense la que le otorgó a Irán su regalo más grande, el derrocamiento de Saddam Hussein. Saddam era el más fiero y eficaz enemigo de Irán. Los líderes iraníes probablemente profieren alguna bendición diaria para George W. Bush por su maravilloso regalo. Han construido sobre este golpe de suerte mediante una inteligente política con la que han demostrado estar listos para respaldar movimientos no chiítas tales como Hamas, siempre y cuando confronten fuertemente a Israel y la intrusión estadunidense en la región.

Un ganador menor es Turquía, que ha sido un anatema para las fuerzas populares en el mundo árabe por la doble razón de que es heredera del imperio otomano y una aliada cercana de Estados Unidos. El actual régimen electo popularmente, un movimiento islamita que no busca imponer la ley de la sharia sobre toda la población sino únicamente el droit de cité para la observancia islámica, se ha movido en dirección de apoyar la segunda revuelta árabe, aun con riesgo de comprometer sus anteriores buenas relaciones con Israel y Estados Unidos.

Y por supuesto, los ganadores más grandes de esta segunda revuelta árabe serán, con el tiempo, los pueblos árabes.

Traducción: Ramón Vera Herrera

Fuente: Rebelión

¿Cuál es la agenda oculta tras la decisión de Mubarak de no dimitir?

Crisis social en Egipto: Bonanza financiera para especuladores e inversores de Wall Street

Michael Chossudovsky
Global Research

Mubarak tomó la decisión de no dimitir en estrechas consultas con Washington. La administración estadounidense, incluidos sus servicios de inteligencia, habían identificado cuidadosamente los posibles escenarios. Si Washington hubiera instruido a Mubarak para que dimitiera, habría obedecido inmediatamente.

Su decisión de no dimitir sirve indeleblemente a los intereses estadounidenses y crea una situación de caos social e inercia política que a su vez genera un vacío en la toma de decisiones a nivel gubernamental.

La continuada crisis social ha ocasionado también una salida masiva de capital-dinero. Lo que esto significa, más concretamente, es que las instituciones financieras están confiscando las principales reservas oficiales en divisas extranjeras de Egipto.

El saqueo de la riqueza monetaria del país es parte integral de la agenda macroeconómica. El recién formado gobierno, a partir de las instrucciones de Washington, no ha dado ningún paso concreto para restringir la salida masiva de capital-dinero. Una crisis social prolongada implica la apropiación de inmensas cantidades de dinero.

Según fuentes oficiales, el Banco Central de Egipto tenía (antes de que se iniciara el movimiento de protestas) 36.000 millones de dólares en reservas de divisas extranjeras, así como un depósito adicional de 21.000 millones de dólares en instituciones bancarias internacionales, que, según se dice, constituyen las denominadas "reservas no oficiales". (Reuters, 30 de enero de 2011).

La deuda exterior de Egipto, que ha aumentado en más del 50% en los últimos cinco años, es del orden de 34.100 millones de dólares (2009). Esto significa que esas reservas del Banco Central se basan de hecho en dinero prestado.

A primeros de 2010 hubo una gran afluencia de depósitos de capital especulativo hacia los instrumentos de la deuda del gobierno egipcio.

Los flujos de divisas extranjeras hacia el país se cambian por libras egipcias, que después utilizan inversores y especuladores institucionales para comprar bonos del estado de alto rendimiento y letras del Tesoro (nominados en libras egipcias) con tasas de interés a corto plazo del orden del 10%.

La tasa de interés para los bonos del estado a largo plazo se disparó al 7,2% cuando estalló el movimiento de las protestas. ("Egypt Banks to Open Amid Concern Deposit-Run May Weaken Pound, Lift Yields – Bloomberg", 2 de enero de 2011):

Al iniciarse la crisis, los inversores internacionales poseían alrededor de 25.000 millones de dólares en letras del tesoro y bonos del estado egipcio, casi una quinta parte del total del mercado de letras del tesoro y alrededor del 40% del mercado interno de bonos del estado. Los inversores extranjeros controlaban también alrededor del 17% de la facturación del mercado de valores y disponían de alrededor de 5.000-6.000 millones de dólares en acciones egipcias. (Ibid)

En función de los acuerdos que mantiene con el FMI, a Egipto no se le permite realizar controles de divisas extranjeras. Todos esos depósitos de capital especulativo están ahora saliendo del país anticipándose a la devaluación de la libra egipcia. En los días anteriores al discurso de Mubarak, la fuga de capitales era del orden de varios cientos de millones de dólares al día.

En el no va más de las paradojas, Egipto deposita 21.000 millones de dólares en bancos comerciales en calidad de "reservas no oficiales", a la vez que los bancos comerciales adquieren un valor de 25.000 millones de dólares de la deuda egipcia con un rendimiento del orden del 10%. Lo que esto significa es que Egipto está financiando su propio endeudamiento.

El movimiento de protesta comenzó en un día festivo para los bancos. Aunque el cierre del mercado de valores y del sistema bancario interno había puesto un tapón a la salida de capital-dinero, la huida de inmensas sumas de capital instrumentadas por importantes instituciones financieraS se había producido ya en los días previos al movimiento de las protestas.

El sistema bancario egipcio volvió a abrir el 5 de febrero, dando lugar a un renovado proceso de huída de capital que llevó al agotamiento de las reservas del Banco Central y al correspondiente incremento de la deuda externa egipcia.

Se contempla una devaluación de al menos un 20%. Según la sección de divisas de los mercados emergentes de UBS, "la libra egipcia podría ‘fácilmente’ caer de nuevo alrededor de un 50%, hasta un cambio de 9 libras egipcias por dólar". (“FT.com/Currencies – Banks weigh risk of capital flight", 1 de febrero de 2010)

Una devaluación de más del 10% causaría enormes estragos sociales: los precios de los alimentos estarían dolarizados. Si se devalúa la libra egipcia, esto provocaría inevitablemente un nuevo aumento en los precios de los alimentos básicos, lo que daría lugar a un nuevo proceso de empobrecimiento.

Un escenario con devaluación de la moneda, aumento de la deuda externa, junto con un renovado paquete de medidas de austeridad patrocinadas por el FMI, conduciría inevitablemente a agravar la crisis social y a una nueva oleada de protestas.

El recién nombrado Ministro de Hacienda Samir Radwan está firmemente comprometido con los dictados de Washington que han servido para empobrecer al pueblo egipcio. En un comunicado contradictorio emitido el 3 de febrero, Radwan confirmó que "el gobierno no va a reducir los subsidios aunque aumenten los precios globales de los alimentos y materias primas. El gasto público se utilizará como herramienta ‘para conseguir la justicia social’, manifestó en una conferencia de prensa en El Cairo". (Bloomberg, 5 febrero 2011).

Radwan está cumpliendo las directrices del FMI/Banco Mundial: ninguna restricción a la huida de capitales. El Banco Central asegurará la conversión de los depósitos de capital especulativo en la moneda fuerte por parte de importantes instituciones financieras. Eso implica el saqueo de las arcas del Banco Central.

Con la fuga de capitales y la deuda interna transformado en deuda externa, el país se pone a disposición de los acreedores extranjeros:

Radwan dijo que Egipto cumplirá sus obligaciones con la deuda e instó a los inversores extranjeros a confiar en el país. "Se pagarán a tiempo todas las obligaciones", dijo Radwan el 4 de febrero en una entrevista telefónica desde El Cairo. "No vamos a demorarnos en el pago de ninguna obligación". (Bloomberg, 5 de febrero de 2011)

Irónicamente, la decisión de Mubarak de permanecer como jefe de Estado, con la aprobación de Washington, ha servido además para favorecer los intereses de los inversores institucionales, de los operadores de divisas y de los especuladores.

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

domingo, 6 de febrero de 2011

La plaga de Egipto

Dave Brown