jueves, 9 de julio de 2009

Ofreciendo a Israel nuevas oportunidades para la obstrucción

¿Darán los estados árabes a Israel más incentivos para la paz o más oportunidades para la obstrucción al incluir a 56 estados musulmanes en su iniciativa de paz? (Wissam Nassar / MaanImages)


Hasan Abu Nimah, The Electronic Intifada, 8 de julio de 2009

Israel nunca ha estado corto de pretextos para obstruir el progreso hacia una solución de paz en Oriente Medio. Sin embargo, los últimos movimientos para empujar a los Estados árabes y musulmanes a que normalicen relaciones con Israel como recompensa para que acepte un acuerdo de congelar la construcción de asentamientos probablemente proporcione a Israel más oportunidades para la obstrucción en vez de incentivos para la cooperación.

La Iniciativa de Paz Árabe (IPA), aprobada en la Cumbre Arabe de Beirut de 2002, ofreció a Israel la paz plena y vínculos normales con los 22 miembros de la Liga Árabe, a cambio de que Israel pusiera fin a su ocupación de las tierras árabes de las que se apoderó en 1967. Esta oferta ya involucraba a estados árabes que nunca habían estado vinculados directamente con el conflicto. En una etapa posterior, la IPA se amplió para incluir a los 56 miembros de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI).

Israel podría insistir ahora en que los 56 miembros de la OCI, así como todos los estados árabes, deben comprometerse primero con medidas específicas de normalización, y quizá incluso con el reconocimiento, antes de dar (Israel) ningún paso significativo.

Cualquier progreso hacia una solución pacífica del conflicto árabe-israelí puede por tanto tener que esperar hasta que Benín, Somalia, las Maldivas, Brunei, Afganistán, Irán, o Surinam, por ejemplo, decidan si están dispuestos a cumplir con las condiciones israelíes.

Después de establecer tratados de paz con Egipto en 1979 y Jordania en 1994, Israel necesita poner fin a su persistente conflicto con Siria, Líbano y los Palestinos. No es necesario que intervengan Bangladesh ni Burkina Faso.

Entonces, ¿por qué el ámbito de un conflicto, inicialmente limitado a pocos países, habría de ampliarse para implicar a estados remotos en varios continentes? ¿No proporciona esto validación a las falsas declaraciones de Israel de que el conflicto no se deriva de la usurpación israelí de una tierra y derechos específicos, sino de la incapacidad de los musulmanes - debido a su inherente antisemitismo - para aceptar un "estado judío"?

No hay nada en el derecho internacional que obligue a los Estados a establecer relaciones diplomáticas o a llegar a un acuerdo para la normalización de relaciones como parte de la resolución de conflictos. Este es un asunto soberano sobre el que los estados deciden voluntariamente o en el marco de acuerdos bilaterales. La ausencia de relaciones diplomáticas o de otro tipo entre los Estados no indica necesariamente relaciones hostiles, ni su existencia garantiza lo contrario.

La Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada meses después de la guerra de 1967, estableció las bases aceptadas de antiguo para resolver el conflicto. No requirió, ni siquiera mencionó tratados ni tampoco relaciones diplomáticas. Todo lo que exigió fue "la terminación de todas las reclamaciones o situaciones de beligerancia y el respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de cada Estado de la zona y su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, libres de amenazas o de actos de fuerza."

En este sentido, la resolución sólo se refiere a los estados de la zona, haciendo hincapié en las relaciones pacíficas y el reconocimiento mutuo. Pero todo eso puede garantizarse en ausencia de relaciones diplomáticas.

Tampoco los ocho puntos de la iniciativa de paz del 7 de agosto de 1981, presentada por el príncipe saudita Fahd, ofrece tratados de paz ni relaciones diplomáticas con Israel, a pesar de que esta iniciativa se puso en marcha apenas dos años después de que se firmara el tratado de paz egipcio-israelí.

Fue durante las negociaciones de paz con Egipto cuando Israel insistió en que el tratado debería incluir relaciones diplomáticas plenas con las embajadas residentes en las capitales relevantes. Resultaba duro para el pueblo árabe en ese momento imaginar la bandera de Israel ondeando en una capital árabe, pero desde entonces se ha convertido en un precedente. Por esta y muchas otras razones, la mayoría de los estados árabes boicotearon a Egipto por firmar una paz unilateral con Israel, y la Liga Árabe trasladó la sede de El Cairo a Túnez.

El plan de paz de Fahd de 1981, posteriormente adoptado en una cumbre árabe, estableció todos los elementos conocidos de lo que ha llegado a ser denominado la solución de dos Estados, cuya implementación habría de ser garantizada por la ONU: La retirada israelí de todos los territorios árabes ocupados en 1967 incluida Jerusalén, el desmantelamiento de todos los asentamientos judíos incluidos los de Jerusalén, garantizar la libertad de culto para todos en los santos lugares, afirmación del derecho de los palestinos a regresar a sus hogares e indemnización para aquellos que no deseen regresar, fideicomiso transitorio internacional en Cisjordania y la Franja de Gaza durante tan solo unos pocos meses y la creación de un Estado palestino con Jerusalén como su capital.

El plan del príncipe - después Rey - Fahd no era más que una elaboración de la resolución 242 y afirmaba igualmente que "Todos los Estados de la región deben poder vivir en paz en la región". Se trataba de redireccionar el tema en el camino correcto después de la desviación de Egipto. Obviamente, fue rechazado por Israel, que nunca consideró seriamente la evacuación del resto de los territorios ocupados (tras devolver el Sinaí a Egipto), los cuales ya había comenzado a anexionar o a colonizar.

Inicialmente, el programa sionista apuntó a Palestina - no necesariamente como fue definida en el marco del mandato británico; la idea era expandir Palestina al norte y al este para incluir partes de Líbano, Siria y Transjordania. La Liga Árabe, que buscaba en aquel momento confrontar la amenaza, estaba integrada por sólo siete estados: Siria, Arabia Saudita, Irak, Transjordania, Líbano, Egipto y Yemen.

Hasta aquel momento, independientemente de la competencia con la que se manejó, el conflicto se mantuvo en su contexto adecuado. Fue la Iniciativa de Paz Árabe de 2002 la que amplió innecesariamente la circunscripción de los estados beligerantes a la parte árabe y, a continuación añadió los 56 Estados miembros de la OCI. ¿Por qué dar a un enemigo tan intransigente como Israel, que nunca ofreció ninguna contribución positiva o significativa para la resolución del conflicto, semejante cantidad de influencia para obstaculizar y obstruir aún mas?

Hay dos explicaciones posibles. La primera es que la iniciativa árabe de 2002 no iba destinada fundamentalmente a Israel, sino a los Estados Unidos. Después del ataque del 11 de septiembre de 2001 algunos Estados árabes se vieron acusados de incubar la cultura del terrorismo que llevó a dichos ataques. Pueden haber creído que la forma más rápida para apaciguar a EEUU era ofreciendo concesiones a Israel.

Otra hipótesis es que durante mucho tiempo los gobiernos árabes han perdido cualquier tipo de iniciativa. Sus repetidas ofertas para resolver el conflicto en términos muy generosos fueron ignoradas. Habían declarado que la paz era su "opción estratégica" - de hecho asegurando a Israel que podría hacer lo que quisiera con la garantía de que los estados árabes nunca harían nada en respuesta a la agresión. Los árabes han estado repitiendo consignas vacías, como la "solución de dos Estados" durante décadas, mientras que sobre el terreno, Israel se ha asegurado de que no haya lugar para un segundo estado.

La Autoridad Palestina y los estados árabes que la apoyan han estado desesperadamente tratando de prolongar la vida de un muerto proceso de paz a través de negociaciones interminables sólo para fingir que hay movimiento, mientras la notable realidad nos golpea en la cara cada minuto recordándonos que ni Israel ni EEUU dan consideración alguna al servilismo árabe.

A falta de la capacidad de los Estados árabes para una acción colectiva eficaz, la única opción que quedaba para disfrazar la debilidad árabe era aumentar la generosidad con la esperanza de conseguir que Israel por fin prestase atención. Pero, dado que los árabes ya han concedido todo lo que pueden conceder, decidieron ofrecer también la normalización de relaciones con los estados musulmanes como recompensa a Israel. El otro lado, consciente de que estas medidas se derivan de la indefensión y no de la fuerza, no las tomará en serio, excepto como más oportunidades para avanzar con su propio y agresivo programa.

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Hasan Abu Nimah ha sido representante permanente de Jordania ante las Naciones Unidas. Este ensayo apareció por primera vez The Jordan Times y se vuelve a publicar con permiso del autor.

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