Las masas de Egipto no serán aliadas de Israel
Gideon Levy, Haaretz (1)
Hace tres o cuatro días, Egipto estaba aún en nuestras manos. La miríada de expertos, incluido nuestro principal experto en asuntos egipcios Benjamin Ben-Eliezer, dijo que "todo está bajo control", que El Cairo no es de Túnez y que Mubarak es fuerte. Ben-Eliezer dijo que había hablado por teléfono con un alto funcionario egipcio, quien le había asegurado que no había nada de qué preocuparse. Puede usted confiar en Fuad y Hosni, ambos a punto de ingresar en la categoría de ex.
La noche del viernes todo cambió. Resultó que las estimaciones de la inteligencia israelí, que estaban siendo repetidas hasta la saciedad por los analistas de la corte, volvían a ser… bueno, no precisamente el epítome de la exactitud. El pueblo de Egipto tenía algo que decir y el descaro de no avenirse a los deseos israelíes. Un instante antes de que el destino de Mubarak quede sellado ha llegado el momento de que Israel sacar sus conclusiones.
Lo que ocurre en Egipto no es una plaga tenebrosa, sino un rayo de luz en el Nilo. El fin de un régimen apuntalado por las bayonetas es algo que está anunciado. Puede durar años, y la caída a veces llega en el momento menos esperado, pero al final sucederá. No sólo de Damasco y Ammán, Trípoli y Rabat, Teherán Pyongyang: Ramallah y Gaza también van a sentir las ondas de choque.
La hipócrita y santurrona división que hacen los EEUU y Occidente entre los países pertenecientes al "eje del mal" y los países "moderados" se ha derrumbado. Si existe un eje del mal, entonces ese eje aglutina a todos los regímenes no democráticos, incluyendo a los "moderados", "estables" y "pro-occidentales". Egipto hoy, mañana Palestina. Ayer Túnez, mañana Gaza.
No sólo están destinados a caer el régimen de Fatah en Ramallah y el régimen de Hamas en Gaza, sino que quizás un día también caiga la ocupación israelí, que indudablemente reúne todos los requisitos de tiranía criminal y de régimen malvado. También la ocupación israelí se sostiene exclusivamente por la fuerza de las armas. También ella es odiada por todos los estratos del pueblo al que oprime, aunque éste se halle indefenso, desorganizado y sin recursos frente a un ejército poderoso. Esta es la primera conclusión: es mejor acabar bien, con acuerdos basados en la justicia y no en el poder, antes de que las masas tomen la palabra y consigan desterrar las tinieblas por su propia mano.
Una segunda conclusión, no menos importante: las alianzas selladas con regímenes impopulares pueden colapsar de un día para otro. Mientras que las masas egipcias y de todo el mundo árabe sigan viendo las imágenes de tiranía y violencia de los territorios ocupados, Israel no podrá ser aceptada, por mucho que resulte aceptable para un puñado de regímenes.
El régimen egipcio se convirtió en aliado de la ocupación israelí. El asedio conjunto de Gaza es una prueba irrefutable de ello. Al pueblo egipcio no le gustó. A los egipcios nunca les gustó el acuerdo de paz con Israel por el que Israel se comprometió a "respetar los derechos legítimos del pueblo palestino" y que nunca cumplió. En lugar de eso, lo que el pueblo de Egipto vio fueron las imágenes de la Operación Plomo Fundido.
Para ser aceptado en la región no es suficiente tener un puñado de embajadas. Tiene que haber también embajadas de buena voluntad, una imagen justa y un Estado que no sea un ocupante. Israel tiene que abrirse camino hasta el corazón de los pueblos árabes, que nunca aceptará la continua represión de sus hermanos, aunque sus ministros de inteligencia sigan cooperando con Israel.
Si hay algo que comparten todas las facciones de la oposición egipcia es su odio cerval a Israel. Ahora sus representantes van a tomar el poder e Israel se va a encontrar en una situación difícil. Tampoco va a quedar nada del éxito virtual del que Netanyahu alardeaba tan a menudo: la alianza con los regímenes árabes “moderados” en contra de Irán. Una verdadera alianza con Egipto y sus Estados hermanos sólo puede basarse en el fin de la ocupación, como desea el pueblo egipcio, y no en un enemigo común, como interesa al régimen.
Las masas del pueblo egipcio -por favor, no lo olviden: todos sus sectores- han tomado su destino en sus manos. Hay algo impresionante y exultante en ello. Ningún poder, ni siquiera el de Mubarak, que tanto le gusta a Ben-Eliezer, puede vencerlas. En Washington ya se ha comprendido la gravedad del momento y se han apresurado a disociarse de Mubarak para hallar gracia ante los ojos de su pueblo. Eso mismo ocurrirá tarde o temprano en Jerusalén.
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(1) http://www.haaretz.com/misc/article-print-page/the-egyptian-masses-won-t-play-ally-to-israel-1.340080?trailingPath=2.169,2.225,2.227,
Traducido para Rebelión por LB
Viñeta: Mr FISH
martes, 1 de febrero de 2011
Ha comenzado la revolución árabe que derribará la ocupación de Palestina
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