Por John Pilger - Zmag
11 de Junio, 2009
A las 7.30 de la mañana del 3 de junio, un bebé de siete meses murió en la unidad de cuidados intensivos del European Gaza Hospital en la Franja de Gaza. Su nombre era Zein Ad-Din Mohammed Zu'rob, y tenía una infección pulmonar que se podía tratar.
Al denegárseles el equipo básico, los médicos de Gaza no pudieron hacer nada. Durante semanas, los padres del niño estuvieron solicitando un permiso a los israelíes para poder llevarle a un hospital de Jerusalén, en donde se habría salvado. Al igual que mucha gente desesperadamente enferma que solicita estos permisos, a los padres les dijeron que nunca lo habían solicitado. Incluso aunque hubieran llegado al cruce de Erez con un documento israelí en sus manos, lo más probable es que habrían sido despachados de vuelta por rechazar las exigencias de los oficiales para que espiaran o colaboraran de alguna manera. "¿Es una exageración irresponsable", preguntó Richard Falk, el relator especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados y profesor emérito de Derecho internacional en la Universidad de Princeton, que es judío, "asociar el tratamiento de los palestinos con [el] criminalizado record nazi de atrocidad colectiva? Creo que no."
Falk estaba describiendo la masacre israelí en diciembre y enero de cientos de civiles inocentes en Gaza, muchos de ellos niños. Los reporteros le han llamado a esto una "guerra". Desde entonces, la normalidad ha vuelto a Gaza. La mayoría de los niños están desnutridos y enfermos, y casi todos presentan síntomas de alteración psiquiátrica, como horribles pesadillas, depresión e incontinencia. Hay una larga lista de artículos que Israel prohíbe que entren en Gaza. Entre ellos se incluye el equipo para limpiar los detritos tóxicos de las municiones estadounidenses de Israel, que se sospecha son la causa del aumento de la tasa de cáncer. Juguetes y material de parques infantiles, como toboganes y columpios, también están prohibidos. Vi las ruinas de un parque infantil, cosidas a balazos, por haberlo usado los "colonos" de Israel como objetivo de francotiradores.
Al día siguiente de la muerte del bebé Zu'rob en Gaza, el Presidente Barack Obama pronunció su "histórico" discurso en El Cairo, "para llegar al mundo musulmán", según informó la BBC. "Aunque devasta familias palestinas, la continua crisis humanitaria en Gaza", dijo Obama, "no ayuda a la seguridad de Israel." Eso fue todo. El asesinato de 1.300 personas en lo que hoy es un campo de concentración mereció 17 palabras, pronunciadas como interés por la "seguridad" de los asesinos. Esto era de entender. Durante la masacre del mes de enero, Seymour Hersh informó que "el equipo de Obama hizo saber que no iba a oponerse a los planes de reabastecimiento de "bombas inteligentes" y otros artefactos de alta tecnología que ya estaban fluyendo a Israel" para su uso en Gaza.
La única crítica de Obama a Israel fue que "Estados Unidos no acepta la legitimidad de la continuación de los asentamientos israelíes... Es hora de detener estos asentamientos". Estas fortalezas en territorio palestino, ocupadas por fanáticos religiosos de Norteamérica y de otras partes, han sido condenadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y por la Corte Penal Internacional. Obama no hizo explícitamente ninguna mención de los asentamientos que ya plagan como colmenas los territorios ocupados y hacen imposible un Estado Palestino independiente, lo cual es su propósito.
Obama exigió que el "ciclo de sospechas y discordia debe acabarse". Cada año, durante más de una generación, la ONU ha instado a Israel a que ponga fin a su ocupación ilegal y violenta de la Palestina post-1967 y ha votado a favor del "derecho del pueblo Palestino a la autodeterminación". Cada año, los que han votado en contra de estas resoluciones han sido los gobiernos de Israel y de Estados Unidos y una o dos de las dependencias de América en el Pacífico; el año pasado Robert Mugabe de Zimbabwe se sumó a ellos.
Este es el verdadero «ciclo» en el Oriente Medio, del que rara vez se informa como el implacable rechazo del imperio de la ley por parte de Israel y de Estados Unidos: una ley en cuyo nombre la ira de Washington cayó sobre Saddam Hussein cuando invadió Kuwait, una ley que, de ser respetada y cumplida, traería la paz y la seguridad a ambos, a Palestina y a Israel.
En cambio, Obama habló en El Cairo, como si su gobierno y las administraciones anteriores de la Casa Blanca fueran neutrales, casi agentes divinos de la paz, en lugar de rapaces sostenedores y suministradores del invasor (junto con Gran Bretaña). Esta ilógica Orwelliana sigue siendo la norma para lo que los periodistas occidentales denominan "conflicto israelo-palestino", del que casi nunca se informa en términos de la ley, de lo correcto y lo incorrecto, de justicia e injusticia - Darfur, sí, Zimbabwe, sí, pero nunca Palestina. El fantasma de Orwell se agitó de nuevo cuando Obama denunció "los extremistas violentos en Afganistán y ahora en Pakistán [que están] decididos a matar a tantos estadounidenses como puedan". La invasión y las masacres estadounidenses en estos países ni se mencionaron. Eso, también, es divino.
Naturalmente, a diferencia de George W Bush, Obama no ha dicho que "o estáis con nosotros o contra nosotros". Se sonrió y pronunció "muchos párrafos de elocuencia musical y una superficial selección de citas del Santo Corán", como señaló el abogado internacional americano John Whitbeck. Más allá de esto, Obama no ofreció ningún cambio, ningún plan, sólo un "gastado y moralmente en quiebra mantra americano [que] en esencia sostiene que sólo los ricos, los fuertes, los opresores y los que defienden la injusticia (especialmente los estadounidenses y los israelíes) tienen derecho a utilizar la violencia, mientras que los pobres, los débiles, los oprimidos y las víctimas de la opresión deben... someterse a su destino y aceptar cualesquiera migajas que sus superiores puedan magnánimamente estimar adecuado dejar caer de su mesa". Y no ofreció ni el más mínimo reconocimiento de que la mayor cantidad de víctimas del terrorismo en el mundo son personas de fe musulmana - un terrorismo de origen occidental que no se atreve a pronunciar su nombre.
En su "alcance" en El Cairo, como en su discurso "anti-nuclear" de Berlín, como en la "esperanza" que hiló en su toma de posesión, este inteligente joven político está representando el papel para el que fue reclutado y promocionado. Esto es para presentar un rostro benigno, seductor, e incluso renombrado del poder americano, que pueda luego avanzar hacia su objetivo estratégico de dominación, prescindiendo de los deseos del resto de la humanidad y de los derechos y las vidas de nuestros hijos.
Viñetas: Ben Heine
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