Pepijn van Houwelingen
Electronic Intifada
La carnicería provocada por la reciente invasión israelí de Gaza sacó a las calles a un gran número de consternados europeos para participar en manifestaciones contra la guerra. En las principales capitales como Madrid, Bruselas, Roma, Berlín y Londres, miles de personas acudieron a las manifestaciones para dejar claro a sus gobiernos que lo que estaba sucediendo era inaceptable. Pero, sus protestas contra el masivo uso de una fuerza letal por parte de Israel, no quedaron reflejadas en las declaraciones y medidas tomadas por sus países, representados por la más relevante institución política de Europa, la Unión Europea, que no modificó su política de statu quo en sus relaciones con Israel.
Es cierto que la UE condenó la conducta de Israel (siempre mencionando al mismo tiempo el lanzamiento de cohetes palestinos) y exigió un alto el fuego inmediato, algo que Estados Unidos, como estaba previsto, no hizo. Además, varios miembros del Parlamento Europeo expresaron su indignación ante la destrucción de Gaza. El liberal demócrata británico, Chris Davies, por ejemplo, dijo durante un debate parlamentario celebrado el 14 de enero, que la guerra era “un horror” y que Israel “había convertido Gaza en un infierno” con sus “máquinas asesinas del siglo XXI.”
No obstante, a pesar de éstas y otras denuncias, la UE no tomó medida alguna que pudiera ser percibida tan siquiera como una vaga crítica de Israel y puso mucho interés en no “singularizar” al país. Esta aparente ambigüedad es típica de la actitud de la UE. A principios de diciembre del año pasado, el Parlamento Europeo suspendió una votación relativa a mejorar o no las relaciones con Israel. Pero, dos días después, la medida fue aprobada por el Consejo de Ministros de la UE, donde los 27 ministros de Asuntos Exteriores europeos votaron en su totalidad a favor de incrementar esas relaciones, lo que va a permitir a los ministros israelíes reunirse regularmente con sus colegas europeos para mantener conversaciones sobre diversos asuntos estratégicos. Incluso aunque los proyectos de convertir a Israel en “socio privilegiado” hayan quedado congelados, se ha enfatizado al afirmar que no se trata de una sanción sino simplemente de “una pausa” (véase, Ian Traynor, Europe stalls on closer Israel links in Gaza protest, Guardian, 14 de enero de 2009.) Es por lo tanto probable que las conversaciones se lleven a cabo pasado un tiempo, lo que de hecho quiere decir que Israel todavía se encuentra en proceso de integrarse en el mercado europeo como miembro casi de derecho de la UE.
El acceso al mercado europeo y la posibilidad de influir en la toma de decisiones europeas son extremadamente importantes para Israel. Aunque la UE no tiene la autoridad moral de la ONU ni la visibilidad política de Estados Unidos, es en realidad un importante agente en la región. Actualmente la UE es el principal mercado para las exportaciones de Israel y el segundo en importaciones (tras EEUU.) Más aún, la UE forma parte del denominado “Cuarteto” para Oriente Próximo- con el escasamente creíble Tony Blair como representante- que apoya la solución de los dos Estados para el conflicto israelí-palestino. Hablando claro, la dedicación de la UE a esta solución ha sido expresada básicamente a través de los euros. En 2008, se donaron a los palestinos 468 millones de euros (666 millones de dólares), la mayoría de los cuales (258 millones de euros) fueron directamente a la Autoridad Palestina (Véase, European Comisión External Relations, EC Assitance to the Palestinians, 19 de enero de 2009.) Otros beneficiarios fueron la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) y varias organizaciones israelíes y palestinas de la sociedad civil.
La Unión Europea siempre ha intentado parecer imparcial y equitativa en sus relaciones con Israel y los palestinos. Es cierto que abiertamente no favorece a una parte en detrimento de la otra y ha demostrado una mayor simpatía hacia los palestinos que Estados Unidos. Pero un análisis más a fondo de adónde llegaron realmente los euros donados, revela que la política europea sólo ha contribuido al politicidio de los palestinos.
Por el solo hecho de apoyar a instituciones políticamente incompetentes como la Autoridad Palestina y la UNRWA, la UE ha fracasado realmente en defender los derechos políticos de los palestinos. El ámbito de acción de la AP es, en cualquier caso, muy limitado, y los Acuerdos de Oslo de mediados delos años 1990, intrínsecamente equivocados, han conducido a una situación en la que los palestinos se han convertido principalmente en vigilantes de su propia ocupación. Además, la principal tarea de la UNRWA es la de mantener vivos y hacer algo soportable la vida de millones de refugiados palestinos a los que tiene registrados, pero su explicito mandato apolítico y la existencia de una “distancia de protección”(el hecho de que los refugiados palestinos acogidos en la esfera de actuación de la UNRWA no pueden acogerse a la protección y ayuda del mucho más influyente Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados) ha dejado a la mayoría de los refugiados palestinos sin protección política o legal.
Ahora que las infraestructuras de Gaza han quedado arrasadas por las avanzadas armas de Israel, la UE ha centrado su atención en la reconstrucción. Es de extrema importancia que se destine bastante dinero para que los palestinos de la franja de Gaza superen sus dificultades y reconstruyan sus hogares. Pero, al mismo tiempo, resulta sumamente irónico que los donantes internacionales como la UE, “amigos” de Israel, tengan que pagar para recuperar una zona destruida por los israelíes con armas vendidas por algunos de los mismos Estados miembro de la Unión Europea. Una vez más, la situación es ilustrativa de la postura de UE: Israel no sufre las consecuencias de sus actos mientras que a los palestinos se les concede generosamente apenas el derecho a sobrevivir.
Evidentemente, gran número de palestinos depende en la actualidad de la ayuda europea para su supervivencia, y es por ello que la UE tiene la responsabilidad de proporcionarles el apoyo preciso. Pero cuando la UE decidió el año 2006 suspender sus pagos a la AP tras la victoria electoral de Hamás, se hizo evidente que la Unión Europea no asume en su totalidad la responsabilidad contraída. Sobre todo, su decisión demostraba claramente cómo la UE prefiere financiar políticamente a agentes inofensivos, posibilitándoles sólo la manera más básica de supervivencia en lugar de dar auténtico apoyo a los derechos totales de los palestinos.
Al ser el mayor donante de ayuda a los palestinos y el principal socio comercial de Israel, la UE tiene el potencial para desarrollar un papel más importante y proteger los derechos de los palestinos. Eso daría consistencia y credibilidad a su discurso de defensa de los derechos humanos y actuaría como una “fuerza positiva”. Pero, al adoptar una actitud supuestamente neutral y condicionada por la posición del Cuarteto, que representa típicamente el menor común denominador imaginable, los Estados miembro de la UE revelan su desinterés en proteger a los palestinos salvo de morir de hambre. En última instancia, una equidistancia como la de la UE carece de cualquier sentido cuando una de las partes es un Estado desarrollado e industrial con un enorme y altamente mecanizado ejército, mientras la otra es un pueblo sistemáticamente oprimido, ocupado y empobrecido. Así, “la objetividad” toma partido por el opresor frente al oprimido. Resulta obvio que este último precisaría de una serie de medidas protectoras para garantizar sus derechos y habida cuenta de que no existen, el politicidio de los palestinos continúa sin amainar con el consentimiento mudo de la UE. Para los europeos que creen que sus países y la UE deberían tomar una actitud firme frente a Israel, la pregunta fundamental es: ¿Qué pueden hacer? Es importante comprender que la tragedia de Palestina no radica exclusivamente en los brotes aislados de violencia sino también en la injusticia creciente que se inflige sobre los palestinos, como la expansión de las colonias en Cisjordania- algo bien conocido por la Unión Europea. En consecuencia, se debería comprender que manifestarse (por medio de protestas o por otros diferentes) solo frente a los casos de graves agresiones israelíes no es suficiente. El incremento de las relaciones Israel-UE y el hecho de que puede convertirse en un “socio privilegiado” no es muy conocido entre los ciudadanos europeos. Se trata de asuntos significativos, y los esfuerzos deberían centrarse en llamarles la atención y comunicar a los dirigentes europeos que recompensar a Israel por su mal comportamiento no es el camino a seguir. Seguramente resulte difícil contrarrestar los enormes intereses económicos que están en juego, pero no hay excusa para seguir sin hacer nada mientras la UE se convierte en un cómplice pasivo en la perpetuación de las terribles experiencias de los palestinos.El boicot en marcha, la desinversión y las campañas de sanciones pueden servir como medio para comunicar estos temas.
Más aún, lo que se necesita es una política más activa para proteger y reforzar los derechos políticos palestinos. Para Estados Unidos, el paso más importante es asumir seriamente la voluntad de los palestinos y aceptar los resultados de sus elecciones, cualquiera que sea el partido que resulte victorioso. Así se demostraría que “democracia” y “derechos humanos” son algo más que simples tópicos, válidos sólo cuando políticamente son rentables. Aunque resulte bastante obvio, la UE hasta ahora ha fracasado en demostrar que está seriamente a favor de los derechos humanos de los que con tanta frecuencia habla. Finalmente, los propios palestinos deben alcanzar sus objetivos políticos y no esperar que la UE se los otorguen. Pero en la situación actual, Europa podría y debería jugar un papel en posibilitar que los palestinos ejerciten su derecho a tener algo que decir sobre su propio destino.
En realidad, Javier Solana, representante de la UE para Asuntos Exteriores, tenía bastante razón cuando dijo que “los parámetros para llegar a una solución son conocidos” pero que se precisa “voluntad política” (Véase, European Parliament Press Release, Highlights of Brussels plenary session, 18 de febrero de 2008). Ciertamente se trata de algo que debe aplicarse a la propia Unión Europea, pero también a los europeos, preocupados por su responsabilidad en la opresión y la ocupación de Palestina, que harían bien en reflexionar sobre ello.
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Pepìjn van Houwelingen es un doctorando holandés en el Departamento de Relaciones Políticas Internacionales del Royal Holloway de Londres. Su tesis doctoral investiga el impacto de la Política Exterior Europea en Oriente Próximo. Anteriormente ha trabajado en Belén para BADIL, centro de investigación (http://www.badil.org/).
Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre
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