Occidente ha seguido la consigna de Bush de no meterse con el Estado judío
EUGENIO GARCÍA GASCÓN - CORRESPONSAL - 20/04/2009 20:00
El 6 y el 7 de febrero de 2006 The Guardian publicó un informe que todavía puede consultarse en la red. Su autor, Chris McGreal, que durante varios años había sido corresponsal en Suráfrica e Israel, comparó la aplicación del racismo en estos dos países y la peor parte se la llevó el Estado sionista.
Esto no puede sorprender a quien siga con atención la información procedente de Israel y los territorios ocupados. Continuamente llegan a este país visitantes de Sudáfrica, ministros y líderes en general, que sin excepción se quedan pasmados con lo que ven, y coinciden en señalar que lo que ocurre aquí es mucho peor de lo que ocurría en la Suráfrica del apartheid.
Sin embargo, se ha llegado a una situación extraña en la que no se permite hablar mal de Israel, ni de su política en los territorios ocupados y dentro del Estado con respecto a los palestinos del 48, puesto que si se hace se corre el riesgo cierto de ser considerado un "antisemita". Esto ocurre con los medios de comunicación, pero muy especialmente entre la clase política.
Hace un año, la televisión hebrea difundió una esclarecedora secuencia del presidente estadounidense George Bush hablando desde el Despacho Oval. En un momento, Bush se detenía unos segundos, miraba fijamente a la cámara y con un semblante serio decía "No critiquéis a Israel". Ése era el escueto mensaje de su alocución al mundo.
Seguidismo
Los líderes occidentales han asumido las palabras de Bush hasta un extremo que no puede extrañar que sus representantes abandonen una sesión de la ONU porque se critica el racismo de Israel, el mismo que en su día observó The Guardian o el que a diario denuncian los líderes surafricanos que vienen a esta tierra.
Seguramente Mahmud Ahmadineyad no es la persona más indicada para criticar el racismo de Israel, pero quienes debieran hacerlo prefieren guardar silencio y permitir que las discriminaciones que sufren los árabes de Israel y los palestinos de los territorios ocupados, y que son de todo tipo, sigan adelante sin que se les busque un remedio.
Esos diplomáticos europeos que ayer abandonaron la sesión son los mismos que se callan y vuelven la vista hacia otra parte, los mismos que alimentan con su comportamiento la constante discriminación que existe en Israel contra todo aquel que no es judío por la gracia de Dios.
Irán no es un paradigma de democracia, pero al menos no ha agredido a nadie desde hace siglos. Es una teocracia, pero no hay que olvidar que en Israel existe otra teocracia que se desarrolla en paralelo gracias al dinero del Estado y de los donantes judíos teócratas que viven en Occidente.
Los líderes israelíes justifican la ferocidad con que amenazan a diario a Irán diciendo que los ayatolás persiguen la bomba atómica, pero lo cierto es que Israel ha arremetido contra Irán desde el mismo día que fue derrocado el Shah, en 1979. El Irán de Reza Pahlevi era el principal consumidor de bienes israelíes y los israelíes quieren que esto vuelva a repetirse cuanto antes, aunque parece bastante improbable.
La amenaza de destruir Israel que aparentemente formuló Ahmadineyad hace un par de años es posible que nunca existiera. Lo sostienen historiadores de la altura de Juan Cole, de Michigan University. En cualquier caso, es difícil saber quién tiene más ganas de destruir a quién. Según el último número del Sunday Times, Israel ya ha decidido bombardear Irán en un futuro próximo.
La situación actual es muy satisfactoria para Israel, puesto que la atención internacional se dirige a Irán y se olvida, por ejemplo, que en los dos últimos años Israel ha incrementado los controles militares en Cisjordania de 521 a 699. Mientras tanto, Israel también continúa multiplicando la construcción para colonos judíos en los territorios palestinos
Fuente: PUBLICO
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