viernes, 29 de mayo de 2009

El Sr. Abbas va a Washington

El presidente estadounidense Barack Obama se reúne con el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el 28 de mayo de 2009. (Saul Loeb/Getty Images)


Ali Abunimah, The Electronic Intifada, 29 de mayo de 2009

Si la lista de invitados de la Oficina Oval es un indicador, el presidente estadounidense Barack Obama está manteniendo su compromiso para tratar de reactivar el proceso de paz árabe-israelí, muerto hace mucho tiempo. El 18 de mayo el presidente Obama recibió al nuevo primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu; el 28 de mayo se reunió con Mahmoud Abbas, líder de la Autoridad Palestina en Ramallah.

A medida que proceso se ponga en marcha, Estados Unidos - el principal proveedor de armas a Israel, su financiero y apologista internacional - se enfrenta a enormes obstáculos. Los Palestinos y los árabes en general desconfían profundamente de él, y la nueva administración no ha hecho mucho por restablecer la confianza. Obama, al igual que el ex presidente de EEUU George W. Bush, ha expresado su apoyo a un Estado palestino, pero no ha formulado ni la más mínima crítica a los bombardeos de Israel contra la Franja de Gaza - que mataron a más de 1.400 personas el pasado invierno, en su mayoría civiles - a pesar de las pruebas de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y los investigadores de Naciones Unidas sobre atroces crímenes de guerra israelíes. Ni ha presionado a Israel para que levante el bloqueo de Gaza, donde 1,5 millones de palestinos, la gran mayoría de los cuales son refugiados, están efectivamente encarcelados y privados de las necesidades básicas.

Obama ha dicho firmemente a Netanyahu que Israel debe dejar de construir asentamientos en tierras palestinas expropiadas en Cisjordania, pero las mismas palabras han sido pronunciadas por los predecesores del presidente. A menos que estas declaraciones vayan seguidas de una acción decisiva -quizás limitar las subvenciones de América a Israel- no hay razón alguna para creer que lo que se dice de boquilla, y que fracasó en el pasado, vaya a ser de repente más eficaz.

Por la parte palestina, Obama está hablando con el hombre equivocado: Según un estudio realizado en marzo por FAFO, una organización noruega de investigación, más de la mitad de los residentes en los territorios palestinos ocupados no consideran que Abbas sea el presidente "legítimo" de los palestinos. El ochenta y siete por ciento quiere que la facción Fatah, de la que Abbas es jefe, tenga líderes nuevos.

Hamas, por el contrario, resurgió de ataque de Israel sobre Gaza, con mayor legitimidad y popularidad. Ese ataque fue sólo el más reciente de los numerosos esfuerzos para derrocar al movimiento después de su decisiva victoria en las elecciones legislativas de 2006. Además del asedio israelí, entre dichos esfuerzos se incluye una fallida insurgencia por milicias anti-Hamas de estilo Contra, nominalmente leales a Abbas, y financiadas y entrenadas por Estados Unidos bajo la supervisión del teniente-general Keith Dayton. Si Obama hablara en serio respecto a impulsar el asunto, una de las primeras cosas que tendría que hacer es zanjar la política de la era Bush de apoyo a títeres palestinos y levantar el veto de América a los esfuerzos de reconciliación con miras a crear un liderazgo palestino unificado, representativo y creíble.

Ninguno de estos problemas es enteramente nuevo, aunque los retos, después de haberse enconado durante años, pueden ser más difíciles de abordar ahora. Netanyahu añadió, no obstante, un obstáculo cuando llegó a Washington. De acuerdo con su prevista estrategia de dilaciones, insistió en que los palestinos reconozcan el derecho de Israel a existir como un "estado judío" como condición para cualquier acuerdo de paz. Obama aparentemente hizo suya esta demanda cuando dijo: "Es de interés para la seguridad nacional de EEUU asegurar que se mantenga la seguridad de Israel como un estado judío independiente."

Israel ha presionado con esta demanda con mayor fervor cada vez, porque los palestinos están a punto de convertirse en la mayoría de población en el territorio que controla. Israel quiere asegurarse de que cualquier solución de dos Estados -algo que parece cada vez más dudoso incluso para los proponentes- mantenga una mayoría judía. Esto explica la antigua y pertinaz oposición del estado, en desacato del derecho internacional humanitario, al regreso de los refugiados palestinos que fueron expulsados o huyeron de sus hogares en lo que hoy es Israel.

Pero, ¿puede estar justificada la demanda israelí? Una lente útil para examinar su exigencia es el principio jurídico fundamental de que no hay derecho sin recurso. Si Israel tiene "derecho a existir como un Estado judío", entonces ¿qué puede hacer legítimamente si los palestinos que viven bajo su control "violan" este derecho al tener "demasiados" niños no judíos? ¿Puede Israel expulsar no judíos, multarles, privarles de la ciudadanía o limitar el número de hijos que pueden tener? Es imposible pensar en un "remedio" que no perpetre indignante violencia contra los principios universales de los derechos humanos.

¿Y si aplicamos esta exigencia de Israel a los Estados Unidos? Debido al rápido crecimiento de la población hispana en el último decenio, Texas y California ya no tienen mayoría blanca. ¿Podría cualquiera de estos estados declarar que tiene "derecho a existir como un estado de mayoría blanca" y tomar medidas para limitar los derechos de los no blancos? ¿Podría Estados Unidos declararse oficialmente como una nación cristiana y forzar a los judíos, musulmanes o hindúes a prometer lealtad a una bandera que lleva una cruz? Si bien estas medidas pueden resultar atractivas para un pequeño número de extremistas, serían impensables para a nadie que defienda los principios constitucionales del siglo XXI.

Pero los dirigentes israelíes proponen precisamente tales odiosas medidas.

Israel ya prohíbe vivir en el país a sus ciudadanos que se casan con no-ciudadanos palestinos -una medida de los activistas de derechos humanos han comparado con las leyes anti-mestizaje que en tiempos existían en Virginia y otros estados. El ministro de Exteriores Avigdor Lieberman ha defendido siempre que los casi 1,5 millones de Palestinos que son ciudadanos de Israel sean "transferidos" afuera del país a fin de mantener su mayoría judía.

Recientemente, el partido de Lieberman, Yisrael Beitenu, ha patrocinado o apoyado varios proyectos de ley destinados a reducir aún más los derechos de los no-judíos. Uno requiere que todos los ciudadanos, incluidos los palestinos musulmanes y cristianos, presten juramento de lealtad a Israel como estado judío. Otro propone castigar a cualquiera que conmemore la Nakba (el nombre que los palestinos dan a su desposesión forzada en los meses anteriores y posteriores al establecimiento del estado de Israel) con hasta tres años de prisión. Irónicamente, Lieberman es un inmigrante que se trasladó desde Moldavia a Israel hace tres décadas, mientras que la gente a la que él trata de expulsar y silenciar ha vivido en el país desde mucho antes de mayo de 1948.

Y en tanto Obama sigue recordándonos los "valores compartidos" de América con Israel, ha sido aprobado otro proyecto de ley en primera lectura en la Knesset esta semana. Según el diario israelí Yediot Ahronot, la ley prescribirá "un año de prisión a cualquier persona que hable contra el derecho de Israel a existir como estado judío y democrático" -- convirtiendo en un delito de pensamiento el defender que Israel debiera de ser un Estado democrático y no racial de todos sus ciudadanos.

Sería verdaderamente triste si el primer afro americano presidente de los Estados Unidos defendiera en Israel exactamente el tipo de fanatismo institucionalizado que el movimiento pro derechos civiles derrotó en este país, una victoria que hizo que su elección fuera posible.

Co-fundador de The Electronic Intifada, Ali Abunimah es autor de Un País: Una audaz propuesta para terminar con el impasse israelo-palestino (Metropolitan Books, 2006). Este artículo fue originalmente publicado por La Nación y es reeditado con permiso.

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