Fuente: Erin Cunningham*, IPS Noticias
Tomado de Palestina Libre
Un sinnúmero de cultivos de frutas han desaparecido de la franja de Gaza, y granjas enteras han sido demolidas. Los remanentes de las miles de casas destruidas emiten asbesto, mientras la infraestructura dilapidada vierte aguas residuales al mar Mediterráneo.
La profunda crisis ambiental que ya sufría la Gaza cercada se vio agravada por la última guerra.
A lo largo de toda la Operación Plomo Fundido, que duró tres semanas, Israel atacó casi toda la infraestructura de este territorio costero. Hogares, negocios, fábricas, redes eléctricas, sistemas de alcantarillado y plantas de tratamiento de agua fueron reducidas a montañas de escombros.
Según una evaluación preliminar del daño ambiental y de infraestructura, elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), el asalto israelí no sólo exacerbó las dificultades ya existentes de Gaza, sino que creó nuevas al contaminar tanto la tierra como los ambientes urbanos, dejando una pila de escombros sin precedentes.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció el mes pasado que enviaría un equipo de expertos a la franja de Gaza este mes para evaluar las principales amenazas a la población.
Antes de la guerra, la infraestructura de Gaza languidecía bajo tres años de sanciones y otros 18 meses de bloqueo conjunto egipcio-israelí que prohibía la importación de todos los bienes “esenciales”.
Muchas áreas de Gaza, particularmente los crecientes campamentos de refugiados, carecían de sistemas de saneamiento. Donde existían, no había generadores o electricidad racionada. La prohibición a la importación de materiales para su mantenimiento, como cemento, acero y cañerías, los condenaba al mal estado perpetuo.
Un informe divulgado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios apenas 10 días antes del lanzamiento de la Operación Plomo Fundido señalaba que al menos 80 por ciento del agua suministrada en Gaza “no cumplía los estándares de la Organización Mundial de la Salud para ser bebida”.
“El muy necesitado mantenimiento es impedido por la carencia de cañerías, partes y materiales de construcción. La degradación resultante del sistema supone un gran riesgo sanitario público”, indica el trabajo.
Las restricciones a los bienes y materiales dejaron a por lo menos 70 por ciento de la tierra agrícola de Gaza sin irrigación, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mientras las autoridades se han visto obligadas a lanzar aproximadamente 70 millones de litros de aguas servidas al mar cada día. La escasez de combustible hace que la recolección de residuos sea infrecuente, en el mejor de los casos.
Durante el ataque, los proyectiles israelíes afectaron los ya frágiles sistemas de saneamiento y de tratamiento de agua, haciendo que el agua potable y la contaminada se mezclaran en las áreas más populosas de Gaza.
Los tanques israelíes dañaron la planta de agua más grande de la franja, en el área de Sheikh Aljeen, haciendo que aguas servidas ahora se vuelquen directamente sobre los vecindarios, las granjas y el mar.
Cuarenta por ciento de los tanques de agua en los techos de las viviendas de Khan Younis fueron dañados o destruidos, y cuatro pozos fueron por completo arruinados en la ciudad de Gaza, en Beit Hanoun y Jabaliya, según el grupo Agua, Saneamiento e Higiene (WASH, por sus siglas en inglés), que trabaja bajo la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas.
“Después de la guerra, el mayor impacto se siente en las áreas septentrionales de Gaza, donde la mayoría de las redes de agua fueron destruidas”, dijo Najla Shawa, jefa de información de WASH. “En Khan Younis también, sólo 30 por ciento de la gobernación cuenta con una red de saneamiento”.
Diez millones más de litros de aguas servidas son lanzados más que antes de la guerra en el mar Mediterráneo, señaló WASH, amenazando la vida marina en la costa de Gaza.
Los misiles israelíes también dañaron fábricas en áreas urbanas residenciales y rurales, liberando químicos potencialmente tóxicos tanto en aire como suelo. Se dice que las pilas de escombros que continúan marcando el paisaje de Gaza contienen grandes cantidades de asbesto, una fibra mineral cancerígena usada comúnmente en la construcción.
“La basura de la demolición creada por las últimas hostilidades contienen potenciales materiales riesgosos, como el asbesto”, dijo a IPS en conversación telefónica desde Ginebra un representante de la oficina de Post-Conflicto y Administración de Desastres del PNUMA. “Los altos niveles de exposición al asbesto han estado vinculados con el cáncer de pulmón”.
Más de 20.000 edificios y 5.000 hogares fueron destruidos, según autoridades locales. Unas 600.000 toneladas métricas de escombros aún deben ser limpiadas.
En febrero, estudios sobre muestras del suelo de Gaza concluyeron que había fósforo blanco. La investigación fue realizada por la Universidad Técnica Yildiz en Estambul, Turquía.
El suelo de Gaza será afectado a largo plazo por el uso de Israel de fósforo blanco en la guerra, dijo Sameera Rifai, representante de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en los Territorios Palestinos Ocupados.
“El suelo de la tierra agrícola ahora está contaminado por las armas israelíes, particularmente el fósforo blanco”, dijo Rifai a IPS.
El fósforo blanco, un agente químico incendiario, puede permanecer incambiado en los sedimentos del suelo y en los cuerpos de los peces por muchos años, según la Agencia para el Registro de Enfermedades y Substancias Tóxicas de Estados Unidos.
* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible. Excluida la publicación en Italia.
jueves, 7 de mayo de 2009
La otra crisis en Gaza
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