viernes, 15 de mayo de 2009

El archipiélago de Palestina oriental


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JAVIER ESPINOSA desde Beirut

15 de mayo de 2009.- Cientos de miles de palestinos están conmemorando hoy el 61º aniversario de la jornada —infausta para ellos— en la que la creación de Israel propició asimismo la expulsión de sus familias de los territorios en los que habitaban desde hacía siglos.

En un discurso televisado que se pudo captar en los campos de refugiados de Beirut el jueves por la noche, Abu Mazen –el máximo responsable de la Organización para la Liberación de Palestina- se refirió al aniversario sin abandonar su habitual discurso plagado de promesas.

"Aspiramos a una paz justa e Israel debería darse cuenta después de todos estos años que por la fuerza nunca resolverá el conflicto y que todos los controles, asentamientos, el muro y el cerco (de Gaza) no matarán el deseo palestino. Tengo confianza que hoy, tras 61 años, el amanecer está llegando. Lo mismo que el estado. Es algo inevitable en la historia", concluyó en tono poético.

Las palabras de un líder cada día más precario no pueden ocultar el lúgubre escenario en el que se halla sumido el conflicto de Oriente Próximo especialmente después del advenimiento en Israel del gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu.

Un ejecutivo cuyo ministro de Exteriores, el extremista Avigdor Lieberman, apoya incluso el hecho de que se prohíba organizar en Israel cualquier acto que rememore lo que los palestinos y los árabes israelíes llaman la 'Nakba' (catástrofe). Para su formación, el simple gesto de recordar un hecho histórico debería ser penado con tres años de cárcel.

Pero no se trata sólo del ideario ultra de este gabinete cuyo primer ministro se niega siquiera a refrendar de forma pública la hipótesis de un futuro estado palestino. Cada vez son más los intelectuales, como Sari Nusseibeh, que se plantean si tal opción es todavía factible o deberían focalizar sus esfuerzos en conseguir una única entidad donde judíos, musulmanes y cristianos convivan unidos bajo los principios democráticos que rigen en Europa, donde la religión o la etnia sean irrelevantes.

Una tesis repetida por el ex diputado árabe israelí Azmi Bishara durante una conferencia que ofreció ayer en la Universidad Americana de Beirut. 'Exiliado' de Israel desde hace dos años —Tel Aviv le acusa de colaborar con Hizbulá—, Bishara defiende desde hace años un 'estado de ciudadanos' y no entidades confesionales, y argumentó que 'el apartheid israelí' comenzó en 1948, cuando se estableció precisamente 'un estado judío' en detrimento de la mayoría palestina que residía en esos territorios.

El hecho es que el imaginario estado palestino que ya se debía haber creado en la década de los 90 —según promovían los acuerdos de Oslo— ha quedado reducido a una imagen tan surrealista como la que difundió en marzo el francés Julien Bousac y que recupera 'Le Monde Diplomatique' en su edición de mayo. Ya no se refieren a Cisjordania sino al 'archipiélago de Palestina Oriental'. El plano ha transformado en 'mar' las zonas de ese territorio controladas por Israel, dejando una imagen donde se observan decenas de enclaves separados al estilo de los que mantuvo en su día el 'apartheid' sudafricano.

Intentando revisar con cierta ironía un entorno desquiciado, Bousac ha imaginado la existencia de 'islas' como 'la de Hebrón', la 'isla santa' (Belén) o la 'isla del Este' (Jericó), separadas entre sí por 'canales' como el de Itamar (en alusión a la colonia para judíos del mismo nombre) o la 'Bahía de Elón' (otro asentamiento). Todo ello sumergido en el gran 'mar de Israel'.

No se trata de un arrebato artístico sino de constatar una realidad basada en cantones separados por muros, carreteras 'sólo para israelíes', cientos de controles y bases militares. De hecho el autor se basó en los mapas que manejan ONGs israelíes como Btselem o Naciones Unidas.


(Un niño palestino muestra una llave simbólica durante una marcha callejera en el campo de refugiados palestinos de Burj al-Barajneh (Beirut) en conmemoración de la Nakba. AFP)

La propia comunidad palestina parece haberse sumado a este esfuerzo de desintegración y la división política que la carcome es tal que ya no se trata sólo de Hamas contra Fatah, sino de la más que posible escisión de este último partido, separado entre los seguidores de Abu Mazen y los que se le oponen.

"El movimiento se dirige hacia una nueva ruptura en la línea de las que se produjo Fatah al Intifada en los 80. La rebelión en Fatah está alcanzando el paroxismo tanto dentro de Palestina como fuera de ella. La división completaría el escenario surrealista palestino”, escribía el jueves el columnista del diario libanés 'Al Akhbar' Hussam Kanafi.

La opinión de Kanafi es compartida por otros muchos analistas y por voces disidentes en el interior de Fatah que han dejado filtrar en los medios de comunicación que tal posibilidad —una nueva escisión en el movimiento— adquiere cada día más consistencia.

Un alto cargo de Fatah citado por el matutino saudi 'Asharq al-Awsat' indicó que el hecho de que Abu Mazen haya tenido que retrasar el anuncio de un nuevo gabinete dirigido por Salman Fayad se ha debido a las presiones desde sus propias filas. "Es otro paso hacia el divorcio entre el movimiento y el presidente (Abu Mazen). Podría ser el segundo aviso antes del disparo final", señaló el representante palestino.

Fuente: El Mundo


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