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La respuesta es artera. Primero, porque hay tipos de bombas que no están aún prohibidas porque son de reciente invención. Dos médicos noruegos –los únicos europeos que trabajan en la ciudad de Gaza– han dado cuenta de la utilización por el Ejército de Israel de un nuevo tipo de explosivo, que dispara pequeñas bolas de carbono que contienen tungsteno, cobalto, níquel y hierro. Su radio de acción es limitado, pero sus efectos, devastadores. A quien le pille su estallido a dos metros o menos, le parte el cuerpo en dos. A ocho metros, le sesga las piernas. A algo más de distancia, le provoca hemorragias internas muy graves, con derivaciones cancerígenas. Son proyectiles que, según estos doctores, pertenecientes a la ONG noruega Norwac, Israel está lanzando sobre zonas de población civil.
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Recuerdo que fueron precisamente bombas de fósforo blanco las que lanzó la Luftwaffe nazi para arrasar Gernika.
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