Por Sara Roy*
El sitio de Gaza por parte de Israel comenzó el 5 de noviembre, un día después del ataque israelí perpetrado en la franja y diseñado claramente para dar al traste con la tregua entre Israel y Hamás establecida el último mes de junio. Aunque ambas partes habían violado antes el acuerdo, esta incursión tenía un signo distinto. Hamás respondió disparando cohetes contra Israel y la violencia no ha disminuido ni un ápice desde entonces. El asedio de Israel tiene dos objetivos fundamentales. El primero es garantizar que los palestinos sean considerados por el resto del mundo como un mero problema humanitario, mendigos sin identidad política y sin derecho a demandas políticas. El segundo es endilgarle Gaza a Egipto. Ese es el motivo por el que los israelíes toleran los cientos de túneles cavados entre Gaza y Egipto en torno a los cuales se ha empezado a establecer un sector comercial informal pero cada vez más regulado. La aplastante mayoría de los gazanos es pobre y oficialmente el 49,1% está desempleado. De hecho, las perspectivas de un mercado laboral estable están desapareciendo rápidamente para la mayor parte de la población.
El 5 de noviembre, el gobierno israelí selló todos los accesos a Gaza. Alimentos, medicinas, combustible, piezas para los sistemas de alcantarillado, fertilizantes, láminas plásticas, teléfonos, papel, pegamento, zapatos, tazas de café… nada entra ya en Gaza. Según Oxfam, en noviembre sólo se permitió la entrada en Gaza de 137 camiones de alimentos. Esto significa que entraron una media de 4,6 camiones al día en la franja en comparación con la media de 123 que entraron el mes de octubre de este año y los 564 que entraron en diciembre de 2005. Los dos principales proveedores de alimentos en Gaza son el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA por sus siglas en inglés) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés). Solo el UNRWA alimenta a alrededor de 750.000 habitantes de Gaza y necesita 15 camiones de alimentos diarios para hacerlo. Entre el 5 de noviembre y el 30 de noviembre, sólo llegaron 23 camiones, alrededor de un 6% del total necesario; durante la semana del 30 de noviembre, se recibieron 12 camiones, el 11% del total necesario. Durante el mes de noviembre, el UNRWA se quedó sin alimentos durante tres días, de manera que cada uno de esos días, 20.0000 personas dejaron de recibir la ración estipulada. Según John Ging, director del UNRWA en Gaza, la mayoría de las personas que obtienen ayuda alimenticia depende totalmente de ella. El día 18 de diciembre, el UNRWA suspendió la distribución de alimentos en virtud de los programas habituales y de emergencia a causa del bloqueo.
El WFP ha sufrido problemas similares y ha enviado sólo 35 de los 190 camiones que tenía programados para cubrir las necesidades de los gazanos hasta principios de febrero (se permitió la entrada de seis más entre el 30 de noviembre y el 6 de diciembre). Y no sólo eso: el WFP tiene que pagar para almacenar los alimentos que no están siendo enviados a Gaza. Esto costó 215.000 dólares sólo en noviembre. Si el asedio continúa, el WFP tendrá que pagar 150.000 dólares más por el almacenamiento de alimentos en diciembre, dinero que no será utilizado para ayudar a los palestinos, sino para beneficiar a empresas israelíes.
La mayoría de las panaderías de Gaza (30 de 47) han tenido que cerrar porque se han quedado sin gas. Los habitantes están utilizando todo el combustible que logran encontrar para cocinar. Tal y como el Comité de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) ha dejado claro, se necesitan bombonas de butano para generar el calor necesario para incubar pollos. La escasez de gas y de comida para animales ha obligado a los productores comerciales a asfixiar a miles de pollitos. En abril, según datos de la FAO, no hubo aves de corral; para el 70% de los gazanos el pollo es la principal fuente de proteínas.
Los bancos se vieron obligados a cerrar el 4 de diciembre acuciados por las restricciones israelíes sobre la transferencia de billetes al territorio. Un cartel colgado en la puerta de uno de ellos rezaba: ‘Debido a la decisión de la Autoridad Financiera palestina, el banco cerrará sus puertas hoy, jueves 4.12.2008 debido a la indisponibilidad de dinero en efectivo; el banco volverá a abrirse en cuando disponga de dinero en efectivo’.
El Banco Mundial ha advertido que el sistema bancario de Gaza podría desplomarse de continuar las restricciones. Todo el dinero en efectivo disponible para programas de trabajo ha sido congelado y el 19 de noviembre el UNRWA suspendió su programa de ayuda monetaria a los más necesitados. También cesó la producción de libros de texto, ya que no hay papel, ni tinta ni pegamento en Gaza. Esto afectará a los 200.000 estudiantes que volverán a sus aulas en el año nuevo. El día 11 de diciembre, el ministro de defensa israelí, Ehud Barak, envió 25 millones de dólares respondiendo a la petición del primer ministro palestino, Salaam Fayad, la primera inyección de dinero de este tipo desde el mes de octubre. Esta cantidad no alcanzará ni siquiera para pagar el salario mensual de los 77.000 funcionarios de Gaza.
El 13 de noviembre, se interrumpió la producción en la central eléctrica de Gaza y las turbinas se detuvieron por falta de combustible diésel industrial. Esta situación provocó el agotamiento de las baterías de las dos turbinas, que no pudieron volverse a arrancar una vez recibido el combustible diez días más tarde. Cerca de cien piezas de repuesto pedidas para las turbinas llevan ocho meses en el puerto de Ashdod, en Israel, esperando a que las autoridades israelíes permitan su paso por la aduana. Ahora, Israel ha empezado a subastar esas piezas porque llevan más de 45 días en la aduana. Los ingresos generados por la subasta pasarán a engrosar las arcas del gobierno israelí.
Durante la semana del 30 de noviembre se permitió el paso de 394.000 litros de combustible diésel industrial en la central eléctrica: aproximadamente el 18% del mínimo semanal que Israel está legalmente obligado a suministrar. Sirvió para que una turbina funcionara durante dos días antes de que la central entera volviera pararse. La compañía encargada del suministro eléctrico en Gaza afirmó que la mayor parte de la Franja de Gaza se quedará sin electricidad durante entre cuatro y doce horas diarias. Durante cualquiera de estos cortes eléctricos, más de 65.000 personas se ven privadas de electricidad.
No se suministró ningún otro combustible diésel (para generadores de reserva y transporte) durante esa semana, tampoco gasolina (que lleva restringida desde principios de noviembre) ni gas para cocinar. Parece ser que los hospitales de Gaza están utilizando combustible diésel y gas que llegan de contrabando desde Egipto a través de los túneles; se dice que estos suministros están siendo administrados y gravados por Hamás. Aún así, dos de los hospitales de Gaza llevan sin gas para cocinar desde la semana del 23 de noviembre.
A los problemas provocados por el asedio vienen a sumarse los creados por las divisiones políticas entre la Autoridad Palestina en Cisjordania y el Gobierno de Hamás en Gaza. Por ejemplo, se supone que el Coastal Municipalities Water Utility (CMWU – Servicio de aguas para los municipios costeros) de Gaza, que no está controlado por Hamás, debe recibir fondos del Banco Mundial a través de la Palestinian Water Authority (PWA) de Ramallah para pagar el combustible con el que funcionan las bombas de los sistemas de alcantarillado de Gaza. Desde el mes de junio, la PWA se niega a transferir esos fondos, quizá debido a que cree que un sistema de alcantarillado en funcionamiento beneficiaría a Hamás. No sé si el Banco Mundial ha intentado intervenir, pero mientras tanto, el UNRWA está suministrando el combustible, aunque no cuenta con presupuesto para ello. El CMWU también ha pedido al gobierno israelí permiso para importar 200 toneladas de cloro, pero a finales de noviembre sólo había recibido 18 toneladas, cantidad que sirvió para conseguir agua clorada durante una semana. A mediados de diciembre, Ciudad de Gaza y el norte de Gaza tenían acceso a agua sólo durante seis horas cada tres días.
Según la Organización Mundial de la Salud, las divisiones políticas entre Gaza y Cisjordania también están afectando gravemente a las existencias de fármacos en Gaza. el Ministerio de Sanidad de Cisjordania es responsable del aprovisionamiento y el abastecimiento de la mayoría de los productos farmacéuticos y suministros médicos desechables utilizados en Gaza. Pero el nivel de existencias es alarmantemente bajo. Durante el mes de noviembre, el Ministerio de Sanidad de Cisjordania devolvió envíos porque no tenía espacio en sus almacenes, puesto que no estaba enviando a Gaza las cantidades acordadas. Durante la semana del 30 de noviembre, un camión que transportaba fármacos y suministros médicos procedentes del Ministerio de Sanidad de Ramallah entró en Gaza, el primero desde principios de septiembre.
La ruptura de toda una sociedad se está produciendo ante nuestros ojos, pero no encuentra ninguna respuesta internacional, aparte de las advertencias de la ONU que son sistemáticamente ignoradas. La Unión Europea anunció recientemente que quería fortalecer la relación con Israel mientras los dirigentes israelíes se dedican a demandar abiertamente una invasión a gran escala de la Franja de Gaza y continúan con su férreo control económico sobre el territorio con el supuesto apoyo no tácito de la Autoridad Palestina en Ramallah, que ha estado cooperando con Israel en una serie de medidas. El 19 de diciembre, Hamás puso fin oficialmente a la tregua con Israel, una tregua que Israel había declarado que deseaba renovar, ya que Israel no había cumplido su promesa de levantar el bloqueo.
¿De qué manera la retención de los alimentos y las medicinas que los gazanos necesitan desesperadamente puede proteger a los habitantes de Israel? ¿De qué manera el empobrecimiento y el sufrimiento de los niños de Gaza (más del 50% de la población) puede beneficiar a nadie? El derecho internacional y la decencia humana exigen su protección.
Si Gaza sucumbe, Cisjordania será la próxima.
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* Sara Roy imparte clase en el Centro de Estudios de Oriente Medio de la Universidad de Harvard y es autora de Failing Peace: Gaza and the Palestinian-Israeli Conflict
Traducido para Rebelión por Ana Sastre
lunes, 12 de enero de 2009
Si Gaza sucumbe. . .
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