jueves, 4 de junio de 2009

Chomsky - entrevista

Noam Chomsky habla con Nermeen Al-Mufti sobre Gaza, el capitalismo y las responsabilidades del intelectual

Noam Chomsky: El ataque israelo-estadounidense contra Gaza fue un brutal y salvaje crimen de guerra. El término que he empleado, “israelo-estadounidense”, es exacto. Israel contó con las armas estadounidenses, violó el derecho estadounidense tanto como el internacional, y EEUU le proporcionó un apoyo diplomático e ideológico vital. El apoyo diplomático incluyó el bloqueo de los esfuerzos de Naciones Unidas para poner fin a la agresión. El apoyo ideológico implicó una cantidad abrumadora de votos en el Congreso en apoyo de esa agresión, produciéndose un acuerdo casi universal ante la idea de que estaba justificada aunque pudiera ser desproporcionada.

De hecho, el ataque carecía absolutamente de justificación alguna. La forma de plantear la cuestión –por parte del Presidente Obama, con prácticamente todos los demás siguiendo sus huellas- fue que Israel tenía derecho a defenderse frente a los ataques de Hamas. Pero no se trataba en absoluto de eso.

La cuestión es si Israel tenía derecho a defenderse por la fuerza contra los cohetes. Hay un acuerdo universal de que sólo puede utilizarse la fuerza si se han agotado antes todos los medios pacíficos. Nadie cree que los nazis tenían derecho a utilizar la fuerza para defenderse contra el terrorismo de los partisanos.

En el caso que nos ocupa, no hubo intento alguno de utilizar medios pacíficos. Una opción limitada hubiera sido que Israel aceptara un alto el fuego, pero eso es algo que jamás ha hecho. Por coger sólo el caso más reciente, en junio de 2008 se declaró un alto el fuego. Israel no se adhirió a él: porque todo el tiempo estuvo manteniendo un durísimo bloqueo, que es en sí mismo un acto de guerra, impidiendo incluso que la agencia de Naciones Unidas encargada de la misión humanitaria, la UNRWA, pudiera siquiera volver a llenar sus almacenes: “Así pues, cuando el alto el fuego acabó, no teníamos ningún alimento para las 750.000 personas que dependían de nosotros”, declaró el Director de la UNRWA, John Ging. Sin embargo, Hamas observó escrupulosamente el alto el fuego. El portavoz del gobierno israelí, Mark Regev, concedió que Hamas no había disparado un solo cohete hasta después de que Israel invadiera la Franja de Gaza el 4 de noviembre, bajo la tapadera de las elecciones estadounidenses, y matara a seis palestinos. Israel estuvo rechazando otras propuestas de alto el fuego por parte de Hamas prácticamente hasta el día del ataque.

A un nivel más amplio, Israel podría haber cesado con sus criminales actividades en la otra parte de Palestina, en Cisjordania. Hasta que lo haga, no puede poner objeción alguna a la resistencia. Dentro de Cisjordania, la resistencia es imposible. En realidad, las fuerzas militares palestinas que EEUU dirige pudieron suprimir hasta las expresiones de apoyo a los palestinos que estaban siendo masacrados en Gaza y, por ese logro, fueron muy alabados por los principales liberales demócratas cercanos a la administración Obama, como el Senador John Ferry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

Prácticamente todo lo que Israel hace en los territorios ocupados es criminal y el gobierno israelí lo sabe. Inmediatamente después de la guerra de 1967, se informó a las más altas autoridades de Israel que debían aplicar las Convenciones de Ginebra a los territorios ocupados, por lo que cualquier transferencia de población es ilegal allí. El Ministro de Defensa Moshe Dayan concedió que los asentamientos violaban el derecho internacional pero añadió que “no hay nada nuevo en eso, por tanto continuaremos con ellos”. El Consejo de Seguridad ha condenado repetidas veces esas acciones, incluidas las que se están perpetrando ahora en Jerusalén. En 2004, la Corte Penal Mundial reafirmó la aplicación de las Convenciones de Ginebra. El Departamento de Justicia de EEUU manifestó su acuerdo en una declaración separada. La criminalidad se extiende a la mayor parte de lo que Israel hace en los territorios ocupados, siempre con la firma del apoyo ideológico, económico, diplomático y militar estadounidense.

Resumiendo , Israel tuvo amplias oportunidades para emplear medios pacíficos, de forma que no había justificación alguna al ataque israelo-estadounidense.

Y en cuanto a lo que debería hacerse, está muy claro. Durante 35 años ha habido un amplio consenso internacional respecto a un acuerdo político: un acuerdo para establecer dos estados en las fronteras internacionalmente reconocidas, quizá con “mutuas modificaciones de índole menor”, en palabras de la política oficial estadounidense previa a 1971, antes de que EEUU rompiera en esta cuestión con la opinión mundial. Desde esa época, EEUU ha venido bloqueando el consenso y aún sigue haciéndolo, incluido Barack Obama. Sólo hubo una excepción en esa postura negativa. Después de que se rompieran las negociaciones de Camp David en el año 2000, el Presidente Clinton reconoció que ningún palestino podría aceptar los términos israelo-estadounidenses, y propuso sus propios “parámetros”: un tanto imprecisos pero más posibilistas. Entonces afirmó que ambas partes habían aceptado los parámetros y que ambas habían expresado reservas. Las dos partes se reunieron en Taba, Egipto, en enero de 2001, y estuvieron muy cerca de llegar a un acuerdo. En su conferencia de prensa final, dijeron que con un poco más de tiempo podrían haber resuelto todas las cuestiones. El entonces Primer Ministro israelí Ehub Barak suspendió prematuramente las negociaciones, que nunca volvieron a convocarse. Mucho han cambiado las cosas desde 2001 pero lo esencial sigue invariable: si algún presidente estadounidense estuviera dispuesto a aceptar un acuerdo diplomático, éste podría conseguirse. El consenso internacional no es en modo alguno perfecto, pero supondría una gran mejora ante la actual situación y podría conformar una etapa hacia algo mejor, tanto para judíos como para palestinos.

(... sigue)

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