Ánxela Iglesias | Corresponsal | 17/2/2010
La próxima película de suspense ya tiene guión y, a falta de diálogos, está prácticamente filmada. Las cámaras de seguridad del aeropuerto de Dubái, hoteles y un centro comercial recogieron la historia de un escuadrón de la muerte. Se conoce el final, la ejecución de un líder de Hamás el pasado 19 de enero. Quedan por descubrir las identidades reales de los protagonistas, que emplearon pasaportes europeos y nombres falsos. La trama del asesinato lleva el sello del Mossad, el servicio de espionaje israelí.
El personal de un lujoso hotel de Dubái encontró el cadáver de Mahmoud al Mabhouh un día después. La puerta de su habitación estaba cerrada por dentro, pero no hay duda de que el fundador del brazo armado de Hamás y presunto responsable del tráfico de armas entre Irán y la franja de Gaza fue asesinado.
Diez hombres y una mujer llegaron a Dubái poco antes del crimen en distintos vuelos y se alojaron en diferentes hoteles para abandonar el país después en diversas direcciones. Durante su estancia cambiaron de aspecto con pelucas, gorras y gafas, se camuflaron como turistas, cargados de bolsas o vestidos de tenistas. Algunos se reunieron en un centro comercial o se comunicaron por medio de sistemas cifrados. Unos se encargaron de la vigilancia, otros de seguir a la víctima, y los últimos la ejecutaron.
La policía de Dubái reconstruyó el operativo gracias a veinte minutos de metraje de las cámaras de seguridad y ha difundido las fotografías de los implicados, con pasaportes de Gran Bretaña, Alemania, Francia e Irlanda. Este último país confirma que los documentos de sus supuestos nacionales son falsos y el nombre de otro de los sospechosos coincide con el de un ciudadano israelí que reivindica su inocencia.
La forma de actuar, la profesionalidad y recursos y el hecho de que Mabhouh fuera un enemigo de Israel hacen que las miradas apunten al Mossad. Las autoridades hebreas guardan silencio, pero en Dubái no se descarta la autoría israelí.
Parece obvio que los miembros del comando sabían que se captarían sus movimientos y que los disfraces empleados solo lograrían retrasar la identificación. Quizás actuaran con la tranquilidad de que los crímenes atribuidos al Mossad quedan por lo general impunes.
Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
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