y en consecuencia la paz en Palestina
no puede ser otra
que apoyar a los palestinos en su lucha.
Lo contrario es ponerse del lado del agresor
y compartir su infamia.
Agustín Velloso
Rebelión, 17.03.10
Parece que ayer, 16 de marzo de 2010, empezó oficiosamente la tercera Intifada de la era israelí. Casi nunca se cuentan las anteriores a 1948, como si la resistencia fuese algo reciente.
Se deja en el olvido la Brigada Dinamitera Árabe de los años 50 del siglo pasado y a resistentes como Izzedin al Qassam, jeque, profesor, líder de obreros, campesinos y guerrilleros en los años veinte y treinta del mismo siglo.
A diferencia de Abu Mazen, al Qassam se enfrentó con todas sus fuerzas a franceses, británicos y sionistas hasta su muerte, que fue con honor.
A partir de mañana vendrá más sufrimiento para los palestinos, pero antes de que la sangre de los heridos y los muertos cubra de nuevo la Explanada de las Mezquitas, como ocurrió el 28 de septiembre de 2000, por orden de Ariel Sharon, es de celebrar el nuevo levantamiento de los palestinos.
Hoy, como al comienzo de la segunda Intifada, en memoria de las decenas de palestinos asesinados en aquel día, se grita de nuevo:
¡Viva la lucha del pueblo palestino! ¡Abajo la ocupación! ¡Fin de las conversaciones! ¡Fin del asedio a Gaza!
A los de frágil memoria hay que recordarles que entonces George Mitchell presidió la comisión internacional que llevaba su nombre y de la que formaba parte otro notable pro sionista: Javier Solana. Esa comisión adjudicó la responsabilidad de lo sucedido a los palestinos que estaban allí rezando, o sea, a las víctimas de los disparos efectuados por soldados israelíes, que habían sido enviados por su gobierno para agredir a aquellos.
Lógicamente, en los años siguientes –sin contar el ataque de diciembre de 2008- Israel mató a más de 4.000 palestinos. ¿Por qué no habría de hacerlo?
¿Quién es hoy el enviado especial de Obama para Oriente Medio? ¡Vaya, vaya, el Sr. Mitchell! Un tío que lleva más años en Oriente Medio que las pirámides, aunque sin mérito ninguno. Será pronto candidato al premio Nobel de la Paz, tras haber sido profesor en la Escuela de Ética Global Aplicada, cualquier cosa que sea eso, y presidente de la Compañía Walt Disney (o quizás fue al revés).
Por su parte, por aquel entonces Solana ya había demostrado sobradamente a los dueños del mundo su arrepentimiento por haber escrito un documento titulado "50 razones para decir no a la OTAN". Kosovo fue la mejor manera que encontró para decirles: lo siento, un pecado de juventud, pelillos a la mar, ahora me toca bombardear sin autorización de la ONU, atacar objetivos civiles y causar la muerte de civiles.
Es más que probable que compita con Mitchell por el mismo premio, ya que a su aportación a la paz y al progreso de Europa, reconocida con el Premio Carlomagno en 2007, hay que unir su constante y firme apoyo al sionismo, un mérito sustancioso para obtener aquél.
Hoy se ha anunciado "el día de la furia". Para los palestinos es así, pero para Abu Mazen y la Autoridad Palestina es el "día de la infamia". ¿Los niños a pedradas contra los blindados y las mujeres con banderas por la calle frente a tres mil policías y soldados israelíes con permiso para tirar a matar y él negociando con el jefe de éstos? http://english.aljazeera.net/news/middleeast/2010/03/201031642239450987.html
Día de la infamia también para los medios de comunicación, en los que los palestinos aparecen resaltados cuando protestan y se defienden como pueden por el robo y la colonización de su tierra, pero de los que apenas se dice que viven bajo ocupación militar, bloqueados por un muro y cientos de puestos de control militar en Cisjordania, asediados y encarcelados en Gaza, refugiados sin derecho al retorno fuera de Palestina.
No señalan tampoco como contrario a la justicia y a la paz que los palestinos viven expuestos continuamente a ser atacados por uno de los ejércitos más poderosos del mundo, sin que la ONU, ni el Cuarteto para Oriente Medio, ni la "comunidad internacional" hagan otra cosa que lamentar lo que llaman algunas acciones excesivas por parte de Israel en propia defensa, animar a los palestinos a seguir con las conversaciones de paz con su torturador -en vez de apoyar su derecho legítimo a la resistencia o, mejor aún, impedir a éste que siga agrediendo impunemente durante décadas- y dar dinero a algunos dirigentes palestinos para que mantengan al pueblo bien embridado, de forma que Israel no tenga que hacerlo ante los ojos del mundo.
Todo está contra de los palestinos, sí, pero con todo y con eso, no ceden, no abandonan, más bien se suceden las intifadas, incluso sin haberse recuperado del demencial castigo sufrido hace apenas un año y cargando con el habitual desde hace más de sesenta años.
No hay duda de que están dispuestos a resistir y a morir antes que a dejar la tierra a los ladrones sionistas y sus secuaces. Los sionistas lo saben por experiencia, pero se obstinan en creer que su poder militar y su amistad con Estados Unidos y la Unión Europea les permitirá expulsar a todos los palestinos o matarlos si es preciso.
La voluntad de los que buscan la justicia y en consecuencia la paz en Palestina no puede ser otra que apoyar a los palestinos en su lucha. Lo contrario es ponerse del lado del agresor y compartir su infamia.
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