martes, 20 de enero de 2009

Por qué no sobrevivirá Israel












Desde una colina justo en las afueras de la Franja de Gaza, los israelíes observan los ataques aéreos contra Gaza y bailan para celebrarlo, el 8 de enero de 2009. (Newscom)


Por Ali Abunimah, The Electronic Intifada, 19 Enero 2009

El despiadado bombardeo israelí de Gaza ha cesado - por ahora - pero el número de muertos sigue aumentando a medida que se extraen más cadáveres de los vecindarios bombardeados a mansalva.

Lo que Israel ha perpetrado en Gaza, a partir de las 11:30 de la mañana del 27 de diciembre de 2008, quedará para siempre grabado en la historia y la memoria. Tel al-Hawa, Hayy al-Zeitoun, Khuzaa y otros lugares de las matanzas de Israel se unirán a una larga lista de duelo que incluye Deir Yasin, Qibya, Kufr Qasim, Sabra y Shatila, Qana y Jenin.

Una vez más, Israel demostró que posee el poder y la falta de moral necesarios para cometer atrocidades contra una población de refugiados desprovistos de todo a los que ha enjaulado y casi ha matado de hambre.

La demonización y deshumanización de los palestinos, árabes y musulmanes se ha intensificado hasta el punto que Israel puede con plena auto justificación bombardear sus hogares, lugares de culto, escuelas, universidades, fábricas, barcos de pesca, estaciones de policía - en resumen, todo lo que sostiene la vida civilizada y ordenada - y declara que está llevando a cabo una guerra contra el terrorismo.

Sin embargo, paradójicamente, es Israel como estado sionista quien no podrá sobrevivir a este intento de genocidio, y no Palestina o el pueblo Palestino.

La "guerra" de Israel no tenía nada que ver con cohetes - que cumplieron la misma función en sus justificaciones que las inexistentes armas de destrucción masiva como pretexto para la invasión y ocupación de Irak encabezada por América.

Los objetivos reales de Israel eran restablecer su capacidad "disuasoria" fatalmente dañada después de su derrota en el Líbano en 2006 (léase: su capacidad de masacrar y aterrorizar a poblaciones enteras hasta la sumisión) y destruir cualquier resistencia Palestina al control total israelí-judío sobre la Palestina histórica desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Con Hamas y otras facciones de la resistencia suprimidas o fatalmente debilitadas, Israel esperaba que el camino quedaría despejado para firmar un tratado de "paz" con el colaboracionista-en-jefe Palestino Mahmoud Abbas para la gestión de los Palestinos por cuenta de Israel hasta pudiera obligarlos a irse de una vez por todas.

Las dictaduras "moderadas" apoyadas por Estados Unidos y las monarquías absolutistas lideradas por Egipto y Arabia Saudita apoyaron el plan israelí esperando demostrar a su propio pueblo que la resistencia - ya sea contra Israel o contra sus propios regímenes fallidos - era inútil.

Para ganar, Israel tenía que quebrar la resistencia Palestina. No lo logró. Por el contrario, galvanizó y unificó a los palestinos como nunca antes. Todas las facciones se unieron y lucharon heroicamente durante 23 días. Según fuentes fidedignas y bien informadas Israel hizo poco daño a la modesta pero decidida capacidad militar de la resistencia. Así que lo que hizo Israel es lo que sabe hacer mejor: masacró a los civiles con la esperanza de que la población se volviera en contra de quienes luchan contra el ocupante.

Israel no sólo ha unificado a las facciones de la resistencia en Gaza; su brutalidad reunió a todos los palestinos y árabes.

Con frecuencia se afirma que los regímenes árabes fustigan ira contra Israel para distraer a la población de sus propios fracasos. En realidad, Israel, los EEUU y los regímenes árabes subordinados lo han intentado todo - especialmente demonizando a Irán e incitando tensiones sectarias entre sunitas y chiítas musulmanes - para distraer a sus poblaciones de Palestina.

Todo esto falló porque millones de personas de toda la región se manifestaron en apoyo de la resistencia palestina, y los regímenes árabes, que esperaban beneficiarse de la matanza de Gaza han quedado expuestos como socios de las atrocidades israelíes. En la estima popular, Hamas y otras facciones de la resistencia palestina han ganado su lugar junto a Hezbolá como baluartes eficaces contra el colonialismo israelí y occidental.

Si alguna vez hubo un momento en que los pueblos de la región hubieran aceptado a Israel como estado sionista en medio de ellos, eso se ha acabado para siempre.

Pero cualquiera que examine la catástrofe de Gaza - la destrucción en masa, el número de muertos de más de 100 palestinos por cada israelí, los millares de lesiones sádicas - sin duda sacará la conclusión de que los palestinos nunca podrían vencer a Israel y que la resistencia es una quimera, en el mejor de los casos.

Es cierto que en términos de capacidad de asesinar y destruir, Israel no tiene rival. Pero el problema de Israel no es, como insiste en su propaganda, derrotar el "terrorismo" aplicando suficientes explosivos de alta potencia. Su problema es la legitimidad, o más bien una profunda e irreversible carencia de ella. Israel simplemente no puede ganar su legitimidad a base de bombazos.

Israel se fundó como un "estado judío" a través de la limpieza étnica de la mayoría de población árabe no-judía de Palestina. Se ha mantenido en existencia sólo a través del apoyo de Occidente y del constante recurso a la violencia para impedir que la población indígena sobreviviente ejerciera los derechos políticos dentro del país, o que regresara del exilio forzado.

A pesar de ello, hoy en día, el 50 por ciento de las personas que viven bajo dominio israelí en la Palestina histórica (Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza) son Palestinos, no judíos. Y su número crece rápidamente. Al igual que los nacionalistas de Irlanda del Norte, o los no-blancos de Sudáfrica, los Palestinos nunca reconocerán el "derecho" de una sociedad de asentamientos de colonos a mantener un estado etnocrático a su costa por medio de la violencia, la represión y el racismo.

Durante años, el objetivo del llamado proceso de paz era normalizar a Israel como "estado judío" y ganar la bendición de los palestinos por su propio despojo y sometimiento. Cuando esto fracasó, Israel intentó la "separación" de Gaza - esencialmente una estratagema para convencer al resto del mundo que los 1,5 millones de palestinos enjaulados ahí ya no se contarían como parte de la población. Eran, en la definición de Israel, una "entidad hostil".

En su célebre entrevista de mayo de 2004 con The Jerusalem Post, Arnon Soffer, artífice de la separación de 2005 explicó que el enfoque "no garantiza la 'paz', garantiza un Estado judío-sionista, con una abrumadora mayoría de judíos". Soffer predijo que en el futuro "cuando 2,5 millones de personas vivan en una Gaza cerrada y sin contacto con el exterior, va a ser una catástrofe humana. Esas personas se convertirán en animales aún más grandes de lo que ya son en la actualidad, con la ayuda de un loco Islam fundamentalista. La presión en la frontera será horrorosa."

Se expresó sin ambigüedades acerca de lo que Israel tendría que hacer para mantener este status quo: "Si queremos mantenernos con vida, tendremos que matar y matar y matar. Cada día, todos los días." Soffer esperaba que finalmente, los palestinos se cansarían y abandonarían Gaza.

A través de su resistencia, tenacidad y sacrificio, los Palestinos de Gaza han derrotado esta política y han reafirmado que son una parte inseparable de Palestina, su gente, su historia y su futuro.

Israel no es la primera entidad de asentamiento colonial que se encuentra en esta posición. Cuando FW de Klerk, el último presidente del apartheid de Sudáfrica, llegó al poder en 1989, sus generales calcularon que sólo con abrumadora fuerza militar a su disposición, podrían mantener el régimen en el poder por lo menos durante una década. El número de víctimas, sin embargo, alcanzó los cientos de miles, y Sudáfrica se enfrentó a un aislamiento cada vez mayor. Frente a esta realidad, de Klerk, tomó la decisión de empezar de forma ordenada a desmantelar el apartheid.

¿Qué opción seguirá Israel? A falta de cualquier legitimidad política y moral los únicos argumentos que le quedan son las balas y las bombas. Si se deja a su albedrío Israel seguirá sin duda intentando - como ha hecho durante sesenta años - masacrar a los palestinos hasta la sumisión. Israel ha logrado hacer que los líderes del apartheid sudafricano parezcan racionales, moderados y humanos en comparación.

Pero lo que impidió que el gobierno supremacista blanco de Sudáfrica escalara su propia violencia hasta los niveles de crueldad y audacia israelíes no fue que tuvieran más escrúpulos que el régimen sionista. Fue el reconocimiento de que ellos solos no podían hacer frente a un movimiento global anti-apartheid que estaba en solidaridad con la resistencia interna.

La "disuasión militar" de Israel ha quedado ahora repetidamente desacreditada como medio de forzar a los palestinos y a otros árabes a aceptar la supremacía sionista como inevitable y permanente. Ahora, el otro pilar del poder israelí - el apoyo y la complicidad de Occidente - está empezando a resquebrajarse. Debemos hacer todo lo posible para presionarlo.

Israel inició sus matanzas con el pleno apoyo de sus "amigos" Occidentales. Entonces ocurrió algo increíble. A pesar de las declaraciones oficiales de apoyo, a pesar de la censura de los medios, a pesar de la lustrosa campaña de hasbara (propaganda) israelí, hubo una movilización pública masiva y sin precedentes en Europa e incluso en Norteamérica, expresando indignación y repugnancia.

Gaza probablemente será vista como el punto de inflexión en el que la propaganda israelí perdió su poder de mistificar, silenciar e intimidar como ha hecho durante tanto tiempo. Incluso el Holocausto nazi, desplegado ampliamente por los sionistas para silenciar a los críticos de Israel, se está convirtiendo en una carga; comparaciones una vez inimaginables se escuchan ahora de modo rutinario. Académicos judíos y palestinos asimilan las acciones de Israel en Gaza a la matanza nazi en el Gueto de Varsovia. Un cardenal del Vaticano se refirió a Gaza como "un gigantesco campo de concentración". El Miembro del Parlamento británico Gerald Kaufman, en tiempos sionista acérrimo, dijo en la Cámara de los Comunes, "Mi abuela estaba enferma en la cama cuando llegaron los nazis a su ciudad natal de Staszow, [Polonia]. Un soldado alemán la mató de un disparo, en su cama." Kaufman, continuó, "mi abuela no murió para proporcionar cobertura a los soldados israelíes para que asesinen abuelas palestinas en Gaza." Denunció las justificaciones del portavoz militar israelí como las palabras "de un nazi".

No fueron sólo esas declaraciones, sino las enormes manifestaciones, las acciones directas no-violentas, y la expresiones de apoyo sin precedentes a favor del boicot, desinversión y sanciones de los principales sindicatos de Italia, Canadá y Nueva Zelanda. El grupo mixto de concejales de la ciudad de Birmingham, el segundo gobierno municipal más grande de Europa, instó al gobierno del Reino Unido a seguir su ejemplo. Salma Yaqoub del partido RESPECT explicó que "Uno de los factores que ayudaron a poner fin al brutal régimen del apartheid en Sudáfrica fue la presión internacional pidiendo boicoteos económicos, deportivos y culturales. Es hora de que Israel comience a sentir una presión similar de la opinión mundial."

Israel, tras haber quedado al descubierto en Gaza su verdadera naturaleza como proyecto colonial fallido y brutal, es extremadamente vulnerable a este tipo de campaña. Poco observado en medio de la carnicería en Gaza, Israel dio otro paso trascendental hacia el apartheid formal cuando el comité de elecciones del Knesset votó a favor de prohibir la participación de los partidos árabes en las próximas elecciones. El sionismo, una ideología de supremacía racial, extremismo y odio, es un proyecto moribundo, en retirada y sin poder conseguir nuevos reclutas. Con suficiente presión, y con relativa rapidez, los israelíes también podrían producir su propio de Klerk dispuesto a negociar una salida. Cada nueva matanza lo hace más difícil, pero la des-sionización y des-colonización reintegrando Palestina que ofrezca igualdad de derechos a todos los que viven en ella, independientemente de su religión u origen étnico, y el retorno de los refugiados, no es una utopía.

Está a nuestro alcance, en nuestras vidas. Pero está lejos de ser inevitable. Podemos estar seguros de que los gobiernos occidentales y árabes seguirán apoyando el apartheid israelí y el colaboracionismo palestino a guisa de "proceso de paz" a menos que sea puesto en tela de juicio de modo decisivo. Las matanzas israelíes seguirán y aumentarán hasta que la pesadilla de una "paz" al estilo israelí -apartheid y más limpieza étnica- se colme.

Las movilizaciones de las últimas tres semanas demostraron que otro mundo es posible y está a nuestro alcance si apoyamos el movimiento de boicot, desinversión y sanciones. A pesar de que nunca lo verán, ese mundo será un digno monumento a todas las víctimas de Israel.

Co-fundador de The Electronic Intifada, Ali Abuniman es el autor de One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse (Metropolitan Books, 2006).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Toda la razón.