Los esfuerzos de Israel para difamar la reputación del Juez Richard Goldstone, no han podido enterrar la investigación de la ONU que dirigió. (Jean-Marc Ferre / UN Photo)
Hasan Abu Nimah, The Electronic Intifada
21 octubre 2009
El informe de Goldstone sobre crímenes de guerra durante las masacres de Israel en Gaza el pasado invierno finalmente logró cruzar el primer importante obstáculo de procedimiento cuando el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra (CDH) aprobó una resolución ratificándolo el 16 de octubre. La resolución pide a "todas las partes interesadas, incluidos los órganos de Naciones Unidas" que implementen las recomendaciones del informe -que incluyen juzgar a los líderes israelíes ante tribunales internacionales si Israel no lo hace- y remitir el informe a la Asamblea General para adoptar nuevas medidas.
EEUU rechazó la resolución como sesgada, pues sólo criticó a Israel y no a grupos armados palestinos, que también están acusados en el informe de Goldstone de cometer crímenes de guerra por disparar cohetes contra Israel que mataron a tres civiles israelíes. A EEUU tampoco le gustó el hecho de que la resolución del Consejo de Derechos Humanos incluyera temas no vinculados con Gaza, a saber, la agresiva expansión de asentamientos israelíes en la Jerusalén ocupada y el resto de Cisjordania, la construcción del muro de Cisjordania, la interferencia en los Santos Lugares, y los intentos de cambiar el carácter demográfico de Jerusalén.
Pero este enfoque era totalmente adecuado porque Hamas, a diferencia de Israel, ha cooperado plenamente con la preparación del informe de Goldstone, y Hamas incluso dijo que llevaría a cabo investigaciones de las acciones palestinas como pide el informe. Uno puede ser escéptico sobre la credibilidad de esas investigaciones, pero Israel ni siquiera ha llegado tan lejos. Por lo tanto, la resolución correctamente condenó "la falta de cooperación de la potencia ocupante, Israel, con la misión internacional independiente de investigación", dirigida por Goldstone.
La resolución fue totalmente equilibrada en el sentido de que coloca los asuntos de nuevo en su contexto adecuado: Israel es la "potencia ocupante" y los palestinos son un pueblo ocupado. No son iguales.
Aunque Israel se negó a cooperar con los autores del informe, está sin embargo alarmado por el informe que documenta en detalle la evidencia de sus flagrantes crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los esfuerzos de Israel para difamar la reputación del Juez Richard Goldstone -un jurista de impecables credenciales judiciales internacionales, y un judío sionista de Sudáfrica- no lograron enterrar el informe.
Desde su creación, Israel ha podido evadir todas sus obligaciones en virtud del derecho internacional durante la mayor parte de sus seis décadas, pues ha gozado de la protección estadounidense que ha permitido a Israel actuar como un proscrito con total impunidad.
La saga del informe de Goldstone no es una excepción. A principios de octubre, la intensiva presión norteamericana e israelí y las amenazas a Mahmoud Abbas y su Autoridad Palestina (AP) de Ramallah lograron que éste retirara el apoyo al proyecto de resolución del Consejo de Derechos Humanos (CDH) aprobando el informe. Esto, efectivamente, lo habría enterrado. Sin embargo, un sostenido clamor entre la opinión pública palestina ante lo que fue visto como una clara traición de Abbas, obligó a un cambio de rumbo.
Para los palestinos, acostumbrados a las relaciones de duplicidad de la Autoridad Palestina con Israel, el asunto de Goldstone, fue demasiado. ¿Cómo podía Abbas - que se supone que defiende a los palestinos - extender un salvavidas a los autores de la masacre de Gaza ofreciéndoles una vía de escape frente a la rendición de cuentas? Ni Abbas ni sus patrocinadores internacionales e israelíes fueron capaces de ignorar la rebelión popular contra la Autoridad Palestina, así como los crecientes llamamientos para cesar a Abbas, e incluso juzgarle por traicionar a su propio pueblo.
Después de semanas de justificaciones confusas y contradictorias, Abbas ordenó a su representante en Ginebra que restableciera la resolución, lo que condujo a la aprobación de la misma en el Consejo de Derechos Humanos la semana pasada.
La decisión de Abbas de volver a Ginebra y pedir una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos fue recibida con cierta comprensión por parte de aquellos que lo empujaron a este lío. Tanto los israelíes como los estadounidenses parecen haberse dado cuenta de que su poco convincente retorno a Ginebra estaba destinado únicamente a reparar los daños. El esfuerzo desesperado de Abbas por salvar su vida política también iba en interés de sus manipuladores, que aún no han acabado con él y con su papel.
Mientras permitieron una retirada táctica de Abbas, los israelíes y los estadounidenses dirigieron su presión esta vez hacia los otros miembros del CDH con la esperanza de que no votaran a favor. Algunos han claudicado a esta presión para apaciguar a EEUU e Israel, pero a pesar de ello la resolución a favor del informe resultó aprobada por 25 votos contra seis, con 11 abstenciones.
Estados Unidos lideró el voto en contra en consonancia con su política estándar de proteger a Israel de la censura internacional. Al hacer esto y al movilizar a otros a votar de la misma manera, Washington está de hecho fomentando y recompensando la agresión y los crímenes israelíes y destruyendo cualquier posibilidad de recuperar credibilidad alguna en la región. El breve momento de esperanza generada por la elección del Presidente Barack Obama se ha perdido irremediablemente ya que es evidente que la superpotencia EEUU está todavía siendo aparentemente dirigida por un pequeño estado canalla, en lugar de utilizar su poder y autoridad para detener las masacres de Israel de los árabes en Palestina y en otros lugares, el robo de sus tierras, la ocupación de su territorio, la escalada de la carrera regional de armas de destrucción masiva, y las amenazas a sus vecinos cercanos y lejanos.
Israel ha engañado durante mucho tiempo a la mayor parte del mundo afirmando ser la única democracia progresiva de estilo occidental rodeada de árabes salvajes y agresivos, y palestinos terroristas que quieren destruirla. Una mezcla de hipocresía occidental, miedo, tendencias racistas ocultas, ignorancia y apaciguamiento han servido de escudo durante mucho tiempo a Israel para no pagar el precio de sus acciones.
La condena en la resolución del CDH de las restricciones de Israel a los palestinos "en base a su origen nacional, religión, sexo, edad o cualquier otro motivo de discriminación" como una "violación grave de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales del pueblo palestino" es un bienvenido reconocimiento internacional de la naturaleza racista de las políticas de Israel.
Puede ser demasiado pronto para esperar que el informe Goldstone resulte directamente en el enjuiciamiento de los dirigentes israelíes ante los tribunales internacionales, todavía tienen demasiadas oportunidades Israel y sus aliados para bloquear tal acción. Pero, Goldstone marca otra importante brecha en el muro de impunidad de Israel que está desmoronándose de modo lento pero seguro. Es sólo una cuestión de tiempo el que Israel se enfrente a las consecuencias de sus crímenes y todos los que apoyan la paz y la justicia deben celebrarlo y trabajar para ello con con renovado vigor.
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Hasan Abu Nimah es el ex representante permanente de Jordania ante las Naciones Unidas. Este ensayo apareció por primera vez en The Jordan Times y se vuelve a publicar con el permiso del autor.
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