Por Joseph Massad
Weekly Ahram
Por sus guerras permanentes contra pakistaníes, afganos e iraquíes, su apoyo al derrocamiento de la democracia en Honduras, su complicidad con dictaduras por todo el mundo árabe y musulmán (que su gobierno financia, arma, y entrena en métodos de tortura), su planificación de una posible invasión de Irán, y su apoyo entusiasta al racista asentamiento colonial israelí (y sus ocupaciones y guerras coloniales contra los palestinos), el presidente Barak Obama recibió el premio Nobel de la "Paz". Esto no es ninguna sorpresa, ya que Obama se suma a una larga lista de galardonados con este premio timo, que se distinguieron por similares actividades "pacíficas". Entre ellos están terroristas como Menahem Begin, criminales de guerra como Henry Kissinger, generales coloniales de limpieza étnica como Yitzhak Rabin, dictadores como Anwar Sadat, políticos corruptos como Yasser Arafat, y presidentes imperiales como Jimmy Carter. Otorgarle a este hombre archi-ambicioso y hambriento de poder el reconocimiento del Comité Nobel es por tanto lo más adecuado.
La más reciente búsqueda de la paz por parte de Obama ha sido forzar a la corrupta Autoridad Palestina a desechar el informe Goldstone emitido por Naciones Unidas que detallaba los crímenes de guerra cometidos por Israel en su guerra asesina contra los civiles palestinos de Gaza hace diez meses. De hecho, el primer presidente norteamericano negro acaba de instar a los palestinos y a los países árabes y musulmanes desde el púlpito de las Naciones Unidas a reconocer el derecho de Israel a ser un racista "Estado judío". Uno se pregunta cual hubiera sido la reacción estadounidense si los dirigentes palestinos y árabes instaran a Obama y a los afro americanos a reconocer el derecho de Estados Unidos a ser un estado blanco.
Este es el mismo Obama, cuya soberbia fue de tal calibre que cuando dio su infame discurso en El Cairo hace varios meses no lloró por las decenas de miles de árabes, incluidos Egipcios, civiles asesinados por las guerras y masacres de Israel durante seis décadas contra ellos; ni tampoco mostró solidaridad con los millones de árabes que fueron convertidos en refugiados (incluido un millón de egipcios durante la Guerra de Desgaste) por los bárbaros bombardeos de Israel. En vez de ello, Obama optó por dar a los musulmanes una lección de historia del pueblo judío europeo y les conminó a apreciar el holocausto cometido por cristianos europeos contra judíos europeos y no la continua Nakba que siguen cometiendo colonos europeos judíos contra árabes. Incluso ha prohibido a los palestinos y a otros árabes que ni siquiera intenten destruir las estructuras racistas de Israel para poner fin a su régimen racista. De hecho, Obama amenazó a los árabes de que cualquier intento por su parte para destruir la base racista del Estado judío sería considerada como equivalente a un holocausto. ¡Uno se pregunta si él piensa que acabar con la segregación en Estados Unidos y con el apartheid en Sudáfrica equivalieron a la exterminación de los blancos! Éste es también el mismo Obama que, para defenderse de la acusación de ser musulmán, nos dijo durante su campaña electoral que no sólo era cristiano, sino que le rezaba a Jesús todas las noches y que la sangre de Jesucristo le redimiría.
Pero la sabiduría general en EEUU dice que la elección de Obama, aunque no ha significado ningún cambio en la política imperial de EEUU en el extranjero, ha sido lo mejor que le pasó a la mayoría de los estadounidenses, o al menos los estadounidenses blancos liberales y a todos los afro americanos, a nivel nacional. Esta es una conclusión errónea en gran medida. Obama, en mi opinión, es lo peor que le ocurrió en los últimos años a los afro americanos, que siguen sufriendo a diario discriminación institucional, estructural, económica, cultural, social y personal. El racismo que conforma la política doméstica de EEUU y las causas de la pobreza de los afro americanos no dejan de estar relacionados con el racismo que conforma las políticas imperiales estadounidenses que empobrecen a egipcios, palestinos, hondureños, iraquíes y afganos.
La elección de Obama ha sido lo mejor para los estadounidenses blancos liberales cuya conciencia puede ser mitigada fingiendo que no son nada racistas y que, efectivamente, EEUU ya no es un sitio racista como ha quedado confirmado por la elección de un hombre negro para la presidencia. El hecho de que los afro americanos de hoy día estén menos preparados y sean más pobres de lo que lo eran en la década de los 1960 es irrelevante para esta lógica de auto-felicitaciones. Como lo es el hecho de que haya más varones afro americanos en la actualidad (en números relativos y absolutos) en las cárceles racistas de Estados Unidos que los que había en el punto culminante del apartheid en Sudáfrica. En cuanto a las políticas vigentes de Obama sobre educación y crimen racial, por supuesto continua con las políticas de sus predecesores blancos impulsando una mayor mercantilización de las escuelas y las cárceles y reventando los sindicatos de maestros en interés de la clase empresarial blanca.
Pero Obama es la culminación de la esperanza liberal blanca mantenida desde principios de los setenta, cuando se transformó el lenguaje del racismo, como efecto de la cooptación del movimiento pro derechos civiles, en un lenguaje culturalista. Los negros no eran inferiores racialmente, afirmaban los liberales blancos, "su problema" fue diagnosticado como "cultural". El sentimiento era que si los estadounidenses negros simplemente hablaban y actuaban como una clase media blanca de fantasía y adoptaban sus valores sociales y culturales, dejarían de sufrir la discriminación y romperían el "ciclo de pobreza". La reforma, se decidió, debería tener como objetivo llevar a cabo tal transformación. La clase media negra, formada en el siglo XIX a raíz de la abolición de la esclavitud, aunque representa una pequeña minoría entre los afro americanos, fue vista como modelo a imitar. De hecho los remedios liberales blancos como la Acción Afirmativa (de la cual los mayores beneficiarios fueron y siguen siendo las mujeres blancas y no los afro americanos) cuando beneficiaba a algún negro, si es que tal cosa sucedía, lo hacía en beneficio de la pequeña clase media negra establecida. Fueron los miembros conservadores de esta clase los que, después de cosechar sus beneficios, promovieron la eliminación de la Acción Afirmativa. Así, las mujeres blancas de clase media y los afro americanos se beneficiaron de un programa que no mejoró mucho las vidas de la mayoría de los afro americanos, aunque se echaría la culpa a estos de beneficiarse de ella a expensas de los blancos - ¡una frase utilizada por la mayoría de los blancos conservadores y no pocos blancos liberales!
Como Derrick Bell ha demostrado de manera elocuente, la acción afirmativa es la tapadera de un sistema para el cual el racismo sigue estando institucionalizado y los afro americanos siguen siendo acusados de negarse a mejorar sus vidas a pesar de los esfuerzos hercúleos que se hacen en su favor. Algunos de los argumentos culturalistas de los liberales blancos se centraron en la producción de la Acción Afirmativa de personas negras actuando como blancas que se unirían a las filas de los "trabajadores estadounidenses", un código racista que se refiere a las personas blancas que Obama invoca a menudo en sus discursos. La fantasía de programas de televisión estadounidense de bajo grado a finales de los 1970 y 1980, como "Different Strokes" y "Webster", eran para demostrar que si las familias blancas tuvieran la oportunidad de criar a niños negros, estos niños acabarían siendo ciudadanos modelo y, de hecho, podrían llegar un día a convertirse en presidentes. ¡Es la cultura, ven ustedes, no la raza!
Obama fue, por supuesto, no sólo criado por su madre cristiana blanca y su familia (algo que él - y Joe Biden - no se cansaban de recordarnos durante su campaña electoral para defenderse de la contaminación paterna musulmana), sino que también su padre era un negro africano y no un afro americano. Ponerle como ejemplo de lo que sucede cuando los afro americanos son criados de la manera "correcta" es el orgullo y la alegría de los liberales blancos enamorados de su propia ideología culturalista y racista y embriagados con el virulento nacionalismo estadounidense. La continuación por parte de Obama de las guerras y agresiones imperiales estadounidenses es prueba de que si pone en el cargo a un afro americano que ha sido educado del "modo correcto", cumplirá con sus deberes imperiales lo mismo que cualquier presidente blanco. Por tanto el que Obama ganara el Premio Nobel de la Paz fue un logro importante para los estadounidenses blancos liberales que pueden complacerse en su logro. Después de todo, producir un puñado de afro americanos al modo de Barak Obama puede silenciar y silenciará a cualquiera que todavía pueda reunir el valor de criticar este sistema totalmente racista llamado "democracia norteamericana" que continua victimizando a la mayoría de los afro americanos y a gran parte del Tercer Mundo.
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El autor es profesor asociado de política árabe moderna e historia intelectual en la Universidad de Columbia.
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