domingo, 8 de febrero de 2009

Israel y la política de amistad












Palestinos en la ciudad de Hebrón, Cisjordania, se reúnen alrededor del cuerpo de un manifestante después de ser asesinado por tropas israelíes durante una manifestación de partidarios de Hamas contra la operación militar de Israel en Gaza, 16 de enero de 2009. (Mamoun Wazwaz / MaanImages)


Israel y la política de amistad

Joseph Massad, The Electronic Intifada, 3 de febrero de 2009

El estatus de Israel como enemigo de los árabes en las últimas seis décadas ha dependido en gran parte de su enemistad o su alianza con los regímenes árabes y no con los pueblos árabes. En la medida en que Israel amenazase a los regímenes árabes, estos lo describían como enemigo, en la medida en que no, era acogido como amigo.

Este fue de hecho el caso en la ambivalente posición de Israel hacia el régimen jordano con el que se alió desde los años 1920, mientras que al mismo tiempo trabajaba para socavarlo cuando algunas de sus estrategias cambiaban. Esto, a su vez explica por qué el régimen jordano fue históricamente ambivalente acerca de si Israel era enemigo o aliado. En 1967, algunos en Israel pensaron en derrocar al Rey Hussein, mientras que en 1970 Israel trató de ampliar su asistencia militar para apuntalarle al trono. Si bien el Rey Hussein se convenció de que la ambivalencia de Israel había quedado resuelta a principios de los años 1990 en favor de una alianza, muchos nacionalistas jordanos, así como chovinistas jordanos no quedaron convencidos. Es en este contexto que muchos nacionalistas jordanos anti-palestinos se opusieron al acuerdo de paz que Jordania firmó con Israel en 1994 y señalaron la continua ambivalencia de Israel hacia Jordania. Observaron acertadamente que Israel sacrificaría al régimen a favor de establecer un Estado palestino en Jordania después de expulsar al país a todos los palestinos de Cisjordania, un proyecto que Ariel Sharon había venido proponiendo desde la década de los 1970 y que conserva el apoyo de personas clave del Partido Laborista. De hecho, Sharon quería que Israel apoyara a la Organización de Liberación de Palestina (OLP) en 1970 contra el Rey Hussein.

La reciente indecisión del gobierno jordano en relación con la mejor respuesta a las matanzas de Israel en Gaza fue debida a la incertidumbre del régimen respecto hacia donde apunta la estrategia de Israel en la actualidad. Al inicio de la carnicería, el jefe de la inteligencia jordana Muhamad Al-Dhahabi, que reabrió conversaciones con Hamas hace unos meses, fue cesado en su puesto, mientras que, al mismo tiempo, el gobierno permitía manifestaciones masivas en todo el país, si bien con limitada aunque evidente represión policial. Sin embargo, la presión de EEUU, Arabia Saudita y Egipto sobre Jordania ha tenido éxito, especialmente tras su insistencia en que Jordania volviera a despachar a su embajador a Tel Aviv a quien había llamado a consultas durante algunos días en señal de protesta. Estos acontecimientos muestran que el gobierno jordano tiene un conjunto de prioridades y preocupaciones diferente del de sus homólogos de Egipto y Arabia Saudita, pero espera y prefiere que Israel siga siendo amigo y no se convierta en enemigo.

El régimen egipcio, que considera a Israel como su aliado más importante en la región después de los Estados Unidos, cree correctamente que Israel no está tratando de socavarlo, razón por la cual Israel no ha sido enemigo de Egipto desde mediados de la década de los 1970. Ya han pasado los tiempos en que Israel intentara destruir el régimen nacionalista árabe de Gamal Abdel Nasser, y desde las oberturas de capitulación de su sucesor Anwar Sadat, Israel ha sido un defensor seguro del régimen egipcio, que a su vez apoya a Israel, a veces como muchos han especulado recientemente, en detrimento del propio régimen.

Desde los años de Reagan, Israel también se hizo amigo del régimen saudí y, posteriormente, del resto de las monarquías del Golfo, por no hablar de su larga amistad con los reyes de Marruecos. El régimen de Túnez de Habib Bourguiba también se negó a considerar a Israel como enemigo desde la década de los 1960, al igual que las fuerzas fascistas cristianas de Líbano que lo consideraron y todavía lo consideran un amigo. Lo más importante en este contexto es el modo como la Autoridad Palestina (AP), bajo Yasser Arafat y Mahmoud Abbas dejó de considerar enemigo a Israel, excepto brevemente bajo Arafat antes de morir, cuando se dio cuenta de que Israel intentaba derrocarlo. Fuera de eso, tanto Arafat como Abbas, cuyo mandato como presidente de la Autoridad Palestina expiró el 9 de enero, no pudieron ni pueden obtener suficiente abrazos y besos de los criminales de guerra líderes de Israel.

Esto queda muy lejos de la década de los 1950 cuando el Sha de Irán, Turquía, y Haile Selassie de Etiopía eran los principales aliados de Israel y EEUU y los dos primeros buscaban en esos tiempos alianzas con los regímenes Hachemitas de Irak y Jordania. El consenso de los regímenes árabes entonces era que la alianza entre Turquía, Irán, Etiopía e Israel era una alianza pro-imperialista anti-árabe. El hecho de que hoy sean Irán y los dirigentes políticos de Turquía las únicas fuerzas regionales que insisten en la soberanía regional y local en contra de invasiones y ocupaciones imperiales ha invertido esta tendencia.

Es ahora cuando regímenes árabes impulsan la soberanía imperial y colonial en Palestina, Irak e Irán, mientras que Irán y Turquía están en la vanguardia de la resistencia contra ella. Que las fuerzas populares de los países árabes y de Irán y Turquía sigan oponiéndose apasionadamente al imperialismo de EEUU deja a los regímenes árabes como las principales fuerzas más pro-imperiales de la región. Este es el contexto en el que Arabia Saudita, Egipto, Jordania e incluso la Autoridad Palestina patrocinan el chovinismo anti-iraní y anti-chiíta (iniciado a instancias de Israel y EEUU), que no ha logrado influir en las masas árabes ni cambiar su posición anti-imperialista y anti-colonial. La entrada de Turquía en el campo que apoya la soberanía local y regional ha complicado la instigación de los regímenes árabes aliados de EEUU, en razón de que Turquía es Suní, o al menos no es Chiíta. Como resultado de ello, el único régimen al que Israel continúa amenazando abiertamente es el régimen sirio, a pesar de las negociaciones secretas en curso que mantiene con él. Esta es la razón por la que Israel sigue siendo oficialmente enemigo de Siria.

El enemigo más peligroso de cualquier régimen árabe de hoy es toda la oposición local que busca un cambio de régimen al mismo tiempo que ofrece la gama de servicios a EEUU que ofrece el régimen actual. Por esta razón, los Hermanos Musulmanes son considerados la mayor amenaza para el régimen egipcio. El régimen se habría quedado impávido si los Hermanos Musulmanes fueran anti-imperialistas y en su caso se negaran a prestar servicios a EEUU. Al régimen, en realidad, le habría encantado que fueran más radicales, porque esto le demostraría a EEUU que el actual régimen es el único que puede ofrecer obedientes servicios a su amo blanco imperial, o en el caso de Obama, amo mitad-blanco.

Que los Hermanos Musulmanes estén dispuestos a servir a EEUU es, precisamente, donde radica su peligro para el régimen, porque EEUU podría fácilmente abandonar al régimen actual si se convierte en una carga y cambiar su apoyo a favor de los Hermanos. De ahí la enemistad que el régimen ha mostrado y sigue mostrando hacia Hamas, y por qué los aliados del régimen en Egipto, incluidos los liberales e izquierdistas, lo apoyan en su hostilidad a Hamas, a quien consideran una extensión de los Hermanos. El problema aquí es que, en conjunción con Hezbola en el Líbano, Hamas, a diferencia de los Hermanos, es el mayor adversario del colonialismo de Israel y del imperialismo estadounidense. En el contexto palestino, es la Autoridad Palestina bajo Arafat y Abbas quien estableció una alianza con Israel y EEUU, y no Hamas. De hecho, la competencia entre Hamas y la Autoridad Palestina no es sobre los servicios a EEUU, sino sobre servir los intereses del pueblo palestino. Por otra parte, las a veces tensas relaciones entre la AP y Egipto y la AP y Jordania se encuentran precisamente en que la primera está sacando virutas de algunas funciones de los últimos para servir los intereses de EEUU y querer un pedazo del pastel.

Los intelectuales palestinos radicados en Cisjordania, al igual que sus homólogos liberales de todo el mundo árabe, han estado activos en los últimos varios años demonizando a Hamas como la fuerza de las tinieblas de la región. Estos intelectuales (entre los que se encuentran cristianos laicos liberales, a quienes a veces se les llama con mofa en los círculos de Ramallah "el Partido Demócrata Cristiano", están representados de manera desproporcionada) se sienten en su mayoría horrorizados de que, si Hamas llegara al poder, prohibiría el alcohol. Suponiendo que Hamas promulgara una norma semejante afectando a la totalidad de la población si gobernara una Palestina liberada en un futuro indeterminado, estos intelectuales son de la clase de intelectuales que prefieren una dictadura certificada colaboracionista, con un vaso de güisqui, a una democracia potencialmente resistente, sin él. Esto no quiere decir que Hamas vaya a instituir necesariamente la gobernabilidad democrática; pero si fuera democráticamente elegido, como lo ha sido, se le debe dar la oportunidad de demostrar su compromiso con la democracia, que ahora promete - algo que todos estos intelectuales comprador estuvieron dispuestos a dar a Fatah, y continúan dándole aún después de haber establecido una dictadura.

De hecho, gran parte de la represión que tuvo lugar en Cisjordania durante la matanza de Gaza había sido legitimada por los continuos esfuerzos de estos intelectuales, de igual manera que antes legitimaron el "proceso de paz" lanzado por los Acuerdos de Oslo, durante el cual Israel continuó con su masiva colonización de tierra palestina, mientras la AP suprimía cualquier resistencia. La escena en Cisjordania, con excepción de Hebrón, fue un escándalo. En capitales árabes como Amán y Beirut, por no hablar de ciudades y aldeas palestinas dentro de Israel, se celebraron manifestaciones enormes que fueron lo menos cien veces más numerosas que el par de miles de personas que trataron de manifestarse en Ramallah, y fueron golpeados por los matones de la Autoridad Colaboracionista Palestina de Ramallah (ACP).

Los Palestinos de Cisjordania estuvieron viendo Al-Jazeera en lugar de manifestarse en solidaridad y rehusaron desafiar a los agentes ACP de Israel que los gobiernan. Mientras que la represión por parte del ACP y el ejército de ocupación israelí es un factor importante, la tranquilidad de Cisjordania fue también fruto de la guerra psicológica de demonizar a Hamas a la que la ACP y su grupo de intelectuales comprador han sometido a la población durante años. Además, el hecho de que un cuarto de millón de Cisjordanos trabajen en la burocracia y la seguridad de la ACP y reciban unos salarios que alimentan a otros tres cuartos de millón de Cisjordanos, los hace totalmente dependientes de la continuación del régimen de la ACP que garantice la continuidad de su medio de subsistencia. Este factor estructural y material es de suma importancia en la evaluación de la despreciable aquiescencia de los cisjordanos durante las recientes matanzas en Gaza. De hecho, algunos de los figurantes de Fatah participantes en las manifestaciones de Ramallah (donde las mujeres-policía de la ACP apalearon a las simpatizantes de Hamas que se manifestaron) incluían a personas que sugirieron abiertamente que los manifestantes fueran hasta la embajada de Egipto en Ramallah para mostrar su apoyo a la política de Egipto hacia Gaza y Hamas.

El viaje de los intelectuales liberales de Cisjordania, parece por fin haber llegado a esto: después de haber sido instrumentales en la venta de los derechos de los palestinos en Israel para la plena igualdad de ciudadanía, por su aquiescencia a la exigencia de Israel de ser reconocido como un estado judío racista, y el derecho al retorno de los de la diáspora y los refugiados, ahora han vendido el derecho a alimentos y electricidad de los palestinos de Gaza, y todo ello a fin de que Cisjordania pueda ser gobernada por una autoridad colaboracionista que les permite acceso libre a Johnny Walker Etiqueta Negra (bebida de su elección, aunque algunos han cambiado a Chivas en fecha más reciente). En este contexto, ¿cómo podría Israel ser otra cosa que un amigo y aliado que está asegurando que Hamas nunca llegue a prohibir el güisqui?

Entre tanto, las próximas elecciones en Israel se están esperado con mucha inquietud. La estrategia de la ACP, por supuesto, será diferente dependiendo de quien gane. Si gana Netanyahu, que fue quien dio al traste con el régimen de la AP y los acuerdos de Oslo de 1996, Abbas puede tratar de sonar más nacionalista al oponerse a las prácticas israelíes con la esperanza de que la administración de Obama le apoye en contra de la derecha israelí. La ACP espera que Obama pueda presionar a Netanyahu, lo que no podría hacer en caso de que ganara el líder del Partido Laborista Ehud Barak. Si gana Barak, entonces la ACP sería feliz, ya que pueden volver a los negocios como siempre. Como amigo íntimo de los corruptos Clinton, Barak también se hará amigo de su tocayo en la Oficina Oval, y Hillary Clinton se asegurará de que nadie le presione. Por supuesto, en lo que respecta al pueblo palestino, no hay diferencia entre quien esté al frente de la política israelí, si un criminal de guerra de derechas o un criminal de guerra de izquierdas. En cuanto a los que aún tienen esperanza en el público israelí, el abrumador apoyo que ha dado a la carnicería en Gaza debería hacerles desechar la idea. Si los alemanes pasaron el día en la playa cuando los nazis invadieron Polonia en 1939, y los estadounidenses vitorearon en los bares y en casa lanzaron fuegos artificiales para mostrar su apoyo a los militares de EEUU en su campaña contra Bagdad mientras cientos de miles de iraquíes eran sacrificados en 1991 y en 2003, los judíos de Israel insistieron en ocupar asientos de primera fila en las colinas con vistas a Gaza para ver el espectáculo en directo, descorchando botellas de champagne y animando al asesinato y la mutilación de miles de civiles, más de la mitad de los cuales eran mujeres y niños.

El gobierno de Obama, así como los israelíes y los regímenes árabes, solo tienen un juego que están dispuestos a jugar, y no es nada original. Ignorar y deslegitimar a Hamas es una repetición de la deslegitimación de la OLP cuando representaba los intereses palestinos en los años 1960, 1970, y parte de la década de 1980. En aquella época, el régimen jordano estaba autorizado por los israelíes y los americanos para hablar en nombre de los palestinos de Cisjordania hasta que la OLP se comprometió a ser un siervo de los intereses de Israel y EEUU y comenzó a ver a ambos como amigos, y no como enemigos. Aunque esta estrategia ha funcionado magníficamente para poner fin a la enemistad entre la mayoría de los regímenes árabes e Israel, ha fracasado estrepitosamente para convencer a la mayoría de los árabes de que Israel no es su enemigo. La reciente victoria militar de Israel en la matanza de Palestinos civiles indefensos y su fracaso en la guerra contra Hamas al no conseguir ninguno de sus objetivos militares no han servido para que sea más apreciado, ni sus apoyos árabes, entre los pueblos árabes en general o las potencias islámicas regionales que no están plenamente al servicio de EEUU. El establecimiento colonial israelí podrá haberse hecho amigo de los regímenes opresivos de toda la región, pero con ello, se ha asegurado la enemistad de la mayoría de los pueblos en cuyo seno ha elegido implantarse.

Joseph Massad es profesor asociado de política árabe moderna e historia intelectual en la Universidad de Columbia en Nueva York. Es el autor de The Persistence of the Palestinian Question (Routledge, 2006).

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