jueves, 19 de febrero de 2009

Persiguiendo espejismos en Oriente Medio






Persiguiendo espejismos: Bush, Olmert y Abbas se reúnen para avanzar el "proceso de paz" en Annapolis, EEUU, en 2007. (Dennis Brack / Sipa Press)





Hasan Abu Nimah*, The Electronic Intifada, 18 Febrero 2009

Recuerdo haber aprendido en la escuela el efecto espejismo. Nunca me pareció real o posible, sólo teoría. Más tarde, cuando era un diplomático joven tuve que ir en coche en varias ocasiones desde Amman hasta Kuwait, vía Bagdad. En el interminable desierto plano, vi grandes zonas cubiertas con lo que parecía ser agua de color azul, moviéndose suavemente. Nunca podía llegar al agua, pero nunca desaparecía. Gracias a aquellas clases sobre principios de la física, recordé lo suficiente como para saber que era un espejismo. Así que hubo fascinación sin engaño.

El espejismo de la paz, sin embargo, es todo engaño sin ninguna fascinación. El llamado "proceso de paz" y las consiguientes negociaciones ya hace mucho tiempo que se convirtieron en un fin en sí mismas: Rentables o provechosas para los participantes y sirviendo como camuflaje del fracaso de todos los interesados. Para Israel, es ideal para dar la impresión de que está involucrado en conversaciones de paz mientras sigue ocupando y colonizando a los palestinos y negando sus derechos, como si la situación sobre el terreno no fuera a tener ningún efecto sobre las negociaciones. Y para la Autoridad Palestina, que fracasó por completo (debido a su propia corrupción, y debido a la ocupación israelí) en establecer ningún logro real para el pueblo palestino, la continuidad de las negociaciones se convirtió en la única razón de su existencia y la única manera de ganarse la vida para los que la controlan.

Cuando el proceso de paz relanzado en Annapolis en 2007 dio contra un muro, aquellos que se habían unido dando apoyo masivo internacional al mismo, alegando que era la última oportunidad para mejor realizar la visión de Bush de una solución de dos Estados, no tienen nada que mostrar de todas sus promesas. Así que hicieron vagas declaraciones de que había sentado las bases para la perspectiva de paz, sobre las que podría aún construirse. La promesa del ex presidente de EEUU George W. Bush de establecer un estado palestino antes de dejar el cargo se morfoseó en una promesa para meramente "definir" dicho estado. Sin embargo, incluso esa meta difusa e insignificante no se pudo alcanzar.

Annapolis fue sólo un ejercicio de ganar tiempo para una horda de operadores internacionales cuya única preocupación se reducía a en repetidas ocasiones revivir y reinventar el proceso de paz sin jamás llevar a cabo una evaluación significativa de por qué todos sus esfuerzos habían fracasado, o de los peligros de continuar por el mismo camino. Annapolis nunca comportó ningún tipo de promesa ni estableció las bases para la paz. En todo caso, proporcionó a Israel la necesaria seguridad de que es inmune, por lo menos durante otro año, a cualquier presión para frenar su agresión colonial con los colonos contra los palestinos, mediante la cobertura de reuniones estériles, aunque periódicas entre funcionarios israelíes y palestinos.

Para todos los demás, incluida la llamada comunidad internacional y los Estados árabes, el concepto de que las partes participan en negociaciones - aunque han sido transparentemente falsas - ha sido suficiente para eximirles de cualquier acción real en la búsqueda de la paz. Esto podría incluir, por ejemplo, exigir de hecho responsabilidades a Israel por sus interminables violaciones del derecho internacional, y a reconocer que todas las acciones deben basarse en el reconocimiento de que hay un ocupante y un ocupado, un violador y un violado, un agresor y una víctima, a diferencia de seguir pretendiendo que hay dos lados iguales (o como se puso de moda recientemente que los palestinos son los agresores e Israel es la víctima que necesita ser protegida con buques de guerra europeos y "supervisores")

Por lo tanto, ha habido una interminable persecución del espejismo por parte de gentes que saben o deberían saber que el espejismo es sólo eso, pero que, no obstante, insisten en que el agua es real y que pronto la beberán. La industria del proceso de paz ya ha trasladado su atención al presidente de EEUU Barack Obama. Siguen escudriñando cada gesto "útil" o cada insignificante "movimiento", interpretando en ellos montañas de esperanzas y expectativas - mientras que indicios mucho más claros y más pronunciados de que no habrá ningún cambio de rumbo en la política de EEUU son convenientemente ignorados o se explican como retórica electoralista.

Hemos alcanzado ahora el punto donde cada revés es reinterpretado como una "ventana de oportunidad". Tomemos, por ejemplo, las recientes elecciones israelíes. Por si la multitud de "expertos" que aparece en los ávidos canales de satélite todo el día para analizar y evaluar no pudiera hacer frente a la demanda, ha continuado la búsqueda de nuevos fichajes. Excepto en una ocasión, en la que respondí por teléfono algunas preguntas para el diario jordano Al-Ghad, decliné numerosas ofertas para participar en debates sobre los resultados de las elecciones israelíes. Expresé mi firme convicción de que los resultados de las elecciones israelíes no tendrán efecto alguno sobre el proceso de paz, simplemente porque el proceso de paz está muerto desde hace mucho tiempo y un régimen más extremista en Tel Aviv no va a matar más algo que ya está muerto.

Los dirigentes de los tres principales partidos: Kadima, Likud y Yisrael Beitenu no sólo han estado proclamando en voz alta y clara su adhesión a las políticas que hacen imposible la paz, sino que compiten entre sí con promesas de volver atrás y alejarse de cualquier mínima sugerencia sobre una dirección más pacífica por parte de administraciones anteriores. No hay elección en Israel entre moderación y extremismo, sino sólo entre diferentes variantes de extremismo.

La verdad que nadie se atrevería a decir es que Hamas, con sus ofertas de una tregua a largo plazo con Israel, y su disposición a reconocer las fronteras de 1967 es mucho más moderado y conciliador que ningún relevante partido judío israelí.

Pero la industria del proceso de paz siempre estará dispuesta a negar la realidad y perseguir el espejismo. Israel en su conjunto es tan extremista e intransigente que incluso un gobierno de unidad nacional, belicista, de derechas, pro construcción de asentamientos coloniales, entre Kadima y Likud será calurosamente acogido por la "comunidad internacional" como un gobierno de paz al que debemos de estar agradecidos y dispuestos a cooperar con él. Por supuesto dirán - como siempre - que ¡ahora no es el momento para presionar a Israel, o que podríamos terminar con un gobierno peor! Incluso los meses que tarde en formarse cualquier gobierno israelí no son ningún problema. Esto proporcionará una coartada perfecta para que siga el espectáculo.

Ojalá pudiéramos despedir estas políticas fallidas y sus profesionales como la broma que son. Pero los que pagan el precio por tanta negligencia y complicidad internacional, tanta falta de coraje, tanta falta de rendición de cuentas, son personas inocentes, la mayoría viviendo horriblemente en Gaza. Sin embargo, su realidad, su ira, su resistencia es un espejismo que ya no se puede ocultar por más tiempo.

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*Hasan Abu Nimah es el ex representante permanente de Jordania ante Naciones Unidas. Este ensayo apareció por primera vez en The Jordan Times y se reproduce ahora con el permiso del autor.

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