jueves, 19 de marzo de 2009

El nuevo mecanismo de asedio a Gaza

Por Nicola Nasser
Al Ahram Weekly, 29.01.09/04.02.09

La reconstrucción de Gaza se ha convertido en la última arma del asedio. La ocupación israelí, EEUU que apoyó la ofensiva, y la Unión Europea, que no hizo nada para detenerla, conspiran para convertir el proceso de reconstrucción en una forma de producir un "socio de paz" adecuado mientras que la cumbre árabe en Kuwait espera utilizarla para lograr la reconciliación palestina.

Mientras tanto, el gobierno de la Autoridad Palestina (AP) insta a todas las partes a considerar a la AP como el único canal para administrar el proceso de construcción, sobre la base de que es el gobierno formado por la Organización para la Liberación de Palestina que está reconocida como el único representante legítimo del pueblo palestino. Pronto veremos que la congelación de la reconstrucción se convertirá en la herramienta de todas las partes para terminar con la resistencia, algo que no han podido hacer en las tres semanas de guerra y el largo bloqueo que la precedió.

Israel, potencia ocupante, está decidido a mantener un estricto control sobre el proceso de reconstrucción, que es por lo que ha mantenido los cruces fronterizos sellados tras su alto el fuego "unilateral". De hecho, esta es la razón por la que declaró unilateralmente el alto el fuego: no quería estar vinculado a ningún acuerdo - la iniciativa Egipcia o cualquier otro marco -, que le obligara a levantar el embargo, aunque sólo fuera parcialmente, con el fin de facilitar la reconstrucción. Tel Aviv también ha está tratando de obtener "garantías" de organismos internacionales como la UNWRA.

El 19 de enero Reuters informó que diplomáticos occidentales revelaron que Israel había pedido a la ONU y a otros organismos que presentasen listas detalladas de los materiales, equipo y personal que tenían intención de enviar a Gaza, ya fuera para asistencia urgente o para el proceso de reconstrucción a más largo plazo. Según estas fuentes, Israel planea vigilar de cerca este proceso, insistiendo en que estos organismos soliciten autorización previa para cada proyecto. Una de las condiciones para su aprobación será que el proyecto no beneficie ni a Hamas ni a su gobierno en Gaza. El Primer Ministro Ehud Olmert ha nombrado al Ministro de Asuntos Sociales, Isaac Herzog, como coordinador de la unidad de reconstrucción de Gaza.

EEUU no sólo da su pleno apoyo a Israel en este plan; sino que abiertamente manifiesta que se use el proceso de reconstrucción para ayudar a que la AP reafirme su autoridad e influencia sobre Gaza. La Unión Europea es igualmente franca en su aprobación. La Comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, Ferrero-Waldner, dejó claro que la UE no contribuirá a la reconstrucción a menos que Gaza produzca un socio de paz viable y que no habría ayuda para un gobierno dirigido por Hamas. Un diplomático europeo de alto nivel dijo a Reuters que esta era "una receta para el fracaso" y añadió: "Seamos realistas. Si la Autoridad Palestina va a ser responsable, su dirigencia e instituciones han de existir sobre el terreno. En este momento no hay nada de eso," dijo.

Es evidente que para Tel Aviv, Washington y Bruselas, la restauración del gobierno de la Autoridad Palestina en Gaza es el argumento más importante para blandir la reconstrucción, como una espada de Damocles sobre Gaza, y para la potencia ocupante esta condición es su mayor "garantía" para mantener el control de la espada.

El temor ahora es que Israel y las potencias internacionales que le han ayudado a perpetuar su ocupación desde 1967 utilizarán una fachada palestina apuntalada por el apoyo oficial árabe para representar una repetición en Gaza de la experiencia de Irak tras la guerra de 1991, cuando la reconstrucción y el desarrollo fueron diferidos permanentemente a fin de debilitar aún más al país y prepararlo para derrocar al régimen por medio de la invasión que tuvo lugar en 2003. Puede o no ser una coincidencia que la invasión israelí de Gaza terminase casi en la misma fecha en que empezó la guerra contra Irak hace 18 años. Y no es un buen augurio para un futuro escenario de "cambio de régimen" en Gaza el que la infraestructura del Irak de hoy, seis años después del derrocamiento del régimen de Saddam, sea peor de lo que era antes.

El intentos de preparar tal escenario puede verse en la petición del Presidente de la AP Mahmoud Abbas a la cumbre árabe la semana pasada para que canalicen el proceso de reconstrucción a través de la AP y sus instituciones, petición de la que se hizo eco el Presidente del Banco Mundial Robert Zoellick, que se reunió con Abbas al margen de la cumbre en Kuwait. El Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon y otros líderes occidentales han propuesto crear una comisión internacional temporal para supervisar la financiación y organización de los trabajos de reconstrucción. Sin embargo, Abbas y sus patronos han rechazado dicho mecanismo porque "se presume que la separación entre Gaza y Cisjordania seguirá", como declaró el Primer Ministro de facto de la AP Salam Fayyad, añadiendo que los donantes internacionales que están ansiosos por reconstruir Gaza "corren el riesgo de ahondar la división de Palestina al ignorar el papel de la AP".

La postura de la Autoridad Palestina, si se sigue, condenaría las promesas árabes hechas en Kuwait - así como las promesas hechas en una posible conferencia internacional sobre la reconstrucción de Gaza, convocada por Egipto, la AP y el presidente de la UE - a seguir pendientes hasta que con el tiempo haya un "socio de paz viable" en Gaza.

Aunque los participantes en la cumbre de Kuwait, hicieron hincapié en principio en la necesidad de la reconstrucción de Gaza, no lograron alcanzar un acuerdo sobre el mecanismo. Las diferencias entre los dirigentes obstruyeron la propuesta para crear un fondo de reconstrucción y la mayoría de los participantes lograron acordar que la reconstrucción de dependiera de la reconciliación intra-Palestina, una tarea que se le encomendó a los ministros del exteriores árabes, sin fijar una fecha ni el lugar para una reunión ministerial a tal objeto, dejándonos con la pregunta de cuándo y cómo los ministros árabes podrían tener éxito donde sus jefes de Estado han fracasado.

Por supuesto, esta dilación por delegación hace que la promesa de reconstruir Gaza apenas valga el papel en el que fue escrita y es probable que sufran el mismo destino y se olvide al igual que muchas otras resoluciones de cumbres árabes. Una de esas resoluciones olvidadas fue la adoptada en una cumbre árabe de emergencia en El Cairo en octubre de 2000 pidiendo la creación de un Fondo Al-Aqsa y Jerusalén con el fin de reconstruir la infraestructura palestina, especialmente en los sectores de sanidad, educación, agricultura y vivienda. Al parecer, los dirigentes árabes en Kuwait no han querido recordar que aquella resolución no limitaba la distribución de fondos al canal de la AP, sino que también los proporcionaba a través de otros canales, como la UNRWA, las Medias Lunas Rojas de Egipto y Qatar, la Organización Filantrópica Real de Jordania, el Programa de Naciones Unidas para el Golfo Árabe y otros organismos humanitarios regionales y agencias internacionales. Quizás, también, no quisieron recordar a nadie que cuando se aprobó la resolución anterior no existía ningún "problema de Hamas" tras el que se esconden quienes realmente no desean reconstruir los territorios ocupados, ya sea en Gaza o en Cisjordania.

La razón subyacente por la que no se adoptó el Fondo Al-Aqsa y Jerusalén en la cumbre de Kuwait como mecanismo para la reconstrucción de Gaza es que la misión humanitaria urgente se ha politizado cuando debería quedar al margen de la lucha política entre los palestinos, los árabes, las potencias extranjeras, y cualquier otra parte cuya voz sea lo bastante poderosa como para cubrir las llamadas de las personas necesitadas.

No hay nada que debatir cuando se trata de ayuda humanitaria. La ofensiva israelí ha destruido toda la infraestructura civil del gobierno de Gaza, con el argumento que servía de base para Hamas, cuando en realidad se trataba de infraestructura de la Autoridad Palestina, pagada por los contribuyentes de los países donantes. Vecindarios enteros fueron reducidos a escombros, con la total destrucción de 4.000 viviendas y dañando seriamente en torno a 16.000 más. Hay ahora unas 100.000 personas con necesidad urgente de alojamiento, alojadas temporalmente en unos 12 refugios abiertos por la UNRWA en escuelas que también fueron blanco de las armas israelíes y, por tanto, necesitan asimismo reparación. Además, hay que recuperar las tierras de cultivo devastadas por los bombardeos, proporcionar agua potable a medio millón de palestinos, restablecer la electricidad a aproximadamente el mismo número de personas, y proporcionar la ayuda alimentaria de emergencia a aproximadamente el 80% de los habitantes de Gaza (todas esto según estimaciones de Naciones Unidas). Cualquier argumento político respecto a posponer dicha ayuda urgente es moralmente ultrajante.

La lista israelí de "materiales prohibidos", aún antes de su ofensiva, incluye elementos tales como hierro, acero y cemento, que ahora son absolutamente vitales para la reconstrucción. John Holmes, Comisionado de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, señaló esta verdad evidente en una declaración el pasado martes 3 de febrero diciendo que si Israel se negaba a permitir el paso de los materiales, la reconstrucción no puede comenzar.


También es evidente que adoptar a la Autoridad Palestina como único canal para la financiación de la reconstrucción tiene por objeto permitir que la potencia ocupante, que destruyó Gaza, pueda supervisar la reconstrucción. No es posible esperar que la AP, que se encuentra a todos los efectos bajo las órdenes de Israel, gestione de manera independiente y eficaz el proceso de reconstrucción por control remoto desde Ramallah, por no hablar de entrega de fondos para los proyectos sin la aprobación previa de Israel. Hay que recordar que el propio Presidente Abbas alegó la dificultad de obtener de Israel el permiso de salida en poco tiempo como la razón por la cual no compareció en la cumbre de Doha sobre Gaza, según el Primer Ministro Qatarí y Ministro de Exteriores jeque Hamed Ben Jasem Al-Thani. También, hace sólo dos meses, el gobierno de Abbas en Ramallah no podía pagar los salarios de los 70.000 funcionarios de la AP que se cree les pagó para que se quedaran en casa debido a la división interna palestina. Si, como el Primer Ministro Fayyad repite en cada ocasión, la AP no está en condiciones de abonar la asignación presupuestaria de Gaza, que es aproximadamente la mitad de su presupuesto total, ¿cómo se puede contar con ese gobierno para el pago de los fondos que se prometieron - o que se prometerán - para la reconstrucción?

Kuwait, por una vez, actuó correctamente cuando en lugar de esperar a la cumbre árabe para llegar a un acuerdo, donó 34 millones de dólares directamente a la UNRWA. Del mismo modo, Noruega donó 20 millones de coronas a organizaciones capaces de llegar directamente a los civiles de Gaza, como la Cruz Roja Internacional. Tales nobles ejemplos confirman la existencia de canales prácticos y serios para satisfacer las necesidades humanitarias urgentes. No deben convertirse en peones de la exigencia de la llegada a Gaza de un "socio de paz" palestino, en contra de la insistencia del Ministro de Exteriores de la Autoridad Palestina Riyad Al-Maliki en Kuwait de que todo debía ser coordinado con la AP "en todos los ámbitos" antes de comenzar el proceso de socorro y reconstrucción.

Si se acepta tal requisito, quedará garantizado que el proceso de reconstrucción estará sujeto a los deseos de la potencia ocupante y se convertirá en otra forma de asediar Gaza a fin de ponerla de rodillas.

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Nicola Nasser, es un veterano periodista árabe radicado en Birzeit, Cisjordania, en territorios palestinos ocupados por Israel.

Viñetas: Josetxo Ezcurra y Ben Heine

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