27-01-2009
Agustín Velloso
Rebelión
Maldigo la poesía quien no toma partido hasta mancharse - Gabriel Celaya, 1955
Se ha hecho público recientemente que la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género viajó a Siria el pasado mes de diciembre de 2008, donde se reunió con Jaled Meshaal, líder del politburó de Hamas en el exilio.
Aunque ha trascendido muy poco del viaje, la propia Plataforma informa el pasado 15 de enero en su página web de que:
“se reunió esta tarde con el líder del movimiento islámico Hamás, Khaled Meshaal, en Siria. Bajo fuertes medidas de seguridad, fue recibida la delegación española conformada por representantes políticas y sindicales, académicas, activistas y defensora/es de Derechos Humanos, junto a una veintena de medios de comunicación convocados por la Plataforma para dar acompañamiento a la misión.”
Resulta más bien chocante que la Plataforma no informe de los objetivos que buscaba con esa reunión mediante una delegación tan abultada y tan acompañada. También resulta extraño que no haga saber los resultados de la misma, así que no hay más remedio que intentar colegir unos y otros de lo poco que se dice en su página web.
Lamentablemente no se consigue mucho, ya que no se dice quiénes eran las delegadas, ni en nombre de qué organizaciones participaban. La cosa no mejora, al contrario, si se lee el vago relato de lo acontecido:
“El encuentro inició con la presentación de las exigencias de unidad nacional, respeto a la legalidad internacional, protección de las víctimas no combatientes e integración de las mujeres en las mesas de negociación, y especialmente del cese de las acciones violentas de todas las partes involucradas en conflicto palestino-israelí; estuvo a cargo de la Presidenta de la Plataforma, Cristina del Valle.”
Es realmente extraordinario, además de un alarde de cortesía exquisita, que a pesar de la gravedad de los hechos que se estaban produciendo en esas fechas en Gaza, Meshaal tuvo la amabilidad de recibir a la delegación y además responder a la presentación de esas exigencias.
No entra en cabeza humana, ni siquiera en la del más intoxicado diletante, que se viaje a casa de nadie a presentar exigencias que –además- no se sostienen por falta de lógica, que no contribuyen a solucionar el problema por insustanciales y que no aportan nada por estar a años luz de las cuestiones fundamentales en Palestina. Éstas giran alrededor de la ocupación israelí de tierra palestina, la extrema agresión a sus habitantes y el papel que corresponde a los que no están directamente implicados en aquélla, sean fruteros, economistas o artistas.
Es fácil imaginar la escena de la reunión: la presidenta presenta sus exigencias con la solemnidad y el aplomo de quien hace lo apropiado. Las delegadas asienten expectantes en silencio mientras se preparan para recibir una filípica islamista. El traductor carraspea, luego se atraganta y por fin suelta como puede el encarguito. Meshaal intenta acordarse de qué pecados cometió en el pasado, que ni siquiera pudo expiar con el atentado mortífero que sufrió a manos del Mossad en Amman en 1997, para verse rodeado de un grupo de mujeres de un país supuestamente favorable a Palestina, o al menos respetuoso de la ley internacional según dicen ellas mismas, que le acosan con un absurdo parlamento.
Curtido en innumerables conversaciones y entrevistas, Meshaal calibra en segundos el calado político de sus invitadas y decide tranquilizarlas como haría con un grupo de escolares de los primeros cursos de enseñanza elemental. De esto informa la Plataforma:
“Khaled Meshaal, en un discurso que defiende la legitimidad de Hamás como un partido político que ha sido votado democráticamente, aseguró que están dispuestos a una tregua siempre y cuando el cese al fuego sea simultáneo ”.
“ Meshaal también se pronunció respecto a la formación de un Estado laico, asegurando que él es una persona religiosa, pero que es el pueblo quien debe elegir el tipo de gobierno que desea y que, junto a la organización que representa, se someterán siempre a la voluntad popular.”
“La violencia contra las mujeres y contra todas las personas es contraria a nuestra religión, como lo es al cristianismo y a todas las religiones. Son las interpretaciones que los hombres han hecho de ellas las que la promueven”.
A continuación Meshaal ofrece un té a la concurrencia. Mientras prepara una respuesta sin rencor al grupo, por si una de sus interlocutoras le pregunta sobre lo que piensan los palestinos sobre el papel del democrático y progresista gobierno español ante la agresión y la ocupación de Palestina por parte de Israel, o sobre su reacción ante los millones de euros que España vende en armamento a Israel año tras año, o acerca de su posición ante el constante apoyo político que supone el Acuerdo de asociación entre la Unión Europea e Israel, otra de las asistentes vuelve a la carga. Según la Plataforma,
“Fátima Aburto, diputada provincial del Partido Socialista, hizo hincapié en la necesidad de una política cercana al pueblo, que defienda los intereses de la población civil y que recupere el diálogo entre las partes en conflicto. La diputada Aburto también interpeló a Meshaal sobre el reconocimiento de Hamás a la Declaración Universal de Derechos Humanos y la idea de democracia como la mejor forma de gobierno”.
¡Pobre Meshaal! Como no tiene bastantes problemas con los sionistas, tiene que aguantar que la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género le pida explicaciones sobre la democracia y el trato de los palestinos hacia sus mujeres.
Realmente hay que tener mucho arte para dirigirse a Hamas en esos términos siendo representante del PSOE al mismo tiempo que en España la prensa publica que se han presentado 400 denuncias diarias por malos tratos por parte de mujeres contra sus maridos o parejas durante el año 2008. La cifra aparecida en la prensa asciende exactamente a 107.919 denuncias por violencia de género.
Aburto se aprovecha de que Meshaal no conoce su historial ni el de su partido en la defensa de los derechos humanos. No hace mucho visitó Guinea Ecuatorial y a su vuelta declaró a la prensa que ella y otros dos diputados que la acompañaron en aquel viaje habían constatado mejoras en la situación de los derechos humanos en ese país.
Meshaal pudo preguntar a Aburto, por ejemplo, ¿cuándo va Zapatero a expulsar al embajador del Israel en Madrid? ¿Cuándo va Zapatero a denunciar el Acuerdo citado, cuyo artículo segundo exige el respeto de los países firmantes a la ley internacional y a los derechos humanos? ¿Cuándo va a exigir Zapatero a Israel que cumpla con la ley internacional?
Pero no lo hizo seguramente porque entendió que si todo lo que un nutrido grupo de activistas, sindicalistas, académicas, artistas y una diputada del PSOE, puede ofrecer al partido que representa a los palestinos en tiempos de genocidio a manos de Israel, es un carro de exigencias fuera de lugar, prepotentes y desvergonzadas, es mejor que se vayan cuanto antes porque ni ellas ni el país que aparentemente representan valen el té que se les ofreció a pesar de su descortesía y estulticia.
Hasta que el viaje de la Plataforma tuvo lugar, los palestinos sólo sabían que el PSOE es aliado de Israel. Ahora saben que hay al menos una Plataforma que actúa como aquél aunque aparente también que está con los palestinos.
Sin embargo somos muchos más los que hemos demostrado en la calle en numerosas ciudades recientemente que las preguntas en tiempos de genocidio no se hacen a los representantes de los palestinos, sino que se hacen a los genocidas y a sus aliados: al gobierno de Israel y al de España.
Aparte de las que Meshaal podía haber hecho y no hizo, no tenemos más preguntas, únicamente solidaridad con los palestinos y rechazo de las políticas de nuestro gobierno respecto de Oriente Medio.
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