[30/01/2009 - 02:02 AM]
Por Khalid Amayreh
Es realmente difícil tomar en serio a los que piensan que el nuevo enviado estadounidense a Oriente Medio, George Mitchell, tiene la mas mínima posibilidad de conseguir que Israel, el ente neonazi, ponga fin a su ocupación de Cisjordania, Jerusalén oriental y la Franja de Gaza, y, por tanto, se logre una paz justa y duradera en esta torturada parte del mundo.
Cierto que Mitchell tuvo éxito en la resolución del conflicto de 800 años en Irlanda del Norte. Sin embargo, con Israel manteniendo estricto control del Congreso norteamericano, los medios de comunicación y el discurso público, es poco probable que Mitchell pueda hacer nada en términos de presionar al estado apartheidista para que tome una decisión estratégica y ponga fin a sus 40 años de ocupación colonial de los territorios palestinos.
Los factores en contra de la misión de Mitchell son numerosos y abrumadores.
En primer lugar, Mitchell debe ser lo suficientemente honesto como para darse cuenta de que Israel ha matado cualquier perspectiva realista de crear un Estado palestino viable en Cisjordania. La construcción de cientos de colonias solo para judíos por todos los territorios ocupados no ha dejado margen para el establecimiento de tal estado.
Esto es, por supuesto, a menos que un dirigente palestino traidor sea engatusado o coaccionado para que acepte un "estado", formado por bantustanes desconectados y municipios bajo estricto control israelí.
Huelga decir que semejante escandalosa venta de los derechos de los palestinos sería rechazada fuertemente y violentamente por una gran mayoría de palestinos, y cualquier "Judenrat" palestino que se adhiriera a dicho acuerdo sería aplastado sin piedad y sus miembros matados como perros en las calles de Cisjordania.
Traidores que comercien con el patrimonio nacional de su pueblo por dinero, inversiones y un trato preferencial de América e Israel no pueden esperar un mejor trato de su gente. Así es como son tratados los traidores en todos lados.
Por otra parte, a estas alturas debería de estar muy claro que ningún gobierno israelí podría, incluso si quisiera, desmantelar los cientos de asentamientos construidos en los territorios árabes ocupados desde 1967.
La sociedad israelí y su entorno político son simplemente demasiado jingoístas como para permitir que ningún gobierno israelí se deshaga del "botín" de la guerra de 1967.
Hay quienes pueden argumentar que los colonos y los que los apoyan pueden ser superados por la mayoría de los israelíes que quieren la paz. Bueno, esto no es una valoración exacta de la realidad. Los colonos y los que los apoyan constituyen una verdadera mayoría en la sociedad israelí y en particular en el ejército israelí, como sin duda mostrarán las próximas elecciones israelíes.
Esta es la razón por la cual sucesivos gobiernos israelíes se han abstenido de desmantelar ni una sola colonia, ni siquiera las creadas de modo descaradamente ilegal incluso según la propia y desequilibrada ley israelí. (Todos los asentamientos son ilegales según el derecho internacional como estableció hace unos años la Corte Internacional de Justicia de La Haya).
Los dirigentes israelíes saben muy bien que el desmantelamiento de las colonias y el traslado de los colonos podría conducir a una guerra civil judía. Olmert, cuya plataforma electoral hace unos años se basaba en la promesa de eliminar los asentamientos al este del "muro de separación", acabó por arrugarse frente a los colonos y no se atrevió a eliminar ni un solo puesto de avanzadilla.
Por lo tanto, es inconcebible que, en ausencia de un verdadero terremoto masivo político y psicológico que alcance la psique colectiva israelí, ningún gobierno israelí podría embarcarse en la tarea impensable del desmantelamiento de los asentamientos y de la retirada a línea de armisticio del 4 de junio de 1967.
Huelga decir, que tal "terremoto" sólo puede ser activado por los Estados Unidos, el aliado-guardián de Israel. Sin embargo, para que este tipo de terremoto se produzca en Israel, tendría que producirse primero un fuerte terremoto político en Washington DC.
Estoy hablando de una transformación política y mental, una verdadera revolución, que liberaría a la clase política estadounidense del estrangulamiento del sionismo estadounidense, el lacayo demoníaco que ahora tiene a América agarrada por la garganta.
Esto nos lleva a otra cuestión. ¿Es capaz EEUU de liberarse a sí mismo de este agarre sionista? ¿Puede EEUU decir "No" al matón israelí y actuar en consecuencia? ¿Puede EEUU superar y soslayar la astuta y tiránica camarilla sionista que está esclavizando ahora a EEUU?
Planteo estas preguntas porque todas las viejas herramientas para tratar de resolver el conflicto en Palestina se han probado hasta la saciedad y han demostrado ser ineficaces y fallidas.
Esto requiere, necesariamente, herramientas nuevas "poco ortodoxas" y "no clásicas" que convenzan a Israel de que "ya basta" y que América no va a seguir desempeñando el papel de prostituta poderosa al servicio de la supremacía sionista en el Oriente Medio.
Pero para llegar a ese orden de ideas, EEUU tendría que pensar con honestidad y hacer mucha introspección. EEUU tendría que enfrentarse a los hechos desnudos del monstruo neonazi conocido como Israel. EEUU tendría que afrontar el hecho de que la enorme crisis que ahora afecta a la economía norteamericana es atribuible en primer lugar y de modo destacado a Israel. Más aún, Estados Unidos necesita darse cuenta de que, a menos que Israel sea frenado, la propia América se vendrá abajo. ¿No está América bajando ya, al menos en parte, porque ha permitido que una pequeña entidad criminal a 10.000 millas de distancia dicte la política norteamericana y su comportamiento hacia el resto del mundo?
Después de todo, fue Israel quien por medio del engaño consiguió que el no añorado ignorante de la Casa Blanca, George Bush, invadiera, ocupara y destruyera dos naciones musulmanas soberanas y asesinara o causara la muerte de más de un millón de seres humanos.
Fue Israel el que consideró la llamada "guerra contra el terror". Y bien pudiera demostrarse finalmente que Israel estaba detrás de los eventos del 11S. Sí, no poseemos pruebas irrefutables que demuestren este punto ahora, pero la astuta serpiente sionista es demasiado demoníaca, demasiado nefasta y muy taimada como para que se le dé el beneficio de la duda.
Por lo tanto, me gustaría dar el siguiente consejo al Sr. Mitchell.
No sea ingenuo, Israel y sus dirigentes intentarán diluir su misión eviscerándola de todo contenido. Tratarán de abrumarle con montañas de tácticas de despiste. Plantearán todo tipo de cuestiones, reales e imaginarias para confundirle. Plantearán sin vergüenza la cuestión del terrorismo, ignorando el hecho cardinal de que Israel es la misma encarnación más satánica de terror en este mundo. Hablarán de "antisemitismo", pasando por alto el hecho evidente de que el comportamiento nazi de Israel, por ejemplo, la reciente guerra genocida relámpago contra Gaza, son el principal generador de antisemitismo en todo el mundo.
Le confrontarán con una avalancha de distracciones para desviar la atención de la verdadera cuestión central, su continua ocupación tipo-nazi de tierras palestinas y su absoluta opresión del pueblo palestino.
Si usted es valiente y honesto, confróntelos, déjelos que le miren con ceño, déjelos que se enojen. Pero no se acobarde, ni caiga presa de sus tácticas de intimidación, incluso si le amenazan con movilizar al Congreso en contra de usted y de su jefe en Washington.
Puede que le digan que los judíos controlan América y, por lo tanto, podrían conseguir que el Presidente le despidiera. No se deje impresionar por esto. Informe directamente al Sr. Obama.
Es muy posible que pronto le afrente un hombre llamado Benjamín Netanyahu, que es probable se convierta en el próximo Primer Ministro de Israel.
Este hombre es un mentiroso patológico, un propagandista profesional que piensa que la hasbara (propaganda) eficaz es la solución de todos los problemas. Tácticas de diversión y prevaricación verbal son su política y pura mendacidad es su modus operandi. Por lo tanto, no se deje engañar por su falsa magia.
Por último, quisiera decir lo siguiente:
Sea honesto y franco con su jefe en Washington. Dígale que Israel no quiere la paz y no busca verdaderos socios de paz entre los palestinos.
Un país que ha construido y sigue construyendo asentamientos coloniales en tierras robadas, obviamente no quiere la paz. Por otra parte, un país que intimida a los socios de paz, p.e., a la Autoridad Palestina, para que actúe y se comporte de modo similar a como lo hacían los "consejos judíos" en la Europa ocupada por los nazis, no busca una paz verdadera, sino quislings genuinos y colaboradores bona fide.
Dígale también al Sr. Obama que Israel y sus líderes no se toman en serio a EEUU. Le pongo un pequeño ejemplo. En ocho años de mal gobierno de Bush, y pese a incesantes y, en ocasiones agresivas demandas de Washington para que eliminara los bloqueos de carreteras de Cisjordania para mejorar la movilidad palestina y ayudar a revivir la moribunda economía de la región, Israel de hecho aumentó en lugar de disminuir el número de estos perversos puestos de control y bloqueos de carreteras ... y lo hicieron así ante las narices de EEUU.
(¿No se jactó Olmert recientemente de haber ordenado al Presidente Bush que diera instrucciones a Condoleezza Rice para que se abstuviese de votar a favor de una resolución del CS-ONU llamando al alto el fuego en la Franja de Gaza?) Recuerde que estas barreras se levantan en el corazón de los centros de población palestinos, y no junto a la Línea Verde, por ejemplo, entre Israel y Cisjordania. Su finalidad es principalmente para atormentar y brutalizar al pueblo palestino.
Esto se hacía mientras los dirigentes y funcionarios israelíes estaban teniendo charlas de camaradería con Rice, que visitó Jerusalén Ocupada y Ramallah 24 veces. Y el resultado de todas sus visitas fue un gran cero. Bueno, Sr. Mitchell, trate de aprender del monumental fracaso de Rice... no lo repita, aunque tenga que irse.
Buena suerte Sr. Mitchell.
Viñeta: EL ROTO
viernes, 30 de enero de 2009
... Y ahora la fantasía Mitchell
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