Jonathan Cook
The National
En un eco de las restricciones que ya están firmemente instaladas en Gaza, Israel ha empezado a prohibir los desplazamientos entre Israel y Cisjordania a cualquier persona que posea un pasaporte extranjero, incluyendo los trabajadores de la ayuda humanitaria y miles de residentes palestinos.
La nueva política está diseñada para obligar a los ciudadanos a elegir entre visitar Israel, incluyendo Jerusalén Este, que Israel se ha anexionado ilegalmente, y Cisjordania. En la mayoría de los casos ya no es posible viajar entre ambas zonas.
La nueva regulación viola los compromisos asumidos por Israel con los gobiernos occidentales según los Acuerdos de Oslo de que se concedería sus ciudadanos un continuo acceso a los territorios ocupados.
Israel, que controla el registro de población tanto de israelíes como de palestinos, no ha sugerido que haya ninguna justificación de seguridad para la nueva restricción.
Grupos de derechos humanos protestan porque la normativa separará aún más de Cisjordania a Jerusalén este. También se espera que aumente sobre las familias en las que un miembro tiene pasaporte extranjero la presión para que abandone la región y que altere la ayuda que las organizaciones de asistencia pueden dar a los palestinos.
Según los observadores, la regulación se introdujo discretamente hace tres meses en la terminal del puente Allenby en la frontera con Jordania, el único paso fronterizo internacional para los palestinos de Cisjordania. Los agentes israelíes, que controlan la frontera, emiten ahora un visado para los visitantes extranjeros “sólo para los territorios de la Autoridad Palestina” que les impide entrar en Israel y Jerusalén Este.
Altos cargos del ministerio de Interior afirman que se está adoptando una política similar en el el aeropuerto internacional israelí de Ben Gurion cerca de Tel Aviv para prohibir llegar a Cisjordania a los poseedores de pasaportes extranjeros que llegan por esta ruta.
Desde hace mucho tiempo Gaza está fuera del alcance de cualquier palestino que no sea residente ahí y en la práctica ha estado cerrada a israelíes y a la mayoría de los extranjeros desde principios de 2006 cuando Israel inició su bloqueo [a la franja].
“Esto significa profundizar y refinar la política de separación que empezó cuando Israel estableció checkpoints en Cisjordania y construyó el Muro”, afirmó Sam Bahour, un palestino-estadounidense que vive en Ramala y dirige la campaña Derecho a Entrar que pone de relieve las restricciones de movimientos a los palestinos.
“Los gobiernos extranjeros como Estados Unidos deberían poner grito en el cielo porque esta norma viola los derechos de sus propios ciudadanos según acuerdos diplomáticos. Hasta el momento han permanecido en silencio”.
Sam Bahour, de 44 años, afirmó que las víctimas inmediatas de esta nueva política serán los miles de palestinos del extranjero que como él mismo, volvieron a Cisjordania durante el más optimista periodo de Oslo. Con estudios superiores y a menudo con carreras bien establecidas, han sido vitales tanto para la regeneración de la economía local palestina al invertir en negocios y establecerlos, como para cultivar a una joven sociedad civil al dirigir organizaciones de beneficencia y enseñar en las universidades.
Aunque muchos de ellos se han casado con esposas locales y criado a sus hijos en Cisjordania, Israel generalmente les ha denegado los permisos de residencia lo que les ha obligado a renovar sus visados turísticos cada tres meses dejando temporalmente, a menudo por años enteros.
Sam Bahour afirmó que esta última norma se debería entender como una medida de una red de restricciones israelíes que hacen imposible una vida normal para los palestinos.
Además del Muro y de los checkpoints, afirmó, Israel deporta regularmente a “extranjeros”, tanto palestinos como trabajadores humanitarios, llegados a la zona; niega la reunificación familiar para impedir que vivan juntas parejas palestinas; revoca con frecuencia la residencia de palestinos que estudian en el extranjero durante largos periodos de tiempo y confisca los documentos de identidad de palestinos de Jerusalén para obligarles a irse a Cisjordania.
A principios de 2006 Sam Bahour, que está casado y tiene dos hijas, se vio afectado por otro cambio en las normas cuando Israel se negó a renovar los visados turísticos de palestinos con pasaporte extranjero, lo que le obligó a separarse de su familia de Cisjordania.
Tras una protesta internacional Israel revocó esa política pero insistió en que palestinos como Sam Bahour solicitaran los permisos a las autoridades militares israelíes para permanecer en Cisjordania.
“Esta última norma, como la anterior, encaja en el objetivo general de Israel de limpieza étnica”, afirmó. “Israel hace que la vida sea cada vez más difícil si cabe para animar a partir a todo palestino que pueda hacerlo, como quienes tienen pasaporte extranjero”.
Sam Bahour afirmó que las nuevas restricciones cortarán aún más a Cisjordania de Jerusalén, el centro de la vida comercial y cultural palestina.
De la noche a la mañana, señala, su consultoría de Ramala ha perdido una cuarta parte de sus clientes (todos de los alrededores de Jerusalén) porque ahora se les prohíbe salir de Cisjordania.
Él perdió sus limitados privilegios el mes pasado cuando finalmente recibió un documento de identidad palestino. Afirmó que se había visto obligado a tomar este documento de identidad, que a ojos de las autoridades israelíes sustituye a su pasaporte estadounidense, para evitar el peligro de ser deportado. “Este documento de identidad era agridulce para mí. Significa que no se me puede separar de mi familia, pero también significa que no se reconoce mi pasaporte estadounidense y que ahora estoy sujeto a los cierres y arrestos a los que se enfrentan los palestinos de a pie”.
Sari Bashi, una abogada de Gisha, una organización israelí que desafía las restricciones de movimientos de los palestinos, afirmó que la nueva política estaba poniendo unos graves obstáculos en el camino tanto de las organizaciones humanitarias como de los extranjeros que trabajan en organizaciones de beneficencia palestinas e instituciones académicas. “Muchas de las organizaciones de ayuda que trabajan en Cisjordania tienen oficinas y personal en Jerusalén este e incluso en Israel, y resulta difícil ver cómo se las van a arreglar con esta nueva restricción”.
Afirmó que al personal de las principales organizaciones internacionales como la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, UNRWA, y su división humanitaria, OCHA, se les había denegado la entrada al aeropuerto de Ben Gurion tras declarar que trabajaban en Cisjordania.
“Cuando Israel impide el acceso a una zona, provoca la pregunta de qué está sucediendo ahí”, afirmó. “¿Qué se nos está impidiendo ver?”.
Los grupos de derechos humanos también están preocupados por los términos en los que está redactada esta nueva restricción que confina a los ciudadanos extranjeros a los “territorios de la Autoridad Palestina”. La AP gobierna sobre sólo un 40% aproximadamente de Cisjordania. Los grupos temen que en el futuro Israel pueda estar buscando impedir que los extranjeros se desplacen entre enclaves de Cisjordania controlados por la AP y el 60% bajo control de Israel.
Guy Imbar, un portavoz del Coordinador de Israel de las Actividades del Gobierno en los Territorios [palestinos ocupados] afirmó que la frase se refería a toda Cisjordania. Pero But Jeff Halper, del Comité Israelí contra las Demoliciones de Casas, advirtió: “Dado el historial de Israel, se tiene el derecho a sospechar que las restricciones puedan ser reinterpretadas más adelante”.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
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