[03/01/2010 - 11:51 PM]
Por Khalid Amayreh
Cada vez hay más indicios de que el (ex) presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas podría acceder muy pronto a reanudar las llamadas "conversaciones de paz" con Israel. Abbas ha estado prometiendo que no volvería a las manifiestamente inútiles conversaciones a menos que el régimen de apartheid de Israel congelase todas las actividades de ampliación de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén oriental.
El propio Abbas declaró recientemente que 17 años de conversaciones de paz con Israel no han producido nada porque Israel se ha negado sistemáticamente a poner fin a su ocupación de Cisjordania. Su exasperación le llevó a anunciar su intención de dimitir como presidente de la AP.
Según fuentes bien informadas en El Cairo y Ramala, Egipto ha estado últimamente sometido a presión estadounidense para que inste, o más correctamente presione, a la débil dirección de la AP para que vuelva a la mesa de negociaciones con Israel de manera efectiva sin ninguna condición previa.
Huelga decir, que esto equivaldría a una rendición casi total a la política israelí de imponer hechos consumados a los palestinos.
Incapaz y/o no dispuesto a confrontar la intransigencia israelí y su arrogancia de poder, la administración de Obama al parecer llegó a la conclusión de que la única manera de revivir el moribundo proceso de paz era coaccionar a la parte más débil, la AP, para que ceda a la intransigencia israelí y olvide la congelación de los asentamientos exigidos por la dirigencia palestina.
Para compensar que la Autoridad Palestina pierda la cara y capitule ante Israel, especialmente en la cuestión de los asentamientos, la administración de Obama se espera que dé a Abbas algunas garantías muy genéricas tales como afirmar que una entidad palestina tendría que estar basada en las fronteras de 1967 .
El gobierno de EEUU también espera que algunos "gestos de buena voluntad" de Israel, tales como transferir territorio clasificado como áreas-B al completo control de la AP (o áreas-A) podría inducir a los líderes palestinos a abandonar la condición previa de congelación de los asentamientos. (En realidad estas clasificaciones no tienen ningún sentido porque el ejército israelí tiene el control final sobre la seguridad de toda Cisjordania, incluidas las denominadas áreas-A, como vimos recientemente, cuando el ejército israelí de ocupación asaltó la ciudad de Nablus y asesinó a tres efectivos de Fatah).
No hay duda de que la reanudación de las conversaciones de paz con Israel en este momento sería un error enorme de traición al pueblo palestino y a su justa causa. De hecho, la reanudación de las conversaciones con Israel, sin ninguna garantía real de que dichas conversaciones conduzcan a poner fin a la ocupación, sería un ejercicio inútil y una bancarrota política.
También sería una mera reproducción de las mismas decepciones, los mismos fracasos y los mismos desastres. Más exactamente, alentaría al gobierno israelí y permitiría que los dirigentes sionistas reclamaran con más razón que basta con que Israel se mantenga en sus posturas declaradas, para que los palestinos finalmente cedan y sucumban a la presión israelí.
En realidad, no hay evidencia alguna de que una nueva ronda, o muchas más rondas de conversaciones con Israel, supondrían alguna diferencia real.
Primero, Israel, al construir tantas colonias en Cisjordania, ha matado de hecho cualquier posibilidad real de establecer un Estado palestino viable en Cisjordania. Esto no es una cuestión de ser pesimista, es más bien una prognosis objetiva de la realidad sobre el terreno, una realidad que solo los que sueñan despiertos y los políticos carentes de visión se niegan a admitir y reconocer.
Por mi parte, he oído a los mismos políticos de la AP que siguen insistiendo en que la solución de dos estados todavía es posible, decir en privado, e incluso públicamente, que ha pasado el momento de dicho estado y que habría que buscar "otra solución". Por lo tanto, es evidente que muchos de estos portavoces palestinos que siguen parloteando sobre el proceso de paz carecen de honestidad, o simplemente no saben de que están hablando.
En segundo lugar, se ha demostrado hasta la saciedad que es inútil y absurdo contar con EEUU para que arrebate de las manos de Israel los derechos de los palestinos, sea cual sea la administración que esté en el poder.
La administración de Obama ha sido totalmente incapaz de obligar a Israel a dejar de construir villas para colonos judíos supremacistas, o incluso a impedir la demolición de casas árabes por el régimen sionista.
Por lo tanto, sería totalmente ingenuo esperar que EEUU obligase a Israel a regresar a las fronteras de 1967 y permitiera la creación de un Estado palestino viable, con capital en Al-Quds.
En tercer lugar, las actuales realidades políticas e ideológicas en Israel muestran que negociar una verdadera paz con el gobierno de Netanyahu sería como discutir de derechos humanos con Joseph Stalin o Adolfo Hitler.
Esto no quiere decir que los anteriores gobiernos israelíes fueran de naturaleza angélica. Sin embargo, aunque los gobiernos anteriores hicieron todo lo posible para ocultar hábilmente sus credenciales nazis, el actual gobierno de Benjamín Netanyahu no oculta su naturaleza criminal y nefasta.
Es un gobierno que está más o menos controlado por la extrema derecha, es decir, el campo judeo-nazi que ve a los no judíos como seres infrahumanos o incluso animales y espera que el pueblo palestino elija entre la esclavitud, la expulsión y aniquilación física.
En verdad, el gobierno actual es por excelencia el gobierno de los colonos, por los colonos, y para los colonos. Asimismo, uno puede decir con muy poca exageración que el ejército israelí de ocupación se ha convertido en un ejército de los colonos, por los colonos y para los colonos.
Por lo tanto, no hay posibilidad alguna de que cualquier futuro acuerdo de paz con Israel, especialmente uno que incluya la retirada israelí de los territorios ocupados en 1967, se lleve a cabo.
Esto es, por supuesto, a menos que los palestinos estuvieran de acuerdo en rendirse a los criminales de Gush Emunim que piensan que el Todopoderoso creó a la humanidad entera para servir y atender al pueblo elegido.
Ante esto, Abbas debe ser honesto y franco con el pueblo palestino. Decir la verdad al menos liberaría a nuestro pueblo de la ilusión de una falsa paz con los nazis de nuestro tiempo. Si no es capaz de decir la verdad y no puede servir a los intereses vitales del pueblo palestino, el Sr. Abbas debe simplemente abandonar la escena y retirarse a Ramallah o al El Cairo o a cualquier otro lugar de su elección.
Sin embargo, seguir experimentando con la causa palestina indefinidamente constituiría una traición a nuestro pueblo y a nuestra causa, en el mejor de los casos (es decir, si vamos a darle el beneficio de la duda) o traición a la patria, asumiendo mala voluntad por su parte.
Hoy, muchos palestinos están sumamente preocupados de que Abbas pueda ser engatusado por los norteamericanos y los egipcios y el resto del coro, para volver a las inútiles conversaciones con el régimen sionista y luego decir que fue empujado por los dirigentes árabes a hacerlo y que sólo estaba tratando de dar una última oportunidad a la paz.
Bueno, ¿cuantas veces tienen que dar los palestinos "una última oportunidad" a la paz?
Le dimos una última oportunidad de paz cuando la OLP aceptó los desastrosos Acuerdos de Oslo. Sin embargo, ahora, 18 años más tarde, en vez de liberarnos a nosotros mismos y a nuestro país de la brutal ocupación israelí, hemos conseguido una Cisjordania y una Jerusalén oriental llena de satánicos asentamientos en expansión y propagándose en todas direcciones de modo muy parecido a un tumor maligno siniestro e incurable.
Por lo tanto, mi pregunta a Abbas y sus asesores es: ¿Estamos condenados a cometer siempre los mismos errores otra vez? ¿Cuándo vamos a aprender de nuestros errores?
martes, 5 de enero de 2010
Abbas: No cometa los mismos errores otra vez
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