09/11/2009 Almanar
Poniendo fin a días de incertidumbre, la Casa Blanca anunció el domingo que el presidente de EEUU, Barack Obama, se reuniría con Benyamin Netanyahu durante el viaje del primer ministro israelí a Washington.
Un responsable de la Administración Obama confirmó que los dos líderes mantendrían un encuentro, pero no suministró información inmediata sobre lo que estaría en su agenda.
Las relaciones entre EEUU e Israel se han deteriorado desde que Netanyahu rechazó la demanda de Obama para que el gobierno israelí detenga la expansión de los asentamientos israelíes en la Cisjordania palestina ocupada. Los palestinos señalan que Israel se ha apropiado de una gran parte de la tierra que ellos reclaman para su futuro estado.
Poco después de tomar posesión de su cargo, Obama anunció su determinación de facilitar un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos y dijo que una congelación de las actividades de construcción en los asentamientos era una condición imprescindible para la reanudación de las negociaciones.
Netanyahu rechazó dicha demanda, pero la pasada semana, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Rodham Clinton, alabó una propuesta israelí que restringiría, pero no detendría, la expansión de los asentamientos. Ella presentó esta propuesta como una “acción conciliatoria” por parte de los israelíes.
Diplomáticos palestinos y árabes reaccionaron con ira, y Clinton se vio obligada a dar marcha atrás. Responsables árabes se preguntaron si EEUU había cedido una vez más ante Israel, abandonando la posición estadounidense anterior que especificaba que los asentamientos israelíes son ilegítimos y deben finalizar.
Según la prensa israelí, los comentarios de Clinton supusieron que la Administración Obama había comprendido que el gobierno de extrema derecha de Netanyahu no aceptará una completa congelación de los asentamientos y que una detención parcial de la construcción en los mismos sería una opción más factible, aunque menor. La nueva postura de Clinton parecía diseñada para hacer la posición israelí más digerible para los palestinos y los estados árabes.
Sin embargo, tuvo justamente el efecto opuesto y obligó a Clinton a extender su viaje al extranjero durante un día. Ella acudió a Egipto a hablar con Hosni Mubarak, el estrecho aliado de EEUU, que ha jugado un papel clave en el proceso de paz.
Por su parte, el diario israelí Haaretz publicó un reportaje el lunes, en el que se hablaba de las relaciones entre EEUU y la entidad sionista y el encuentro entre Netanyahu y Obama que se espera para el lunes por la noche.
Haaretz indicó que las relaciones entre Washington y Tel Aviv están en crisis. Ésta es la conclusión que se deriva de la dificultad de organizar un encuentro entre Benyamin Netanyahu y el presidente estadounidense, Barack Obama.
La Casa Blanca quería que Netanyahu sudara antes de ser recibido en audiencia por el presidente y que todo el mundo le viera de esta forma.
El retraso en encontrar una hora para recibirle y el hecho de fijar una hora tardía -después del programa de noticias en la televisión israelí- hace parecer a Netanyahu como un huésped incómodo para la Casa Blanca. En tales circunstancias, ya no importa lo que él diga en el encuentro y ni puede ya tratar de presentarlo como un logro. El primer ministro ha sido humillado antes de nada.
A Netanyahu le gusta decir que EEUU es un país grande y que la opinión pública israelí está equivocada cuando identifica el punto de vista norteamericano únicamente con el del presidente. La verdadera América, dice Netanyahu, comienza a 100 kilómetros al oeste de Nueva York y termina a 100 kilómetros al este de Los Ángeles. Añade que en este enorme espacio, Israel tiene millones de seguidores fieles.
Desde este punto de vista, las diferencias con la Casa Blanca necesitan ser puestas dentro de la proporción apropiada. Y hay que tener en cuenta el enorme apoyo de la opinión pública estadounidense a Israel.
Aquellos cercanos a Netanyahu, que pueden expresarse más libremente que él, ridiculizan la “inexperiencia” de Obama y la “falta de profesionalidad” de su Administración. Desde su punto de vista, la Casa Blanca creyó que sería posible derrocar a Netanyahu, pero éste ha salido reforzado, según las encuestas de opinión en Israel.
Los norteamericanos le presionaron para que congele los asentamientos, pero él no se rindió.
Estas bonitas explicaciones ignoran un hecho fundamental: las relaciones no son simétricas. Netanyahu puede ser un experimentado político y diplomático y Obama puede ser un novato, pero Obama es el presidente de una superpotencia y Netanyahu representa a un pequeño país que depende de la ayuda de EEUU.
Haaretz señala que algunas veces parece que Netanyahu olvida esta realidad y finge que es el jefe de una superpotencia. Así por ejemplo, trata de identificarse con Winston Churchill o declara que la mente israelí liberará al mundo de la dependencia del petróleo en una década. Sin embargo, en los momentos de crisis sería bueno para Netanyahu si Obama es rápido al responder a su llamada en lugar de ignorarle, concluye Haaretz.
martes, 10 de noviembre de 2009
Netanyahu, el Invitado Incómodo de la Casa Blanca
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