El peligro de seguir la línea de Israel
Bouthaina Shaaban
CounterPunch
En estos días en los que la mayoría de los países del mundo sintieron un alivio por los pasos positivos emprendidos por Irán y Occidente, que prometen disminuir las tensiones en el ámbito regional e internacional, analistas, escritores y gobernantes israelíes se distinguen al expresar exasperación ante este acuerdo y preocupación respecto al llamado a un control internacional de las instalaciones nucleares de Israel
Es útil recordar que Israel no respeta su firma en acuerdos internacionales como en el caso del acuerdo de Oslo o con cualquier otra parte árabe. Por eso los israelíes dicen hoy en día que la firma del acuerdo de Viena con Irán no vale el papel en el que está escrito. Es una posición racista, una expresión de superioridad racial ante uno de los firmantes y una disminución del estatus, la dignidad y la credibilidad de los otros signatarios.
Israel fue el principal instigador de dudas en los últimos años sobre los proyectos nucleares de Irán. También incitó a la guerra contra Iraq, el Líbano y Gaza, y promovió un ataque militar contra Irán siguiendo la misma estrategia que utilizó antes de la guerra contra Iraq. Fue el principal poder tras la decisión de EEUU y de algunos Estados occidentales de lanzar esa guerra que no convenció por ninguno de sus verdaderos objetivos ya que las afirmaciones de la existencia de armas de destrucción masiva resultaron falsas.
La actividad de los medios israelíes que apunta a imponer sanciones estrictas a Irán es una copia de su actividad mediática, política, diplomática y de inteligencia antes de la guerra contra Iraq. Por eso están deprimidos ahora debido a que la conducta iraní ha sido completamente diferente de la de Iraq. La conducta del presidente Obama también es diferente de la del presidente Bush. Obama, hasta ahora, piensa primordialmente en los intereses de EEUU, no en los de Israel como Bush. El corresponsal militar de Haaretz, Amos Harel, reconoce que el acuerdo es un logro para EEUU mientras coloca a Israel ante un verdadero dilema: “¿Debe comportarse como un protagonista en el equipo y compartir el optimismo generalizado o seguir difundiendo dudas y amenazas?” El peligro que representa el acuerdo para Israel es que manifestó, tal vez por primera vez, una verdadera diferencia entre las posiciones de EEUU e Israel, aunque declaraciones hechas por la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, todavía tratan de oscurecer esa diferencia.
La maquinaria mediática israelí está creando su propio mundo, repleto de planes agresivos contra los pueblos de la región.
Si los expertos se hubieran tomado el tiempo para examinar las declaraciones racistas de Israel contra los árabes, les habrían sorprendido el volumen, las implicaciones y los objetivos de tales declaraciones que expresan profundo odio. La última de esas declaraciones fue hecha por Dan Schueftan, profesor en la Universidad de Tel Aviv en un curso especial para funcionarios de alto rango en instituciones políticas y de seguridad, cuando dijo: “Los árabes son el mayor fracaso en la historia de la raza humana. No hay nada bajo el sol más embrutecido que los palestinos. Y los que no lo dicen se someten a una miserable corrección política (21 de octubre de 2009).” Sobre la guerra Irán-Iraq, Schueftan dice que ¡fueron siete años de puro placer!” El papel israelí en Iraq no es mi análisis o conclusión personal. Remito a los lectores a la conferencia impartida por Avi Dechter, el ministro de seguridad israelí el 4 de septiembre de 2008, en la que dijo: “Nadie puede negar que hemos logrado mucho en ese terreno (Iraq).
Incluso hemos logrado más de lo que habíamos planificado. Deberíamos recordar lo que queríamos lograr desde el comienzo de nuestra intervención en Iraq, a principios de los años setenta. Nuestro objetivo estratégico sigue siendo no permitir que ese país restaure su papel árabe y regional porque somos los primeros a quienes afectará. Estamos tratando de mantener a Iraq fuera del círculo de los países árabes. Estamos negociando con los estadounidenses para impedir que Iraq vuelva algún día a la posición de confrontación con Israel. El gobierno de EEUU tiene un vehemente interés en garantizar nuestros intereses y suministrar esas garantías a través de diferentes medios. Nuestra ecuación primordial en nuestra acción estratégica en Iraq se basa en el debilitamiento de las capacidades árabes en los principales países árabes a fin de lograr la seguridad nacional de Israel.” Agrega: “Iraq se está desintegrando como potencia militar y país unido. Nuestro objetivo estratégico es mantenerlo dividido. La neutralización de Iraq al mantenerlo en su actual condición es de especial importancia estratégica para la seguridad sionista.”
El gobierno de Bush y los países que enviaron sus tropas a Iraq y causaron desastres humanos, sociales e históricos al pueblo iraquí ¿lo hicieron sólo para servir una estrategia sionista? Y la mayoría de los Estados que se opusieron al informe Goldstone, ¿apoyan todavía la matanza de palestinos y los bombardeos con fósforo blanco en sus escuelas y hospitales? ¿Qué derecho tienen EEUU, Canadá, Holanda, Eslovaquia, Hungría, Ucrania e Italia a oponerse a un informe que apunta al castigo de criminales que cometieron crímenes contra la humanidad en Gaza mientras siguen alardeando de derechos humanos? Han mostrado que los derechos humanos no significan nada para ellos, excepto si comparten los puntos de vista racistas de Schueftan. ¿Qué derecho tienen Bosnia, Eslovenia, Burkina Faso, Uruguay, Camerún, Japón, Gabón, México, Noruega, Bélgica y Corea del Sur a expresar reservas contra una resolución que condena el asesinato de niños y civiles, la confiscación de tierras y la demolición de casas, hospitales y escuelas?
La gente libre del mundo debería colocar en una lista negra a los países que se opusieron al informe, que expresaron reservas o se abstuvieron del voto porque, a pesar de sus excusas, apoyan a Israel cuando comete todos esos crímenes contra civiles árabes, y con semejantes posiciones otorgan apoyo político y diplomático a los que cometieron esos crímenes, y consecuentemente comparten la responsabilidad con los gobernantes de Israel.
La mayoría de los países que objetaron al informe Goldstone no lo leyeron. Se aliaron con los que cometen crímenes contra la humanidad. ¿Aceptan los que se opusieron al informe crímenes como la demolición de molinos de trigo, granjas avícolas, la muerte de animales a fin de hambrear a civiles y la destrucción de la planta de tratamiento de agua en Gaza a fin de contaminar las granjas adyacentes? ¿Aceptan esos crímenes esas democracias avanzadas simplemente porque sus perpetradores son israelíes? ¿O porque sus víctimas son árabes? ¿Puede EEUU instar a Israel a detener los asentamientos, mientras realizan ejercicios conjuntos con el objetivo de fortalecer sus capacidades agresivas contra sus vecinos posibilitando la ocupación, confiscación y colonización de sus tierras? ¿Es aceptable que el Secretario General de la ONU proteste contra cada acto de autodefensa por parte del Líbano, mientras simplemente expresa ‘preocupación’ por las más de dieciocho mil violaciones israelíes del territorio libanés por aire, mar y tierra? Los agresores han ido demasiado lejos, y ya nadie ignora la realidad de la agenda israelí y la responsabilidad de los que la promueven o guardan silencio al respecto.
Las diferencias entre la posición de Israel y la de otros países occidentales, que se han comenzado a ver en el ejemplo de Irán, se han convertido en una necesidad absoluta para la seguridad regional e internacional. El racismo israelí que hoy ataca públicamente a árabes y musulmanes extenderá sus brazos mañana. Nadie debería encontrar una excusa en el complejo de culpa hacia los judíos, porque el juez judío Goldstone ha roto ese complejo con su honorable posición moral contra los criminales de guerra israelíes.
Desde esta perspectiva, la historia mencionará la posición de Erdogan en Davos, la posición de Turquía contra la guerra en Gaza, y sus esfuerzos por levantar el bloqueo de Gaza como nobles posiciones que allanarán el camino para que todavía más países, que respetan los derechos humanos en los hechos y no con palabras, sigan sus pasos.
Ir a remolque tras el sionismo ya es un peligro sólo para los árabes, se ha convertido en un peligro para la justicia internacional y para la santidad de los derechos humanos y de la dignidad.
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Bouthaina Shaaban es asesora de política y medios de la presidencia siria, y ex ministra de expatriados. También es escritora y profesora en la Universidad de Damasco desde 1985. Ha sido portavoz de Siria y fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 2005. Para contactos escriba a: nizar_kabibo@yahoo.com
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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