04-02-2009
Luca Galassi - Peacereporter
Campesinos, periodistas y pacifistas internacionales en el punto de mira de los francotiradores israelíes. La gente de Gaza no tiene derecho ni a recoger el perejil.
Hoy mismo, los soldados israelíes han disparado contra periodistas italianos, miembros del grupo pacifista International Solidarity Movement (ISM) y campesinos palestinos. Los disparos se han producido en la zona agrícola cercana a El Farai’n, al norte de Khan Younis, en el centro de la Franja de Gaza, a doscientos metros de la frontera israelí.
La razón de que los soldados del Tsahal hayan disparado contra un grupo de civiles desarmados se podría explicar a partir de una acción intimidatoria. Pero no ha sido así. Desde siempre, los agricultores y pastores palestinos que trabajan en los campos cercanos a la frontera con Israel son blanco del fuego de los soldados israelíes. Hace unos días, en la zona donde nos encontramos, mataron a un campesino. Por esta razón, las cosechas siguen en los campos sin recolectar, y la población se encuentra así privada de su principal fuente de sostén.
Esta mañana hemos acompañado a los miembros del ISM, un movimiento compuesto por ciudadanos de muchas nacionalidades, entre otros el italiano Vittorio Arrigoni, a los campos de perejil de El Farai’n. La jornada preveía una acción denominada de “interposición no violenta”, una práctica corriente de los movimientos pacifistas que operan en los Territorios Ocupados: nos colocamos entre el ejército y los civiles palestinos para permitir a la población desarrollar sus actividades, que de otro modo estarían limitadas por el tiro al blanco, a veces fatal, que practican los soldados israelíes.
Los campesinos han trabajado sin ser molestados durante casi dos horas, mientras una docena de pacifistas del ISM, algunos provistos de megáfonos y chalecos reflectantes, observaban la eventual presencia de soldados más allá de la malla que marca la frontera. Cerca de mediodía, dos jeeps y un vehículo blindado se han aproximado a la malla. Algunos soldados han descendido y han tomado posición de tiro. Uno, o más probablemente dos de ellos, ha subido al techo de uno de los vehículos ha comenzado a disparar. Los proyectiles se han incrustado en el suelo a unos metros de nosotros, mientras los campesinos, cuyas vidas sin la presencia de los internacionales habrían corrido seguramente un gran riesgo, se lanzaban al suelo.
Paradójicamente, el lugar más seguro para refugiarse eran precisamente los profundos surcos que han dejado en el terreno los tanques y los bulldozers israelíes, que han seccionado todos los campos de los alrededores y devastado decenas de viviendas. Esta zona ha sido, precisamente, el punto de entrada de las fuerzas israelíes que han dividido en dos la Franja durante la operación Plomo Fundido. En torno a las parcelas de cultivo, las viviendas tienen señales de la ofensiva: casas destrozadas o perforadas por los misiles, o acribilladas por la artillería.
El fuego graneado ha durado largo rato. Los soldados seguían disparando en nuestra dirección, mientras los activistas con sus megáfonos los exhortaban, sin éxito, a cesar de disparar:
“Nadie está armado. Somos todos civiles. No disparen.” A intervalos de algunos minutos, ráfagas de decenas de proyectiles silbaban junto a nosotros. Del suelo se levantaban nubes de polvo a menos de tres metros. La presencia de pacifistas y periodistas, entre los cuales estaban los documentalistas de la cadena italiana Rai Tre Manolo Luppichini y Jacopo Mariani, ha sido el elemento disuasorio que ha evitado que los campesinos fueran heridos o muertos. Sin embargo, durante una de estas iniciativas, estos últimos años, un activista británico murió, tras estar seis meses en coma, por disparos de un soldado mientras acompañaba a unos niños en Rafah. Rachel Corrie, otra pacifista británica, fue aplastada en 2003 por un bulldozer israelí.
El vicecónsul Francesco Santillo, informado por la agencia de noticias italiana ANSA, nos ha contactado poco después del incidente. Le hemos relatado en detalle el desarrollo de los hechos, y le hemos pedido una intervención, en forma de protesta oficial, ante las autoridades israelíes.
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor, y la fuente.
Trtaducido por S. Seguí, de peacereporter para Rebelión
miércoles, 4 de febrero de 2009
Campo de batalla
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