lunes, 2 de febrero de 2009

Nada sino la tierra arrasada

Gaza, la prisión más grande del mundo, está siendo transformada en un matadero. La palabra Franja (como en la Franja de Gaza) está empapada con sangre, como ocurrió hace 65 años con la palabra gueto.

Día y noche la Fuerza de Defensa Israelí lanza bombas, obuses, armamento radioactivo y de fósforo GBU-39, balas de ametralladora por aire, mar y tierra contra una población civil de un millón y medio de personas.

El número de muertos y mutilados incrementa con cada nueva crónica de los corresponsales internacionales, a los que les está prohibido por Israel entrar a la Franja.

Sin embargo, la cifra crucial es que por cada baja israelí hay cien bajas palestinas. Una vida israelí es equiparada a cien vidas palestinas. Las implicaciones de este supuesto son reiteradas constantemente por el portavoz israelí con el fin de hacerlas aceptables y normales.

La masacre tendrá muy pronto su secuela de pestilencia: casi ninguna vivienda cuenta con agua ni energía eléctrica, los hospitales carecen de médicos, medicinas y generadores. La masacre viene de un bloqueo y un estado de sitio.

Más y más voces por todo el mundo se levantan en protesta. Pero los gobiernos de los ricos con sus medios de comunicación mundiales y su orgullosa posesión de armas nucleares le confirman a Israel que harán la vista gorda ante lo que la Fuerza de Defensa Israelí está perpetrando.

“El llanto de un lugar entra en nuestro sueño”, escribió el poeta kurdo Bejan Matur, “El llanto de un lugar entra en nuestro sueño y ya no se va nunca”.

Nada sino la tierra arrasada.


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Imágenes: Artistas palestinos Omayya Joha, viñeta, y reproducción del cuadro de Ismail Shammout, "Homage to the Martyrs"

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