jueves, 5 de febrero de 2009

Desaire turco cambia el juego en Oriente Próximo

(...) En particular, el desaire público del primer ministro Recep Tayyip Erdogan al presidente israelí Shimon Peres del jueves pasado en un debate en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, captó el interés del mundo islámico y supera la división chií-suní. De repente, Erdogan toma la forma de un sultán otomano moderno con un imperio que se extiende por las llanuras mesopotámicas, los desiertos árabes, el Valle del Nilo, el Levante y el Magreb, hasta el corazón de África.

Erdogan, un muchacho del distrito de clase trabajadora de Kasimpasa en Estambul, ha llegado lejos en su tumultuosa carrera política. Es indudablemente uno de los políticos más carismáticos y talentosos de Turquía. Su sitio en el panteón de líderes de Turquía está asegurado. De todas manera, no podría haber imaginado que un día se le propondría para el Premio Nobel de la Paz – o que su patrocinador sería una reverenciada figura religiosa en el mundo del chiismo.

Dirigiéndose el domingo a una reunión de estudiantes de teología en la ciudad santa iraní de Qom, el ayatolá Naser Makarem-Shirazi hizo precisamente eso: la protesta de Erdogan, dijo el ayatolá, ha tenido un profundo efecto en la seguridad regional, ha fortalecido la resistencia palestina y humillado y aislado aún más al “régimen sionista.”

La “postulación” de Erdogan a un Premio Nobel se basaría de modo endeble en las 56 palabras que pronunció en el debate de Davos, cuando amonestó a Peres: “Usted es más viejo que yo y su voz es muy fuerte. El motivo para que alce su voz es la psicología de la culpa. Yo no elevaré tanto la voz. En cuanto al tema de matar, sabéis bien cómo matar. Cómo bombardeasteis a los niños en las playas [de Gaza], como los matasteis, eso yo lo sé bien.”

(...) En la propia Gaza, se ha convertido de un día al otro en un personaje icónico, tanto que los gobernantes árabes pro-occidentales parecen embarazados – como ciertamente lo está "Abu Mazen" (el presidente palestino Mahmud Abbas), quien dirige despreocupadamente la Autoridad Palestina. Por cierto, no hay forma de que Arabia Saudí o Egipto vayan a renunciar al liderazgo a favor de Turquía. Pero, desde ahora, tendrán que tener en cuenta seriamente que las sombras de Turquía se profundizan en el paisaje musulmán suní en Oriente Próximo.

Irán está claramente encantado. El poderoso jefe del Concejo Guardián de Irán, Ayatolá Ahmad Jannati, envió un mensaje a Erdogan, diciendo: “Su posición épica ha complacido a Hamás y a sus partidarios y humillado a los dirigentes lacayos de varios Estados árabes.”

(...) La Ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni dijo: “Hay una grieta en nuestras relaciones. Eso no se puede ocultar. Pero esas relaciones son muy importantes para ambos países.” Tomó nota de que Ankara “hace una distinción entre los lazos bilaterales y la censura que nos hacen por la operación [de Gaza]”.

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Nótese la diferencia de trato de la extremista fanática sionista Livni hacia Turquía, comparado con todo el riau-riau que montó ante la demanda presentada en España contra varios dirigentes sionistas presuntos criminales de guerra -- lo que ha llevado al gobierno de Zapatero, por boca de Moratinos, a decir que "vamos a cambiar las leyes". (¡Manda güevos! que dijo el Ministro Trillo)

Y es que Israel sabe distinguir a quien puede tratar como a una mona, y a quien no.




Aqui retrato robot de cualquier Ministro europeo hablando con Livni/Israel.









Y quien dice Ministro, dice Ministra, que haberlas haylas también

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