miércoles, 9 de diciembre de 2009

El año en que Israel giró hacia la derecha radical tras la ofensiva de Gaza

Alberto Masegosa
EFE - 9/12/09

Israel giró en 2009 por primera vez hacia la derecha radical con la llegada al poder del conservador Bejamin Netanyahu gracias al apoyo de sectores ultras tras unas elecciones que fueron precedidas por una cruenta ofensiva en Gaza.

El panorama que han trazado esas coordenadas es un frenazo en seco de la negociación con los palestinos, que aún arrastran la asignatura pendiente de poner fin a su división y que para superar el bloqueo se han embarcado en iniciativas de incierto resultado.

El año comenzó a sangre y fuego en Gaza, donde el 27 de diciembre anterior el Ejército israelí emprendió la operación "Plomo Fundido", que al concluir el 18 de enero había dejado 1.400 muertos, 5.000 heridos y la destrucción de cientos de edificios e infraestructuras.

Las fuerzas de Israel atacaron sin pausa durante tres semanas por aire, mar y tierra la franja palestina, que con solo cuarenta kilómetros de largo por diez de ancho -y millón y medio de habitantes- figura entre las áreas más pobladas del globo.

De acuerdo con el Gobierno israelí, la ofensiva fue en respuesta al lanzamiento desde Gaza de cohetes contra el sur de Israel.

Según observadores locales, el detonante político fue la cercanía de los comicios israelíes, que para entonces ya tenían fecha.

Con un discurso pre electoral, la practica totalidad de los partidos del arco parlamentario en Israel, tanto del gobierno como de la oposición, apoyaron la operación castrense con el argumento de defender la seguridad de la población de la región meridional.

Las urnas arrojaron el 10 de febrero una victoria pírrica del centrista Kadima, de la entonces ministra de Exteriores Tzipi Livni.

Kadima obtuvo 28 de los 120 escaños de la Cámara pero no logró suficientes respaldos entre los restantes grupos para configurar una mayoría por lo que el conservador Likud, del entonces líder de la oposición Benjamín Netanyahu, recibió el encargo de formar gobierno.

Netanyahu, cuyo partido sacó 27 diputados, alcanzó su objetivo de convertirse en marzo en el nuevo primer ministro tras conseguir el apoyo de laboristas, ultra ortodoxos del Shas y ultraderechistas de Israel Beitenu, que con el Likud integran la mayoría gubernamental.

El nuevo jefe del Gobierno inicio su mandato con la misma postura que defendía como jefe de la oposición; la oferta de un diálogo con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), de Mahmud Abas, que no implicara de forma necesaria la creación de un estado palestino independiente.
También prosiguió la colonización del territorio palestino ocupado con la autorización para construir miles de casas en asentamientos judíos de Cisjordania y Jerusalén Este, donde los palestinos quieren establecen la capital de su estado.

El desenlace fue la negativa palestina a reanudar la negociación, y una serie de medidas de Abas para desbloquear la situación tanto con Israel como con los islamistas de Hamás, que siguen controlando Gaza tras fracasar un intento de reconciliación con la ANP.

El ballet de decisiones se inició el 23 de octubre, cuando el presidente palestino anunció elecciones generales para el 15 de enero del año entrante con la esperanza de ganar legitimidad con los israelíes y arrebatar representatividad a los islamistas.

El rechazo de Hamás a celebrar los comicios y la imposibilidad de organizarlos con normalidad en todos los territorios palestinos llevo a la Comisión Electoral de la ANP a recomendar, no obstante, el aplazamiento de la cita a las urnas.

Y doce días después de convocar las elecciones, Abás anunciaba el 5 de noviembre que en todo caso no se presentaría como candidato mientras la ANP lanzaba una campaña diplomática para que la ONU le reconozca como estado, un esfuerzo con pocos visos de prosperar.

La última escenificación del punto muerto ha tenido lugar dos semanas después con el anuncio por Netanyahu de una moratoria de diez meses en la construcción de las colonias judías de Cisjordania, en lo que parece un gesto hacia a la administración norteamericana.

La moratoria no incluye, sin embargo, Jerusalén Este.

Y la negociación que pretende impulsar no tendría como meta ineludible la creación de un estado palestino, algo en lo que sigue insistiendo el presidente de EEUU, Barak Obama, que tiene la dura tarea de convencer a Abás de que acepte la oferta de Netanyahu.

http://www.adn.es/internacional/20091208/NWS-1009-Israel-Gaza-ofensiva-radical-derecha.html
Viñeta: Ben Heine

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