Fuente: Begoña Astigarraga
La sociedad civil palestina pide al mundo su apoyo a una campaña que sigue el modelo sudafricano
La campaña internacional de boicot contra el régimen sudafricano del apartheid que se desarrolló entre los años 60-80 en todo el mundo, cobra cada vez más fuerza como modelo de presión hacia Israel, hasta que este Estado acabe con la ocupación y el aislamiento contra la población palestina de Cisjordania y Gaza, y hasta que cumpla con el derecho internacional y los derechos humanos. "Sin el detallado y efectivo boicot, las desinversiones y las eventuales sanciones que impuso la comunidad internacional sobre Sudáfrica, la lucha interna contra el régimen racista no habría terminado en un éxito", explica a DEIA, el académico palestino Omar Barghouti, una de las figuras que lidera el boicot académico y cultural, dentro de la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) impulsada desde 2004 por 177 organizaciones palestinas internacionales de la sociedad civil.
Se trata de un movimiento pacífico cuyo impulso es lento pero imparable, máxime desde el punto de inflexión que supuso para la campaña la masacre cometida por el ejército israelí en la Franja de Gaza hace casi un año, en la que el Ejército israelí asesino a 1.450 personas, la mayoría civiles, mujeres y niños, como resultado de la brutal operación Plomo Fundido.
La solidaridad con los palestinos generó una ola que ha golpeado con dureza a esa imagen que Israel se empeña en vender de Estado moderno y democrático. Y esa ola solidaria ha ido ganando cada vez más adhesiones. Académicos, políticos, sindicalistas, gente del mundo de las ciencias y de las artes, organizaciones sociales e incluso algunos gobiernos han decidido poner en marcha medidas contra las acciones impunes de Israel vista la ineficacia de la diplomacia internacional y el reiterado incumplimiento del derecho internacional por parte del gobierno israelí.
"No hay derecho a que Israel haga pagar a los palestinos el precio del Holocausto", declaraba el arzobispo sudafricano y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, al diario israelí Haaretz, al tiempo que subrayaba la necesidad de "golpear al régimen del apartheid en la cartera, como ocurrió en Sudáfrica con el embargo de armas y el boicot económico y deportivo".
Una de las formas de presión que más fuerza está cobrando es el boicot académico y cultural, que ha logrado recabar el apoyo de cerca de 400 académicos israelíes de varias universidades hebreas. "Hay un creciente grupo dentro de Israel que apoya el BDS, llamado Boycott from Within, formado por intelectuales, académicos y activistas que ha llegado a la conclusión de que la mejor manera de transformar su Estado de una situación de colonialismo y racismo, en un futuro de democracia inclusiva, es apoyando la autodeterminación de los palestinos, de sus derechos fundamentales y su igualdad a través del boicot, comenta Omar Barghouti.
Yossef Schwatz es uno de esos profesores israelíes que han decidido hablar en contra de la política de ocupación de su país. En su testimonio a este diario, Schwatz asegura que la solución no va a venir de la comunidad internacional, ni de la sociedad israelí, donde "no hay sitio para la disidencia política". En su opinión, la investigación israelí, actualmente privatizada, coopera en muchos casos con firmas y proyectos europeos, "un terreno donde Israel funciona como el Silikon Valey tecnológico de Europa, en áreas de biotecnología, medicina y armas". Este punto, subraya Schwatz, "es muy importante para la industria de armamento israelí, porque la investigación académica está enfocada a la operatividad militar, y sirve tanto para cubrir las necesidades militares de la ocupación y la guerra, como para el marketing y venta internacional de productos militares israelíes".
La reacción de la mayoría de la opinión pública israelí es especialmente intensa contra el BDS. "Se dan cuenta de la efectividad de esta medida porque pone en peligro su privilegiado estatus colonial, afirma Barghouti. El argumento más importante al que recurren los funcionario israelíes contra la idea de las sanciones internacionales es que éstas provienen del antisemitismo latente y que representan una discriminación hacia Israel en comparación con otras conflictos latentes en el mundo. "La mayoría de los israelíes piensan que los europeos son antiisraelíes, antisionistas y antisemitas. Dicen que es hipocresía pedir a Israel cosas que no se piden a otros países y que todos tienen el derecho a proteger a sus ciudadanos frente a sus enemigos", afirma el israelí Schwartz.
Una cuestión delicada que está en pleno debate, es si es legítimo el llamamiento al boicot académico, ya que para muchos coarta la libertad académica y perjudica a los israelíes progresistas. Pero para Schwartz, las universidades israelíes y los sindicatos académicos nunca se han opuesto a la ocupación ."Israel permite a sus académicos servir en las unidades de reserva del Ejército cada año y han discriminado seriamente a los estudiantes palestinos residentes en Israel de todas la formas posibles".
2009-12-31 05:49:09
Fuente: Palestina Libre
viernes, 1 de enero de 2010
El boicot internacional golpea a Israel
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